Daniel   Galvalizi
Periodista

La subida de la participación no le alcanza al BNG y el PP gobernará Galiza

Unos seis puntos más de concurrencia a las urnas no evitan que Rueda mantenga el poder pero consolidan al soberanismo como líder de la oposición, con el descalabro del PSOE. Irrumpe el trumpismo regionalista de Democracia Ourensana con un escaño. Vox, Sumar y Podemos, fuera.

Rueda rodeado de dirigentes autonómicos del PP.
Rueda rodeado de dirigentes autonómicos del PP. (@MargaProhens)

Pocos cambios pero algunas novedades. Como hace 15 años el Partido Popular seguirá gobernando la Xunta de Galiza y con mayoría absoluta, mientras el liderazgo de la oposición seguirá a cargo del Bloque Nacionalista Galego (BNG). Pero el electorado se ha movido y deja algunas fichas nuevas en el tablero.

Lo primero es que el BNG en general y Ana Pontón en particular se consolidan como fuerza opositora dominante. El voto útil del cambio ha ido a parar a la izquierda nacionalista con 145.000 votos más. El grupo parlamentario que tendrán en el Parlamento sito en Santiago de Compostela crecerá en seis escaños.

BNG ha sido la más votada en Vigo y suma un 32% del voto en total, todo un hito para una formación a punto de desaparecer en 2016

 

El Bloque araña el medio millón de votos y llega al récord histórico en sus más de cuatro décadas de historia en casi 32% del voto, todo un hito. Donde mejor ha funcionado la marca es en Pontevedra, provincia que reparte la segunda cantidad de escaños y suele ser bastión de los soberanistas. Ahí obtiene casi el 35%, con la peculiaridad de ser la fuerza más votada en Vigo. En A Coruña tiene el 32,5%, y en Ourense y Lugo, el 25% en ambas.

La coalición estuvo al borde de la desaparición en los comicios de 2016, como recuerdan muchos de los militantes cuando hablan de aquellos tiempos en que Xosé Beiras, su histórico dirigente, conformó Anova, así como con la aparición de las mareas de Podemos. Pero Pontón cogió las riendas sustituyendo a Francisco Jorquera y logró evitar el hundimiento del barco, y desde entonces no ha parado de crecer.

Sin embargo, no ha alcanzado. Decía en la entrevista publicada el sábado en GARA el cabeza de lista de la papeleta en Pontevedra, Luis Bará Torres, que si la participación electoral superaba el 65% habría un cambio de forma seguro en las mayorías parlamentarias. Pero no ha sido el caso: ha votado el 67% de los 2,6 millones de gallegos (18 puntos más que en 2020) y aunque el PP pierde dos escaños, mantiene la mitad más uno.

Descalabro del PSOE y más aún de Sumar y Podemos

Un dirigente del BNG comentaba a NAIZ al culminar el horario de votación que si bien había esperanza se veía «gris». Aunque mejoraba la participación, lo había hecho especialmente en Lugo y Ourense, sitios que votan masivamente a la derecha (allí el PP ha logrado 50 y 53%).

La misma fuente señalaba que si bien la división de la izquierda no ayuda y se podría haber conseguido un escaño más (en alusión a Sumar y Podemos, que entre ambas fuerzas no han superado el 2%), la clave es que «se necesitaba un PSOE más fuerte y eso no ha pasado».

Y es que una de las claves de esta elección es esa: el descalabro del Partido Socialista gallego. José Ramón Gómez Besteiro, el diputado que eligió el presidente del Gobierno español para representarlo allí y renovar a un partido que venía en horas bajas, no ha logrado cautivar al electorado y pierde cinco escaños con respecto a 2020. Tan solo un 14% de votos en promedio general, lo que lo convierte en la comunidad autónoma donde peor resultados obtiene en comicios regionales después de la CAV.

El trumpismo regionalista, con un eclecticismo ideológico difícil de definir pero con votantes de extracto conservador, consigue entrar al Parlamento: Democracia Ourensana tendrá asiento y llega al 8 por ciento en Ourense. La capital de la provincia es gobernada ya por el líder de ese partido, el controvertido Gonzalo Pérez Jácome. Su voto no será necesario para darle mayoría a Alfonso Rueda pero muestra que hay grietas en el frente de la derecha, aunque esos votos no necesariamente se van al bloque progresista.

Vox no acaba de calar en la sociedad gallega; la apuesta de Abascal no puede con el aparato bien aceitado del PP

 

También se constata que la ultraderecha de Vox no acaba de calar en la sociedad gallega, que vuelve a cerrarle la puerta al jacobinismo españolista. Los de Santiago Abascal han obtenido tan solo el 2,19 por ciento del total (casi 2,5 en A Coruña, donde mejor les ha ido) y la apuesta por darle un knock out a Feijóo a nivel nacional no puede con el aparato consolidado y aceitado de la maquinaria «popular».

Rueda se gradúa de político, podría decirse, ya que era presidente gracias a la designación a dedo de Feijóo y aprovechando la mayoría absoluta conseguida por otro candidato.

Ahora, a pesar de caer en votos y escaños (los dos perdidos son de A Coruña y Ourense), mantiene la Xunta y, no es poco para Génova, la única comunidad autónoma junto a Madrid en la que gobernarán con mayoría absoluta.

El cambio deberá esperar cuatro años más.