Pablo Ruiz de Aretxabaleta

Israel quiere continuar más allá de fin de año la destrucción de Gaza

Israel ha conseguido provocar una matanza de más de 18.200 personas y una devastación inédita en décadas, pero no los objetivos de «acabar con Hamas y liberar a los rehenes» con los que los justifica y para los que cree que necesitará aún meses. EEUU le insta a que acabe antes de fin de año.

Heridos en el bombardeo del campo de refugiados de Maghazi, en el suelo del hospital Al Aqsa.
Heridos en el bombardeo del campo de refugiados de Maghazi, en el suelo del hospital Al Aqsa. (AFP)

Dos meses de devastación no están siendo suficientes para que Israel pueda dar una apariencia de estar logrando sus objetivos declarados en Gaza.  Desde el 7 de octubre, el Ejército israelí ha lanzado más de 12.000 artefactos explosivos de entre 150 y 1.000 kilos sobre el pequeño territorio de la Franja, según la ONG Handicap International, dedicada a la defensa de víctimas de conflictos.

Los bombardeos han destruido infraestructura civil crítica que incluye sistemas de suministro energético, abastecimiento de agua, y servicios educativos y de salud. Han matado a 18.205 personas, y varios miles más están desaparecidas bajo los escombros; otras 49.645 han resultado heridas sin que el colapsado sistema sanitario pueda atenderlas adecuadamente; la mitad de las viviendas de la Franja, unas 305.000, han sido destruidas o dañadas, y 1,9 millones de personas –el 85% de la población– han tenido que salir de sus hogares. Buena parte se hacinan en el sur, donde se extienden el hambre y las enfermedades.

Presiones de EEUU

Y aun así, el Ejército israelí sostiene que todavía necesita unos meses más para «destruir a Hamas» y rescatar a los capturados. Según fuentes estadounidenses citadas por “The Economist”, el principal sostén de la carnicería, EEUU, está apremiando a Israel a terminar.

Aseguran que el secretario de Estado, Antony Blinken, indicó al Gobierno israelí que la operación debía acabar para el comienzo de 2024.

En público, Blinken y el presidente de EEUU, Joe Biden, han reiterado que es Israel quien decide los tiempos y que «no tiene líneas rojas» en su operación.

De hecho, su veto a un cese el fuego la semana pasada en el Consejo de Seguridad de la ONU –un veto que hoy evaluará la Asamblea General– dejó claro este apoyo, reiterado, además, con la aprobación de una entrega de munición por valor de 106,5 millones de dólares, en un procedimiento exprés que se saltaba el aval del Congreso.

Pero la presión también aumenta sobre Biden, fuera y dentro del país, y la prensa israelí coincidía en que EEUU intenta persuadir a Israel a que acabe su ofensiva este mes mientras el Ejército quiere prolongarla al menos hasta finales de enero. Según el asesor de seguridad nacional israelí Tzachi Hanegbi, los objetivos de «acabar militar y políticamente con Hamas» y rescatar a los rehenes no pueden alcanzarse en semanas, «y no estoy seguro de que pueda ser medidos en meses».

Hace un mes, el ministro de Exteriores, Eli Cohen, opinaba que Israel contaba aún con «dos o tres semanas» de impunidad antes de que aumentara la presión internacional para que sus aliados le pidieran que pare la carnicería en Gaza, pero trabajaba para alargar esta «ventana de legitimidad».

Hamas no liberará rehenes sin negociación

El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, que considera la más mínima crítica un «apoyo a Hamas», rechazó los llamamientos a un cese el fuego de varios países europeos, como el que ayer pidieron los Gobiernos irlandés, español, maltés y belga, en una carta en la que solicitan al presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, que la UE asuma esta postura.

«Ya es suficiente», dijo en cambio el embajador de China ante la ONU, Zhang Jun, al respaldar el alto el fuego.

Soldados israelíes apostados frente a un barrio gazatí destruido. (Menahem KAHANA/AFP)

Por su parte, Hamas advierte de que ninguno de los capturados el 7 de octubre, que Israel calcula que son 137, saldrá vivo sin un intercambio y una negociación «y sin responder a las demandas de la resistencia».

Mientras el Ejército israelí afirma destruir cada día infraestructura de Hamas y matar a sus miembros, ayer siguió aumentando con decenas de personas la lista de civiles muertos en ataques en Jan Yunis y Rafah, en el sur de la Franja, donde se concentran cientos de miles de civiles tras huir del norte y que Israel afirma que son «seguras».

También fueron atacadas viviendas en los campos de refugiados de Yabalia, en el norte, y los de Nuseirat y Maghazi, en el centro de la Franja. Más de 200 personas murieron y otras 416 resultaron heridas por estos ataques mientras un gran número de víctimas seguían bajo los escombros o tiradas en calles. 

«Gaza se ha vuelto inhabitable», alertó la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (Unrwa), que detalló que ahora hay 1,3 millones de personas hacinadas en sus escuelas e instalaciones, que también son objetivo para Israel, y donde ha matado ya a más de 275 personas.

Las brigadas Al Qasam, brazo armado de Hamas, siguen combatiendo con las fuerzas israelíes, que han perdido al menos a 104 soldados.

Borrell admite una situación apocalíptica

La situación en Gaza es «apocalíptica» para la población civil, admitió el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, para quien el nivel de destrucción es superior al sufrido por las ciudades alemanas durante la Segunda Guerra Mundial. El responsable diplomático describió el panorama «catastrófico» de Gaza, afirmando que el nivel de sufrimiento humano constituye un «desafío sin precedentes». Sin embargo, las sanciones que estudiaron los Veintisiete y probablemente aprobarán, a petición de Alemania, Italia y el Estado francés, no serán contra Israel, sino contra Hamas. También discutieron posibles sanciones contra colonos israelíes autores de pogromos mortales en Cisjordania, para las que, sin embargo, «no hubo unanimidad». Los socios de la UE quieren equilibrar de alguna forma su postura, si bien la violencia de los colonos acompaña la lanzada por el Ejército israelí y ya han dejado más de 260 muertos en dos meses.

Jordania y Líbano se suman al paro

Los comercios, escuelas, oficinas y bancos de Jerusalén este y Cisjordania no operaron ayer por la huelga general contra la agresión de Israel. Las calles vacías y los portones cerrados de los comercios turísticos y cafés daban a la Ciudad Vieja de Jerusalén un aire fantasmal. La vida se paralizó también en ciudades de Cisjordania ocupada y cientos de personas marcharon en Ramala coreando consignas contra los crímenes de la ocupación.

Las Fuerzas Nacionales e Islámicas, que aglutinan a las principales formaciones palestinas, realizaron la convocatoria a nivel internacional. Así, las instituciones públicas y el sector privado en Líbano también cerraron sus puertas en solidaridad no solo con Gaza, sino también con las aldeas fronterizas libanesas bombardeadas por Israel. Las sedes del Gobierno permanecieron clausuradas y el Ministerio de Exteriores también suspendió las labores de sus misiones en el extranjero. Las calles de varios barrios de Beirut, Tiro, Trípoli y Akkar quedaron desiertas. En Jordania, el sector privado anunció su cierre total. En menor medida, hubo seguimiento en Turquía –con comercios cerrados en Estambul– en EEUU o en Canadá.

En esta jornada de huelga y la noche previa al menos 28 palestinos, entre ellos un menor, fueron detenidos por las fuerzas de Israel en varios puntos de Cisjordania. En Hebrón, el Ejército demolió una vivienda de dos plantas, con lo que ya son 300 las demoliciones llevadas a cabo en Cisjordania este año.

Fósforo blanco

EEUU recordó a Israel que las municiones de fósforo blanco que le suministró solo se pueden utilizar para iluminar campos de batalla y no para atacar a personas, después de que «The Washington Post» confirmara que el Ejército israelí utilizó esa sustancia en un ataque en el que hirió a nueve civiles en el sur de Líbano en octubre . «Vamos a preguntar para saber un poco más de lo sucedido», dijo el asesor de Seguridad de la Casa Blanca, John Kirby.