Los resultados electorales en las elecciones autonómicas de Catalunya suelen estar condicionadas por el desigual reparto de escaños que provoca el gran volumen de electores concentrados en el Área Metropolitana de Barcelona y la costa de las comarcas de Tarragona y que, a su vez, son las zonas que aglutinan un mayor voto unionista o españolista. Por contra, la Catalunya rural e interior, representada por las demarcaciones de Lleida y Girona, es netamente independentista pero se ve castigada por una ley electoral que limita su poder de decisión.

Así, actualmente el Parlament de Catalunya está integrado por 135 diputados, de los cuales Barcelona elige 85; Tarragona, 18; Girona, 17; y Lleida, 15. Esto provoca que los partidos que consiguen un buen resultado en el llamado «cinturón rojo» de Barcelona acostumbran a sobresalir en número de escaños, aunque su implantación en la mayoría del territorio sea más escasa. Un claro ejemplo de ello son los resultados de Ciutadans en 2017, cuando lograron 24 de sus 36 diputados en la circunscripción de Barcelona, dando paso a un fugaz «cinturón naranja». El resto del mapa, como se observa a continuación, estaba coloreado por el rosa de Junts per Catalunya en el interior y oeste del país, mientras que en el sur de la comunidad autónoma, dominaba el amarillo de ERC.

Algo similar ha ocurrido este domingo, con la victoria de Junts en más de 700 municipios de los 947 que tiene Catalunya. El PSC ha mantenido su hegemonía en las áreas urbanas de Barcelona y Tarragona, mientras que ERC ha logrado sobresalir en algunas poblaciones de Lleida y Tarragona. Aliança Catalana ha ganado no solo en Ripoll, pueblo de Sílvia Orriols, sino también en las vecinas Campdevànol, les Llosses y Gombrèn.

Por tanto, si Catalunya se rigiera por un sistema electoral igual al de la CAV, donde los tres territorios históricos cuentan con el mismo número de parlamentarios, independientemente de su población, los resultados de este domingo serían muy distintos.

De 135 a 100

Como el artículo 56 del Estatut establece que el número de diputados en el Parlament debe ser de entre 100 y 150, pongamos que, como en la CAV, cada demarcación catalana elige 25 diputados, que a su vez conforman un Parlament de 100 escaños. El resto de condicionantes serían los mismos, es decir, una distribución de escaños regida por el sistema d’Hondt entre las candidaturas que hayan logrado al menos un 3% de los votos en una circunscripción.

En este escenario, en Barcelona, que pasaría de 85 a 25 escaños, seguiría ganando el PSC. Eso sí, bajando de 28 a 8 escaños. Junts pasaría de 18 a 5; ERC, de 12 a 4; PP, de 11 a 3; Vox, de 7 a 2; Comuns, de 6 a 2; y la CUP, de 3 a 1. Aliança Catalana seguiría sin representación en Barcelona debido a que se ha quedado a 0,13 puntos de llegar al 3%.

Al contrario de lo ocurrido en Barcelona, en Girona el número de electos se vería incrementado de los actuales 17 a 25. Por ello, Junts, fuerza vencedora en la demarcación, subiría de 7 a 10 diputados, al igual que PSC y ERC, que aumentarían en uno sus representantes: de 4 a 5 los de Illa y de 2 a 3 los republicanos. Aliança Catalana también ganaría un diputado, de 1 a 2, en la demarcación donde ha conseguido un mejor resultado porcentual, con el 9,03% de los votos, exactamente el mismo resultado que conseguiría el PP. Mientras que Vox y la CUP mantendrían su escaño, Comuns conseguiría representación con un diputado.

También Lleida vería ampliada su representación en el Parlament, siendo Junts el partido más beneficiado. La candidatura de Carles Puigdemont pasaría de 5 a 9 diputados, aventajando en tres al PSC, que lograría 6 frente a los 4 de ayer. ERC ganaría uno, de 3 a 4, al igual que PP y AC, que subirían de 1 a 2. Vox seguiría con un único diputado, mientras que la CUP lograría enviar a su cabeza de lista al Parlament. Comuns, con un 2,15% de los votos, no entraría.

Finalmente, en Tarragona, el otro bastión del PSC junto a Barcelona, la formación de Illa ganaría un electo, subiendo de 6 a 7. También Junts, ERC y PP lograrían aumentar sus representantes, pasando de 5 a 6, de 3 a 4, y de 2 a 3, respectivamente. Vox no vería cambios en sus 2 diputados, mientras que CUP, Comuns y AC, sin representación actualmente, conseguirían cada uno 1 escaño.

Con estos resultados, el arco parlamentario cambiaría en el Parc de la Ciutadella, aunque no de manera demasiado notable. En una Catalunya donde todos los territorios tuvieran el mismo peso, Junts sería la primera fuerza con 30 escaños (cinco menos que los 35 de este domingo). El PSC, con casi 200.000 votos más que la candidatura independentista, sería segundo, con 26, 16 menos que los 42 con los que contará Illa. En este caso, la caída es más estrepitosa debido a la corrección de los datos de Barcelona provincia. ERC (de 20 a 15), PP (de 15 a 10) y Vox (de 11 a 6) perderían 10 escaños cada uno. Comuns bajaría de los actuales 6 hasta los 4, el mismo número que mantendría la CUP. Por tanto, AC sería la única fuerza que lograría mejorar sus resultados, merced de los 5 diputados de esta simulación, tres más que los 2 de este domingo.

Todavía ingobernable

Pero, ¿sería más sencillo de lograr mayorías con este formato? A pesar de que los tres grandes partidos independentistas reducirían distancias respecto al bloque unionista, Junts, ERC y la CUP seguirían sin llegar a los 51 diputados que marcan la mayoría absoluta, quedándose en 49. Solo sumando los 5 de AC, una opción bastante remota en el actual escenario de pactos, se escenificaría una nueva mayoría independentista que, ahora mismo, se queda en 61 de 135 diputados.

Tanto la reedición del «tripartit» entre PSC, ERC y Comuns (45 diputados) como el pacto «a la barcelonesa» entre PSC, PP y Comuns (40) serían insuficientes para investir a Illa, al menos en primera ronda, por lo que la única unión factible que desbloquearía la situación política en Catalunya sería la de reeditar una «Sociovergència» entre PSC y Junts (56), quienes ya llegaron a un acuerdo en la Diputación de Barcelona. Sea como sea, Catalunya seguiría ingobernable.