Carlos Gil
Analista cultural

Cuando el eco alimenta

TXALAPARTA
Coreografía: Jesús Rubio Gamo. Int.: Alain Maya, Arantza Iglesias, Ibon Huarte, Izar Aizpuru, Izaro Urrestarazu, Nerea Vesga, Urko Mitxelena. Mús.: Aitor Etxebarria. Dir. art.: Jesús Rubio Gamo, Jon Maya. Prod.: Kukai Dantza. Lugar y fecha: Victoria Eugenia (Donostia)  – 13-03-24 – dFERIA

‘Txalaparta’, de Kukai Dantza.
‘Txalaparta’, de Kukai Dantza. (NAIZ)

Cuando suenan coordinadas cuatro txalapartas con ocho txalapartaris se cea un campo magnético sonoro que solidifica los sentidos. Bat, bi, hiru, lau y empieza el estallido durante unos minutos y su eco flota en la escena, en los cuerpos, en los movimientos durante toda la obra hasta que la historia se cierra justamente con la misma situación, con ese golpeo rítmico de madera sobre madera, de tierra sobre aire, de notas sobre silencio, acompañados por una iluminación que convierte el conjunto en un majestuoso cuadro plástico en movimiento, como si esos cuerpo de hombres y mujeres fueran saliendo de una resaca cantábrica, en una subida y bajada de sus aguas en ritmo cíclico, acompasada, insistente, sin fin, eterna, hasta el infinito de sus átomos, como si el eco se autorenovara en cantos, en músicas ancestrales que se convierten en salmos, en textura escénica que conforma un ritual donde las emociones son corpóreas, las rutinas coreográficas se reinventan en su propia exclusividad y reiteración.

La propuesta es global en el sentido de que hasta los elementos técnicos de iluminación forman parte de la propia propuesta espacial y coreográfica. Suben y bajan, están vivas, crean parcelas de atención, ambientes, subrayan, esconden, revelan, activan las situaciones de manera sugerente, son un elemento más de la dramaturgia escénica, no son simples instrumentos, sino protagonistas.

Esta opción le confiere una singularidad, casi un manifiesto, porque las txalapartas forman parte de un acerbo cultural de primera entidad y se combina con unas danzas reconocibles establecidas en claves de avance técnico, de lenguajes contemporáneos, por lo que ese dispositivo lumínico arropa en su conjunto a los genuinos protagonistas: el equipo de intérpretes que cantan, bailan, tocan, sin desmayo, en momentos llegando a un paroxismo corporal que provoca una sensación de imposible aguantar más, un ejercicio que supera cualquier exhibición física para crear una poética del exceso, una exploración de los límites, un encuentro con la vida, el éxtasis.

Y sigue el eco de las txalapartas, un eco que alimenta las sensaciones, las emociones, las formas convertidas en abrazos.