Claves de unos comicios que apuntalarán a la ultraderecha
La UE afronta las elecciones marcada por la abstención y ensombrecida por un apoyo creciente a los partidos de ultraderecha. Algunas claves sobre las candidaturas y nuevas incógnitas en torno a cuáles serán las posibles alianzas y los retos a los que se enfrenta un actor geopolítico en declive.
Este viernes arranca la campaña para las elecciones europeas en las que cerca de 400 millones de ciudadanos están llamados a las urnas para elegir a los 720 eurodiputados que formarán el Parlamento europeo. El hemiciclo deja atrás una de sus legislaturas más convulsas, marcada por el Brexit y la pandemia, pero también por los controvertidos acuerdos sobre transición ecológica y migración y, sobre todo, por la guerra en Ucrania.
Sin embargo, los desafíos para el próximo mandato son aún más significativos en un contexto de creciente volatilidad, exacerbado por el genocidio en Gaza y el previsible avance de la ultraderecha, impulsado por una alta abstención, lo que podría alterar el histórico bipartidismo entre la derecha homologada y los social-liberales que ha dominado Europa desde las primeras elecciones en 1979.
Los comicios arrancan el día 7 de junio en lugares como Países Bajos y concluyen el 9 en la mayoría de Estados miembros, y también en Euskal Herria. Al Estado español, donde se vota en circunscripción única –y, por tanto, tiende a favorecer especialmente al PP y al PSOE–, le corresponden 61 europarlamentarios, y al francés 81.
Candidaturas
Sin Estado propio, las europeas son las únicas elecciones en las que todos los territorios de Euskal Herria votan simultáneamente, y los resultados que el 9 de junio salgan de las urnas tendrán también una lectura propia en el país. Por ejemplo, se prestará atención a la correlación entre el PNV y EH Bildu dentro del ámbito abertzale.
Los y las jeltales volverán a concurrir con Coalición Canaria bajo el paraguas de Coalición por una Europa Solidaria (CEUS), y a ellos se suman además a Proposta per les Illes (PI) de Baleares, Geroa Socialverdes de Nafarroa y la Agrupación Atarrabia. La candidata del PNV será Oihane Agirregoitia, que sustituye a Izaskun Bilbao. Al contrario que hace cinco años, esta vez el PNB sí se presentará en Ipar Euskal Herria, ya que han cerrado una coalición con diferentes formaciones ecologistas francesas de pequeño tamaño, que se presentará bajo la marca Écologie Positive et Territoires y cuyo candidato será Yann Wehrling.
Las europeas son las únicas elecciones en que todos los territorios vascos votan conjuntamente. La correlación PNV-EH Bildu volverá a centrar la atención
EH Bildu reeditará la coalición Ahora Repúblicas con ERC y el BNG, a la que este año se suma Ara Més, el socio balear de Sumar. La coalición soberanista aspira a ser la fuerza más votada en los cuatro herrialdes, según ha remarcado Pernando Barrena, que será el número 2 tras Diana Riba, de ERC. Los militantes de EH Bai decidieron «no participar activamente» en los comicios, pero Oier Imaz, miembro de la formación, irá en las listas de Ahora Repúblicas para simbolizar el apoyo a EH Bildu.
En las elecciones de 2019, las cuales coincidieron con las autonómicas y municipales, lo que aumentó la participación, Orain Errepublikak obtuvo tres escaños y 1.252.000 votos, mientras que CEUS logró un escaño y 633.000 sufragios
Por su parte, Lliures, coalición que constituyó Junts, alcanzó un millón de votos. Entonces su candidato y logo era Carles Puigdemont, pero esta vez su cabeza de lista será su exconseller Toni Comin.
Conjuntamente, las candidaturas independentistas lograron un resultado inédito con 6 escaños, 2,2 millones de votos y superando el 10% en todo el Estado.
UPN es el único partido de Euskal Herria que no tendrá papeleta. Tras el portazo del PP, que rechazó incluir a ninguno de sus representantes en la lista europea, los regionalistas no acaban de fijar posición.
En el resto del Estado español, el PSOE obtuvo una contundente victoria con 7,3 millones de votos y 21 eurodiputados, seguido a cierta distancia por el PP, que logró 4,5 millones de sufragios y 13 asientos. Las encuestas muestran una ventaja para la formación de Alberto Núñez Feijóo, aunque no tan cómoda como se preveía.
Para contrarrestar esta tendencia, Pedro Sánchez ha situado como cabeza de lista a una figura destacada en Bruselas: la vicepresidenta del gobierno español y ministra de Transición Energética, Teresa Ribera. La vicelehendakari Idoia Mendia formará parte de la lista del PSOE. Por su parte, Dolores Montserrat liderará nuevamente la lista del PP.
Tras perder a Podemos con su ruptura el pasado mes de diciembre, la candidatura de Sumar, que incluye a IU, entre otros, irá encabezada por Estrella Galán. Podemos, por su parte, presentará a la exministra de Igualdad Irene Montero.
Un hemiciclo fragmentado
El Parlamento Europeo es la única asamblea parlamentaria multinacional del mundo elegida por sufragio directo. Es, de hecho, la única institución comunitaria elegida por las urnas y uno de los tres pilares de la arquitectura de la Unión Europea (UE), junto al Consejo, que representa los intereses de los Estados miembros, y la Comisión Europea, (CE) la cual ostenta el poder ejecutivo.
La elaboración de la legislación comunitaria reposa sobre el Consejo y el hemiciclo, que a su vez desempeña un papel clave en la elección del presidente de la CE y en la designación de los comisarios que forman su equipo, así como en exigirles que rindan cuentas por sus acciones. Asimismo, el hemiciclo tiene la responsabilidad de aprobar el presupuesto de la UE y supervisar su uso.
Los partidos concurren a las elecciones de forma nacional, pero posteriormente constituyen grupos parlamentarios transnacionales, en función de la familia política europea a la que pertenezcan. De esta manera, la UE afronta sus décimas elecciones marcada por el fantasma de la abstención y ensombrecida por un apoyo creciente a los partidos de extrema derecha.
Una macroencuesta vaticina que las fuerzas de ultraderecha pueden ser primeras en nueve Estados, cuatro de ellos fundadores de la UE
Los pronósticos de la macroencuesta realizada por Ipsos vaticina que las formaciones de ultraderecha saldrían de las elecciones europeas como primera fuerza en nueve países, entre ellos en cuatro de los miembros fundadores de la UE: Estado francés, Italia, Bélgica y Países Bajos.
Actualmente, la ultraderecha está representada en dos grupos: Los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), una amalgama de partidos donde está Fratelli d'Italia, de Georgia Meloni, Vox, y que podría integrar al Fidesz húngaro de Viktor Orban. El otro es Identidad y Democracia (ID), del que forma parte Rassemblement National de Marine Le Pen, la Lega, de Italia y Alternativa para Alemania (AfD), entre otros. Las dos familias, aunando sus respectivos escaños, se erigirían como segunda fuerza.
En el Estado español, Alemania, Portugal, Polonia y otros ocho países del bloque se impondrían las fuerzas conservadoras de la familia política del PPE, que deberían repetir la actual "gran coalición" con el Grupo de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas y Renovar Europa para alcanzar una mayoría estable que evite unos pactos con la extrema derecha que tanto el líder del PP europeo, Manfred Weber, y la propia presidenta del CE, Ursula Von Der Leyén, no han descartado.
La Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas puede sufrir un leve descenso, mientras que el descalabro en Renovar Europa, el grupo liberal al que están adscritos PNV y Ciudadanos, puede ser manifiesta. Por tanto, la mayoría cada que forman junto al PPE deberá contar con el apoyo de los Verdes, que también perderán diputados, y al que pertenecen BNG y ERC. Así, Ahora Repúblicas se dispersará en los Verdes y The Left, puesto que EH Bildu formará parte este grupo, el mas minoritario pero que las encuestas lo sitúan al alza. El Sinn Féin es el único partido de esta famlia que puede ganar en uno los países de la UE.
Retos presentes y futuros
En este contexto, la cita europea enfrenta la amenaza de un voto de protesta que podría impulsar el evidente auge de la extrema derecha en el continente, junto con el temor a una alta tasa de abstención en la mayoría de los Estados. En los últimos comicios, los países del este del continente fueron los más abstencionistas, a pesar de que el porcentaje de ciudadanos que acudió a votar en 2019 en el conjunto de la UE (50,6%) fue el más alto registrado desde 1994.
Lo cierto es que las elecciones europeas no generan gran interés, en parte debido a la percepción de lejanía de sus instituciones, y el desapego no hizo más que aumentar tras una década de políticas de austeridad impuestas por la UE.
Un repaso a algunas de las políticas impulsadas en la última legislatura ayuda a entender las razones de este fenómeno. En el ámbito económico, el Banco Central Europeo ha seguido la senda de la Reserva Federal estadounidense de subir los tipos de interés. Además, el anunciado fin de las ayudas destinadas a enfrentar los precios de la energía no ha mejorado la situación.
En la política exterior, la guerra en Ucrania no ha consolidado a la UE como un actor autónomo, y la respuesta al conflicto en Gaza ha evidenciado su hipocresía. Además, se ha entregado a un belicismo cuyas consecuencias todavía están por verse. Paralelamente, la industria militar estadounidense se frota las manos por el compromiso de los países de la UE de alcanzar el 2% de sus PIB en gasto militar.
En materia medioambiental, todo indica que los hechos no seguirán a las promesas de Von der Leyen, que aspira a un segundo mandato, ante la evidencia de que todo es bastante más complicado que cambiar los combustibles fósiles por renovables. Las protestas agrícolas propiciaron que la presidenta de la CE retirara la polémica ley de pesticidas europea, la primera derrota del Pacto Verde.
Migración, transición ecológica, Ucrania... grandes temas en un contexto de temor a alta abstención
El Pacto de Migración, que establecerá un mayor control de las fronteras exteriores de la Unión Europea y ofrecerá a los gobiernos una ‘solidaridad a la carta’ para eludir la acogida de personas también ha sido criticado por diversas asociaciones «porque legaliza y amplía prácticas como las devoluciones en caliente y las deportaciones».
A pesar de algunas medidas útiles durante la pandemia y la crisis energética, la UE no ha logrado proporcionar respuestas efectivas a los principales desafíos contemporáneos. Reemplazar la dependencia energética de Rusia por una dependencia similar de EEUU no parece ser una solución favorable. Tampoco lo es, desde una perspectiva geoestratégica, fortalecer la sumisión a Washington en un mundo cada vez más multipolar.
En muchos ámbitos, sigue con recetas obsoletas que agravan las múltiples crisis en las que está inmersa. La UE se enfrenta a nuevo curso con cambios importantes, algunos arrastrados del pasado y que aspiran a agravarse con un Parlamento inclinado hacia la extrema derecha.