Imanol Pradales: muy del partido, institucional y con algún borrón en el expediente
Probablemente, a la gente de fuera de Bizkaia Imanol Pradales apenas le suena, o no le suena nada. Sin embargo, el actual diputado de Infraestructuras y Desarrollo Territorial es una persona que, a pesar de su relativa juventud, para lo que se estila en la política institucional, cuenta con un amplio bagaje en la administración pública, donde ha ido haciendo carrera a la sombra de jeltzales de peso como José Luis Bilbao, primero, y Unai Rementeria, después. Y no pasa desapercibido que el propio PNV destacara ayer en su perfil que fue alumno de Iñigo Urkullu en la ikastola Asti Leku, y que considera al aún lehendakari «uno de sus referentes políticos». Como carta de presentación, es elocuente.
Este santurtziarra –aunque se mudó a Portugalete hace unos años–, doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad de Deusto y profesor de esa universidad en excedencia, es, según dicen quienes le conocen, gran amante del deporte, y hace gala de haber sido remero de La Sotera durante casi dos décadas. Proviene de una familia con arraigado sentimiento jeltzale y ha ido subiendo peldaños en el escalafón sin hacer mucho ruido pero con paso firme. Su designación ha causado cierta sorpresa, no era el favorito, pero tampoco demasiada entre quienes le conocen a él y saben de su creciente influencia.
Empezó primero como asesor de la Diputación, en 2006, y no tardó en ser nombrado director gerente de lo que hoy en día es BizkaiaTalent, asociación destinada a la «atracción, retención y vinculación de talento» impulsada por la propia institución junto con algunas empresas y universidades. En 2011 empezó su trayectoria como diputado. «José Luis Bilbao me preguntó si quería ser diputado de Promoción Económica y, después del susto y hablarlo en casa, le dije que sí», exponía el propio Pradales en la web de su partido en la campaña electoral de mayo.
Acciones de una constructora De Promoción Económica pasó a Desarrollo Económico y Territorial en 2015, y fue en esas mismas fechas cuando saltó un escándalo que emborrona su expediente, aunque no lo suficiente en opinión de su propio partido. El 18 de noviembre de ese año, Radio Bilbao informó de que Imanol Pradales había adquirido, ostentando esa responsabilidad institucional, 7.200 acciones de la constructora Sacyr, una información que desató cierta tormenta política y mediática en Bizkaia, que el implicado trató de sortear rápidamente.
Dos semanas después, el diputado y hoy presidenciable jelkide compareció en Juntas Generales, donde trató de excusarse por su bisoñez, aunque cargó contra el mensajero, al que acusó de proceder «de forma muy interesada». «He actuado en todo momento dentro de la ley, con el comportamiento ético, neutralidad e imparcialidad que exige el cargo», sostuvo, y añadió que tenía «la conciencia tranquila». Con todo, para cuando compareció en Juntas ya se había deshecho de las acciones.
Subsanado el desliz, legal, pero a juicio de la oposición en absoluto ético, e incluso «desacertado» en palabras del portavoz del PNV, Pradales ha ido asentando su figura en Bizkaia de forma óptima, al parecer de su partido, que ahora le encomienda tareas mayores.
Le gustan, decía en mayo, las novelas de misterio e históricas, y los ensayos «de cualquier tema». Quizá alguien escriba uno sobre lo que ha pasado estos días en Sabin Etxea. Igual mejor un thriller.