Daniel   Galvalizi
Periodista

El saludo envenenado de Feijóo, la rima de Esteban y la fiesta del PSOE sellan la investidura

Fuentes de Ferraz informan a NAIZ de que hubo un mensaje «fuera de lugar» del líder del PP al flamante presidente electo tras la votación. El portavoz del PNV se gana titulares en una jornada más tranquila que acabó en algarabía socialista.

Sánchez baja para ser «felicitado» por Feijóo.
Sánchez baja para ser «felicitado» por Feijóo. (Javier Soriano | AFP)

Ya no hay más expectación ni incertidumbre. Pedro Sánchez ha sido reelecto presidente del gobierno del Estado español por 179 votos positivos frente 171 negativos. Pero la segunda sesión de investidura de este jueves, unas cuantas horas más breves que la de ayer, también ha dejado detalles para el anecdotario parlamentario.

Uno de ellos no ha salido por TV. En medio de la ovación de la bancada socialista y con Sánchez también aplaudiendo y mirando a sus colegas, se le ha acercado el líder del PP a paso lento y con la mano izquierda en el bolsillo a saludarlo. Un asesor ha advertido al flamante presidente de la situación, por lo que ha bajado dos escalones y le ha dado la mano. Feijóo le ha dicho algo por lo bajo con cara seria, ha puesto media sonrisa y se ha ido por la puerta lateral izquierda.

Un alto cargo de Ferraz que compartió unos minutos con Sánchez ha dicho a NAIZ que el saludo no ha sido nada cordial. «A mí no me ha gustado. Le ha comentado algo fuera de lugar», ha dicho sin querer precisar el contenido. La cara de Feijóo en ese saludo lo decía todo: el hombre al que todas las encuestas (privadas, no el CIS) otorgaban mayoría absoluta con la ultraderecha en julio se iba de las Cortes Generales con el mandato indirecto de líder opositor. Ya había perdido en septiembre su propia investidura.

La votación ha tenido sus momentos de adrenalina. Uno de ellos, cuando un diputado del PSOE por Ciudad Real (de la región manchega gobernada por García-Page, sí) ha tardado unos sugestivos cinco segundos en responder. Todos ataron cabos y hubo murmullos. Al escucharse el sí, la número 2 del PSOE, María Jesús Montero, se ha tocado el pecho con su mano derecha y deslizado unas palabras a la ministra Ribera que probablemente fueran un exabrupto o un «menos mal». Su cara de pánico lo delataba.

Y es que los rumores de posible «tamayazo» han circulado, más basados en el miedo que en asidero real. Es lo que tiene la memoria emotiva y las sorpresas que un parlamento a veces da, como con la reforma laboral o con el voto errado de un diputado de Junts el día de la investidura de Feijóo. Por ello, y también por las filtraciones desde Waterloo sobre el desagrado con el discurso de ayer de Sánchez, al votar la portavoz Miriam Nogueras con un tímido «sí» también ha habido respiraciones profundas desde PSOE y Sumar.

La explosión del PSOE ha sido enorme, aunque no tanta como la de enero de 2020. Esta vez los pactos han estado cerrados con bastante antelación pero las concesiones han sido más agrias. Con los minutos los diputados y asesores y militantes se han ido relajando y desde el patio del Congreso se escuchaban aplausos y ovaciones de la sala contigua al hemiciclo reservada exclusivamente para miembros del Ejecutivo. En un video de un militante que pudo ver NAIZ se vio a Sánchez esperado por no menos de una treintena de funcionarios y militantes en dos filas en dicha sala.

La euforia había empezado un rato antes con Patxi López, el portavoz y exlehendakari, que ha embestido con crudeza contra Feijóo, PP y Vox, lamentando que no se condenaran las agresiones a diputados socialistas (Herminio Sancho, de Aragón, fue insultado y le lanzaron huevos este mediodía en las inmediaciones del Congreso) y apostando al final por el optimismo. «No busquen tránsfugas porque aquí no los hay. Venimos de la cárcel y del exilio, somos hijos y nietos de la resistencia. Hoy, frente a su apocalipsis, nosotros vamos a seguir dispuestos a defender la alegría», ha recalcado.

La encendida ponencia de López ha provocado empatía incluso en viejos rivales políticos: la portavoz de EH Bildu, Mertxe Aizpurua, ha aplaudido durante unos segundos parte de este discurso. Ha sido cuando el dirigente del PSE ha cuestionado que el PP no condenara «el fascismo y machismo» de la manifestación frente a la sede de Ferraz del martes, donde hubo hombres cargando muñecas hinchables, en una triste metáfora que frivoliza la prostitución.

Las últimas palabras de Sánchez (el candidato siempre cierra el debate antes de la votación) han tenido una peculiaridad doble: ha dado muchas gracias en las cuatro lenguas oficiales y cooficiales y se ha equivocado al pronunciarlo en euskara, con una especie de ‘eskerrik asro’. No ha faltado quien desde las derechas echara unas risas en voz alta. Una vez acabada la tensión y con el Ejecutivo asegurado por cuatro años más, un cargo del PSOE se permitía la broma de decir que alguien tendrá que enseñarle ahora a pronunciar mejor.

A diferencia del debate bronco de este miércoles, la segunda sesión ha transcurrido con más calma, en parte porque alrededor de un tercio de los diputados del PP y todo el grupo Vox no han estado en buena parte de la mañana. La ultraderecha suele ausentarse cuando el ponente en plenos importantes es de EH Bildu pero esta vez tampoco han escuchado al PNV ni al Grupo Mixto.

El portavoz jelkide Aitor Esteban, decano de la cámara y que suele lucirse con sarcasmos y metáforas, esta vez ha estado más tranquilo y menos irónico, pero ha dado la nota en dos momentos. Uno, cuando acusando a las derechas de tener dobla vara y no dejar a la izquierda pactar con los soberanistas, ha apuntado que «algún día contaré los que nos ofrecieron hace dos meses». Luego se ha filtrado que era el Ministerio de Industria, aunque Feijóo lo ha negado.

Segundos después ha mirado fijo al expresidente de la Xunta y le ha trasladado, «haciendo rima como hacía con Rajoy», una frase que ha generado risas y aplausos de todo el bloque de investidura: «Alberto, tu tractor tiene gripado el motor por usar aceite Vox». Luego se ha pasado al euskara, así que el líder del PP se ha inclinado en su silla y mirado fijo a la pantalla gigante que cuelga de la tribuna y que traduce simultáneamente al castellano. Génova dio la orden explícita de nunca usar pinganillo, se sabe desde agosto, pero en un debate en que te nombran, esa prohibición puede tener efecto bumerán.

El pleno llegó a su fin en una cámara que culmina exhausta: en tan solo ocho meses hubo nada más y nada menos que tres plenos de investidura (la moción de censura de Vox con Tamames, la de Feijóo en septiembre y la que hoy concluye), con los horarios desfasados, el cansancio, la crispación y los recursos que este tipo de sesiones requieren. La ultraderecha ya no tiene los diputados suficientes para una moción, así que solo el PP podrá hacerla o algún aliado enfadado (si junta 50 diputados que firmen). O quizás el PSOE y Sumar tengan descanso hasta 2027...