Que las elecciones del domingo fueron cosa de dos lo demuestran los mapas del PSE y del PP. Los de Eneko Andueza son tercera fuerza en la inmensa mayoría de municipios, no ganan en ninguno y se sitúan en la segunda posición solo en cuatro: Portugalete, Ermua, Lasarte y Eltziego, en todos con diferencias muy exiguas respecto al tercer partido –EH Bildu en las dos primeras y PNV en la tercera–. Es decir, el PSE pasa a tercera fuerza en habituales fortines como Irun o Barakaldo, donde se ve superada por los de Pello Otxandiano, y sigue en ese peldaño en tradicionales feudos como Zumarraga, Sestao o Santurtzi.
El progresivo declive del partido en la Margen Izquierda, primero a favor del PNV y ahora de EH Bildu, es uno de los fenómenos políticos más significativos de los últimos años en la CAV. El mapa del PSE puede llamar a engaño por la desaparición de Elkarrekin Podemos, que en 2020 relegó al cuarto puesto al PSE en varios municipios. Pese a ello, no deja de ser el reflejo de un partido que ya no disputa la victoria en ningún sitio, conformándose con que la aritmética le regale posiciones de fuerza como la de este domingo.
Pese a subir algo menos de un punto porcentual –sumó 27.000 votos más, que no es mucho teniendo en cuenta el importante aumento de la participación registrada respecto a 2020–, los dos escaños extra logrados gracias a la división de la izquierda confederal le entregan la llave de la que depende la mayoría de la actual coalición de gobierno.