Nerea Pena, una de las referencias del balonmano vasco por su trayectoria y palmarés ha anunciado este mediodía en Iruñea que abandona la práctica profesional por los problemas físicos que viene acarreando últimamente.
Visiblemente emocionada y acompañada por un gran número de familiares, amigos y allegados, la deportista navarra ha reconocido que este no es el final que quería a su trayectoria deportiva, «porque quería despedirme en la pista, pero el cuerpo no me responde».
Nerea Pena comenzó en el Loyola, debutó como profesional en Itxako y más tarde prosiguió su carrera en el Ferencvaros y Siófok húngaros, el Esbjerg danés y el Vipers Kristiansand noruega.
Entre sus máximos logros están dos Champions a nivel de clubes –junto a Lysa Tcahptchet, es la única jugadora estatal que lo ha logrado–, una plata y un bronce mundialistas, además de otra plata europea.
«Os he convocado para comunicaros que quiero cerrar una etapa muy importante de mi vida, la de mi carrera deportiva. No ha sido fácil tomar esta decisión, ya que desgraciadamente no he podido elegir ni el momento ni la manera de hacerlo, ni la retirada tal y como me la imaginaba», ha admitido entre lágrimas.
En el balance a toda su extensa trayectoria, Pena ha afirmado haber sido «muy afortunada» por las «oportunidades que me han dado» y «por haber coincidido con personas maravillosas».
Durante ese recorrido, la jugadora iruindarra destaca dos momentos que se le han quedado grabados. «La final de Champions con Itxako en 2011 y la plata de Budapeste en 2014», ha enumerado.
Aprendizaje deportivo y personal
«He trabajado mucho, pero también he tenido suerte de caer en equipos y en la selección en momentos muy buenos de juego y resultados, y en los que he pasado de ser una pipiola a jugadora más experimentada y referente. Me ha gustado ese aprendizaje», ha afirmado.
Del mismo modo, ha puesto de manifiesto que el deporte profesional «es más que un trabajo, es un estilo de vida, pues te permite viajar, formarte como persona, a base de convivir, sortear situaciones complicadas y resolver conflictos».
Ha desvelado, además, que tomó la amarga decisión de abandonar la práctica profesional este pasado enero. «Probablemente ha sido un proceso demasiado largo, no quería reconocer las señales que me mandaba mi cuerpo, pero el dolor diario ha sido muy duro», ha apuntado.
Una tendinopatía en su rodilla izquierda, por la que tuvo que ser intervenida dos veces, sumado a los problemas que le había dado últimamente la derecha, donde sufrió graves lesiones en 2012 y 2013, han forzado su retirada.
Entre sus retos a futuro, no ha descartado nada, tampoco que pueda ocupar algún banquillo, algo que le gusta, aunque lo ve complicado. «Aprovecho para señalar que son escasas las oportunidades que se les dan a las mujeres», ha denunciado.
Eso sí, ha matizado que, por lo que ha conversado con sus técnicos, entrenar «es muy duro», aunque tiene la opinión de que muchas exjugadoras «pueden aportar bastante a la hora de formar y dirigir por su experiencia».
Su retirada le permitirá, además, disponer de más tiempo para cuidar de su hijo, Milan, fruto de la relación que mantiene con la también jugadora de balonmano húngara Zsuzsanna Tomori. «Con una sonrisa por la mañana, él ha conseguido que todo lo que me preocupara se convirtiese en insignificante», ha comentado emocionada.