Natxo Matxin
Redactor, con experiencia en información deportiva

Un torneo que aglutina reticencias morales, económicas y deportivas

El fútbol de élite va donde está el dinero y los países del Golfo Pérsico productores de hidrocarburos lo tienen a espuertas. Afanados en lavar su imagen, este deporte es un excelente escaparate. El Mundial de Qatar se convirtió en la máxima expresión, pero la Supercopa español es su hermana menor.

Varios jugadores rojillos, en el avión que les llevó hasta Riad.
Varios jugadores rojillos, en el avión que les llevó hasta Riad. (Osasuna X)

Jugar la final copera de La Cartuja le trajo de rebote a Osasuna una plaza para disputar la Supercopa, un torneo que desde que se juega en Arabia Saudí –a partir de la temporada 2019-2020– ha contado con numerosas críticas de índole social, económico y deportivo.

Unas reprobaciones que no parecen haber causado efecto alguno en el organismo que lo gestiona, la RFEF, habida cuenta de que el primer acuerdo con la monarquía absolutista –por tres años–, se ha prolongado a una década, hasta 2019.

En un informe de Amnistía Internacional relativo al año 2022 se recoge cómo los tribunales de dicho país «aplicaron la pena de muerte tras juicios manifiestamente injustos» –el 12 de marzo se llevó a cabo una ejecución colectiva de 81 hombres–, además de encarcelar a activistas «por ejercer pacíficamente sus derechos a la libertad de expresión y de asociación».

Dicha ejecución provocó que miembros del Parlamento Europeo emitiesen una declaración, condenándola e instando a las autoridades saudíes a establecer una morato- ria que no cumplieron. A ello hay que unir que Amnistía Internacional acusa a Arabia Saudí de cometer «crímenes de guerra» en el conflicto armado que se vive en Yemen.

Reparto desigual

Entrando en un apartado más material y menos humano, la actual Supercopa también destaca por su desigualdad en el capítulo económico. El escándalo de los audios entre el por entonces presidente de la RFEF, Luis Rubiales, y el ex futbolista Gerard Piqué y propietario de Kosmos, empresa intermediaria que ha llevado el torneo a Arabia Saudí, en los que negociaban comisiones millonarias, no deja margen a la mínima duda.

El reparto entre los clubes participantes es totalmente dispar, dando especial trato de favor a los mastodontes Real Madrid y Barcelona. Ello provocó que, tras la disputa de la primera edición en Riad, el Valencia recurriese a los tribunales ordinarios por esa diferencia y que, a los tres años, recibiese una posterior compensación de la RFEF al llegar a un acuerdo extrajudicial.

Por lo que ha trascendido, aunque sin confirmación oficial del club, Osasuna cobrará una cantidad mínima sobre los dos millones de euros, aunque su presidente, Luis Sabalza, ya dejó caer tras la comida navideña con los medios que todavía no se habían resuelto las discrepancias económicas con dicho órgano futbolístico en torno al reparto de la final copera.

Aficiones ninguneadas

Y en cuanto a lo deportivo, la Supercopa está totalmente diseñada para que sea un duelo entre Barcelona y Real Madrid, además del papel secundario que ejercen las aficiones de los equipos en liza.

El formato a cuatro posibilita que culés y merengues tengan casi plaza asegurada por muy mal que les vaya la temporada anterior y las hinchadas tienen que conformarse con seguir a sus ídolos desde la pequeña pantalla, habida cuenta de lo costoso del viaje y alojamiento.

Como muestra, un botón. El club rojillo disponía de 3.000 entradas para sus socios y simpatizantes y finalmente solo 74 hicieron efectiva su retirada del billete.

Para más inri, hasta tal punto es la polarización de los seguidores saudíes en función de los colores blanco o azulgrana que no dudan en pitar masivamente a los rivales.