Carlos Gil
Analista cultural

Huele a podrido en Zaldibar

HONDAMENDIA
Autor: Harkaitz Cano. Intérpretes: Ander Lipus, Maite Larburu, Manex Fuchs, Ruth Guimera, Eneko Gil, Ane Sagüés, Joan Ander Urresti. Escenografía: Fran Dussourd. Vestuario: Xabier Mujika. Dirección: Ximun Fuchs. Producción: Axut!, Artedrama. Lugar: Teatro del Barrio (Madrid) - 12-12-2023.

Obra ‘Hondamendia’ de Axut! y Artedrama.
Obra ‘Hondamendia’ de Axut! y Artedrama. (Ainhoa RESANO)

Partiendo de una tragedia, de un accidente, de un acto negligente, de la muerte de dos trabajadores en una escombrera de Zaldibar, se arma una obra teatral que destaca por su ambicioso planteamiento escénico, por la aplicación de múltiples recursos y lenguajes que van configurando un alegato que va de los datos, del relato oficial, a las emociones que este desgraciado acontecimiento mezclado con la pandemia del covid van afectando de manera directa y excepcional tanto a familiares de los desaparecidos, a su entorno laboral, a quienes deben atenderlos y quienes deben desde la oficialidad mantener un discurso que exonere, al menos provisionalmente, al Gobierno Vasco, al propio Ayuntamiento y a todas las instituciones que por una u otra razón no estuvieron vigilantes, ni fueron capaces de reaccionar a la situación sobrevenida con la suficiente eficacia y, sobe todo, con una falta de solidaridad o empatía con los afectados.

El punto de partida es nítido, el posicionamiento de todo el desarrollo de la obra también se ve claramente desde el inicio, lo que podríamos cuestionar en parte es el cómo y, sobe todo, el descubrir una vez más que no es necesario decirlo todo de manera tan explícita en una propuesta dramatúrgica con tantas ramas, tramas, o subtramas, por lo que en esta función presenciada en euskera con sobretitulación al castellano, se producía un sensación de acumulación que era más notable cuanto más intención realista se proponía, siendo las partes de mayor poesía escénica donde ese aire fresco de una poética no narrativa elevaba la capacidad comunicativa, el valor artístico de la propuesta ya que el posicionamiento ante los hechos ocurridos y lo sucedido estaba esclarecida desde el prime momento.

Hay que señalar que, en el Teatro del Barrio, aparecía un esfuerzo de movimientos, al haber tantos elementos físicos, tantas pantallas, tantos intérpretes, esa sensación de acumulación operaba en un sentido a favor de la metáfora, pero limitaba la grandeza de la puesta en escena.

El equipo actoral hace un derroche notable de fregolismo, de cambiarse de vestuario, peluca y personaje constantemente, de acciones naturalistas a ejercicios más metabólicos, de cantar, bailar, moverse acompasados. En este sentido es impecable.

Es una buena puesta en escena, porque además se usan de manera eficaz grabaciones de vídeo previas, emisiones en streaming de las propias acciones, varias pantallas que van generando un tejido escénico multidisciplinar que en ocasiones está muy por encima de su texto dramático que es, en momentos muy utilitario, y en otros, cuando se aparta de la sumisión documental estricta, logra mejores cuotas de valor artístico.

Una buena propuesta, presenciada en Madrid, en Lavapiés, con público amable, entregado, en euskera, con una sobretitulación que debido al complejo sistema de iluminación y las medidas físicas de la sala, se perdía en alguna ocasión y que sucedía en una sala privada referencial.