La falta de marco vasco de lucha demoscópica resta expectación al 9J
El lunes se acabó el plazo para la publicación de encuestas sobre las elecciones europeas del 9 de junio y la verdad es que por aquí, ni fu ni fa. No atraen. No hay forma de engancharse. Con eso de la circunscripción única para todo el Estado español, los titulares de quienes las encargan o dan cuenta de ellas solo se fijan en si va a ganar el PP (como dicen la mayoría) o el PSOE (como apunta el CIS, siempre a contracorriente). Así que quienes tenemos una concepción nacional vasca hemos de andar buceando por debajo de Vox y en algún caso hasta incluso de ‘Se acabó la fiesta’ para ver cómo van en los trackings (suena a experto escribirlo) Ahora Repúblicas y CEUS, que es donde van empotrados los candidatos y candidatas de EH Bildu y PNV por imperativo pragmático-legal.
La cuestión es que las muestras de los sondeos son poco significativas cuando del voto vasco se trata. Por ejemplo, el trabajo del instituto 40dB. para ‘El País’ y la Cadena Ser ha entrevistado a 2.000 personas, lo que según el Cupo del 6,24% de la CAV nos da 125 en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa, y el 1,6% de la aportación navarra son 24 llamadas. En total, unas 150 personas. Poco para sacar conclusiones. Mayor es la muestra del CIS, que hizo 361 entrevistas en la CAV y 101 en Nafarroa, pero suman un 462 también escaso, al margen de la fiabilidad que se le pueda atribuir.
Así que, de cara a las urnas que nos plantarán el próximo domingo, vascos y vascas estamos carentes de adrenalina demoscópica, ayunos de anuncios de batallas épicas sobre quién puede ganar desde el Ebro hasta el Aturri. Se da por hecho que Ahora Repúblicas repetirá los 3 eurodiputados actuales, lo que asegurará el escaño de Pernando Barrena, mientras que, aunque algunos sondeos como el CIS ponen en duda que Oihane Agirregoitia pueda obtener su acta. Beñat Zaldua ya nos explicó en este mismo medio que resulta prácticamente imposible que el PNV no llegue al mínimo necesario.
Pero esto no es nada comparable con la pugna de las últimas elecciones autonómicas y su concentración de encuestas de Lehendakaritza, CIS, EiTB Focus, Vocento, NAIZ-GARA y otras cabeceras de nuestro quiosco. Que si va a ganar uno pero el otro puede que le vaya a pasar en escaños, que si victoria clara por una parte, que si «empate técnico» (esto se usó mucho). Luego votamos lo que votamos y salió lo que salió, y algunos se contentaron con haber ganado a esas encuestas, incluso a aquellas manejadas por ellos mismos y que les tenían en un sinvivir.
Ahora flotamos en un contexto muy rojigualdo y la pelea está entre PP y PSOE, con Pedro Sánchez asegurando desde el Congreso de los Diputados que la derecha «volverá a perder». Ahí se han puesto los focos. Aunque lo que de verdad debería hacerse mirar el sicólogo de los españoles es por qué se augura que la plataforma de un fascista digital calumniador puede llegar a obtener un escaño (o dos) moviéndose al margen de los circuitos mediáticos estructurados. Sin apenas salir en las teles generalistas, ni en las cadenas de radio ni en los grandes rotativos, será aupado hasta Bruselas por un canal de Telegram con más de 480.000 suscriptores, unos vídeos en Youtube y, sobre todo, la estulticia generalizada.
Así que igual que reclamamos un marco vasco de relaciones laborales, hemos de pelear –¡pero ya!– por el marco autónomo de lucha demoscópica o, lo que es lo mismo, por la presencia directa en las instituciones europeas. Aunque solo sea por tener un poco más de chicha con las encuestas y tema de conversación durante la campaña.