Tras los recientes trofeos a ‘Aftersun’ y ‘Tiger Stripes’, el Jurado de la competición dedicada a las primeras y segundas obras premió ayer a Simón de la montaña, ópera prima de Federico Luis con Lorenzo Ferro, el aniñado protagonista de ‘El ángel’ (2018). La película es un retrato callado de las transgresiones que Simón empieza a acometer dentro de un grupo con diversidad intelectual como resultado de un traumático accidente en la montaña.
La victoria se ha vivido como un gesto de confianza en el músculo de la industria argentina, hoy amenazada por el gobierno del ultraconservador Javier Milei. Así lo ha explicado Lorenzo Ferro al recoger el premio: «Solo voy a decir una cosa y es que en este momento necesitamos el apoyo de todo el mundo para mantener vivo el fuego del cine argentino».
De hecho, el domingo unas cincuenta personalidades del cine argentino organizaron una breve protesta para visibilizar la gravedad del desmantelamiento oficial del INCAA argentino, al cargo de los fondos y el archivo cinematográfico del país. La cineasta María Alché leía un manifiesto: «Es muy probable que los festivales de cine de los próximos años tengan poquísima o nula representación argentina».
Advertía: «Esto no nos hace más libres ni más ricos, muy por el contrario, profundiza el rumbo marcado por el presidente: hambre, ignorancia e intolerancia. Condenar el futuro del cine argentino, no solo es un error desde el punto de vista económico, sino que también pone en riesgo nuestro legado y el derecho inalienable del pueblo argentino de acceder a una cultura propia».
Viva Brasil y larga resaca a Karim Aïnouz
Recogía el premio a la Interpretación Revelación de la Semana de la Crítica el actor brasileño Ricardo Teodoro, protagonista de ‘Baby’ (Marcelo Caetano), otro retrato de una adolescencia marginal, esta vez en el mundo del trabajo sexual en Brasil. El Cine Queer Brasileño está viviendo un momento de pujanza en festivales, sobre todo entre cineastas jóvenes de la talla del mismo Caetano, el tándem de Joana Pimenta y Adirley Queirós (‘Mato seco em chamas’) o Gustavo Vinagre (‘Três tristes tigres’); el futuro del cine ya se encuentra en las manos de quienes tienen filmografía por delante.
Esta mañana se comentaba entre la prensa acreditada que por la noche Karim Aïnouz, ganador en Un Certain Regard por ‘La vida invisible de Eurídice Gusmão’, estrenaría su nuevo thriller erótico queer. Thriller, lo era: huyendo tras un golpe fallido, el joven matón Heraldo (Iago Xavier) se esconde en un motel sórdido, de penetrante hedor a matacucarachas y neones por doquier, manejadas por Hélène Louvart (Retrato de una mujer en llamas) en una alucinada dirección de fotografía.
Erótico, también: Heraldo inicia un affaire con la esposa del propietario del motel, violento e impulsivo, quien a su vez trata de conquistarlo. El triángulo, además, se desarrolla entre los constantes gemidos de placer de la clientela, una de tantas salidas bufas entre la tensión creciente… ¿Y queer? He aquí la mayor virtud de la película. Aunque el juego de seducción entre ellos no se explicite en ningún momento, todo el reparto actúa en un registro tan ambivalente –siempre entre la gravedad máxima y la pura farsa– que comprenderlos queda a un juego de espejos contradictorios.
Sean Baker, a favor de los derechos de las trabajadoras sexuales
La titularitis de la prensa esta edición continúa, hoy con las insistentes preguntas a Sean Baker (‘Anora’) sobre el mundo del trabajo sexual: «Es importante explorar qué es el trabajo sexual en la era moderna y cómo se aplica en una sociedad capitalista; es un trabajo, un medio de vida, es un trabajo, es una carrera y debe ser respetado. En mi opinión, hablo por mí mismo, debería ser despenalizado y desregulado», concluyendo, «es su cuerpo y depende de ellas decidir cómo utilizarlo en su sustento».
Aplaudimos, en cualquier caso, que los titulares sirvan para iniciar debates necesarios más allá de la pantalla.