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Un ‘árbol’ de algas en Baiona para experimentar en la reducción de la huella de carbono

Una planta un tanto especial florece desde hace unos días junto al Puente Grenet, en Baiona. Es un ‘árbol’ a base de algas, ideado por una empresa de la comarca vizcaina de Ezkerraldea, y a su sombra se desarrollará un programa transfronterizo para reducir la huella de carbono.

El segundo ejemplar de Garbiair –el primero se «plantó» en Barakaldo– se ha instalado en Baiona.
El segundo ejemplar de Garbiair –el primero se «plantó» en Barakaldo– se ha instalado en Baiona. (Patxi BELTZAIZ)

El Plan Clima adoptado por la Mancomunidad Vasca plantea reducir en un 56% las emisiones de gases causantes del efecto invernadero de aquí a 2050. Con ese fin, la institución de Ipar Euskal Herria desarrollará diferentes planes, tanto para mejorar la eficiencia energética de los edificios como para conseguir un modelo de transporte más sostenible, pero, entre sus últimas actuaciones, una llama la atención: se trata de ese árbol de carbono que extiende su particular sombra junto al Puente Grenet, en Baiona.

Para ser más exactos, se trata de un árbol artificial a base de algas. Es el segundo prototipo de la empresa Bromalgae, afincada en la comarca vizcaina de Ezkerraldea, y servirá de herramienta a un programa experimental transfronterizo que tiene como objetivo contribuir a la reducción de emisión de gases nocivos a la atmósfera.

Atendiendo a las explicaciones ofrecidas por Martine Bisauta, vicepresidenta para la Transición Ecológica y Energética de la Mancomunidad Vasca, durante la inauguración del ingenio, el pasado 1 de febrero, el árbol, bautizado como Garbiair, tiene la capacidad de «absorber en torno al 30% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por el tráfico rodado de vehículos».

La empresa promotora del árbol de algas remarca que se trata de un útil de apoyo, a sumar a otras muchas actuaciones destinadas a alcanzar el objetivo de reducir la contaminación ambiental. Así, Guillermo Barredo, presidente de la empresa Bromalgae, explica que Garbiair «no es la solución final, pero sí un apoyo importante».

Funcionamiento de Garbiair

El árbol artificial deja entrar dióxido de carbono para que sea absorbido por las algas que se alimentan de él que, a su vez, devuelven oxígeno. Garbiair cuenta con sensores en la entrada y salida que permiten calcular el saldo de concentración de carbono en el aire.

Unos indicadores a los que estará especialmente atento Xan, estudiante de tercer curso en el diploma de Bioindustria y Biotecnología en el instituto de Saint-Christophe, en Senpere.

Será el encargado de recopilar los datos que proporcione el árbol de carbono y de renovar las algas que este alberga en su copa antes de aportar un primer informe, en unos cuatro meses.

Este segundo prototipo de árbol artificial –el primero fue «plantado» en Barakaldo-, ha contado con fondos de la institución de base municipal de Ipar Euskal Herria, así como de la agencia de desarrollo SPRI, dependiente del Gobierno de Gasteiz.

Un proyecto transfronterizo del que se ha hecho eco ‘Mediabask’, y que, según Jean-René Etchegaray, presidente de la institución de Ipar Euskal Herria, demuestra que «tampoco en materia de protección ambiental existen fronteras».