Mauricio MORALES
JENÍN

Un funeral en Jenín

Los palestinos de la ciudad de Jenín viven entre las cada vez más frecuentes y letales incursiones del Ejército israelí y el dolor por las víctimas, que superan ya el medio millar en toda Cisjordania desde octubre. Dos días después del último funeral, ayer añadieron siete muertos más.

  Cortejo fúnebre que trasladó el cuerpo de Nidal Ziad al-Amer, de 23 años, a uno de los cementerios del campo de refugiados de Jenín tras recorrer las calles de la ciudad.
Cortejo fúnebre que trasladó el cuerpo de Nidal Ziad al-Amer, de 23 años, a uno de los cementerios del campo de refugiados de Jenín tras recorrer las calles de la ciudad. (Ayman NOBANI | XINHUA | EUROPA PRESS)

Los habitantes de Jenín, donde se han ampliado las incursiones del Ejército israelí, que antes se enfocaban más en el campo de refugiados, aguardan un nuevo operativo militar, de esos que se han multiplicado desde los últimos meses del año pasado.

Esta vez se espera una represalia más dura por parte de las tropas israelíes después de que el 27 de junio un capitán de 22 años muriera y más de una docena de soldados resultaran heridos, algunos de ellos gravedad, al estallar una carga explosiva colocada por milicianos palestinos que combatían a las fuerzas sionistas que atacaban la ciudad.

La carga explosiva fue colocada en una de las calles de Jenín y accionada al paso de uno de los vehículos blindados del convoy, que realizaba una redada nocturna en la ciudad.

El oficial, comandante del equipo de francotiradores de la Unidad de Reconocimiento Haruv de la Brigada Kfir, descendió del blindado de transporte Panther y, en ese momento, fue accionada una segunda bomba, que fue la que le mató e hirió a una docena de soldados. Los heridos fueron transportados en helicóptero fuera de la Cisjordania ocupada.

Diez días antes, el 17 de junio, en otra incursión, el Ejército israelí le disparó en una pierna y le rompió un brazo a Mujahed Abadi, un joven palestino de 24 años. Según relató a Al-Jazeera, cuando trató de refugiarse fue localizado por soldados israelíes, que le golpearon incluso en sus heridas antes de atarle sobre el capó de un jeep blindado para pasearlo por las calles de Jenín, utilizándolo como un escudo humano.

Estas incursiones armadas en la ciudad de Jenín siguen extendiéndose por toda la Cisjordania ocupada, mientras la entidad sionista continúa bombardeando de forma indiscriminada la Franja de Gaza.

El último informe de la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) cifra en 28 los ataques aéreos realizados por las fuerzas israelíes en la Cisjordania ocupada, que han matado a 77 palestinos, 14 de ellos menores de edad, desde el 7 de octubre.

Según el mismo documento, 539 palestinos, incluidos 131 niños y niñas, han perdido la vida a manos de soldados y de colonos israelíes en ese territorio palestino.

El recurso a los ataques aéreos sobre zonas civiles y de incursiones precisas de fuerzas especiales en la Cisjordania ocupada puede marcar una nueva estrategia del Ejército israelí que evidenciaría una falta de efectivos militares que podrían estar destinados a una posible invasión del sur de Líbano.

El pasado miércoles, en una incursión sigilosa, las fuerzas especiales israelíes en Jenín, que están llevando a cabo numerosos operativos en la ciudad, mataron a un combatiente palestino.

A finales de enero se infiltraron en el hospital Ibn Sina de la ciudad, vestidos con ropa de mujer y mataron en sus camas a tres milicianos heridos.

Cortejo fúnebre
Las sirenas comenzaron a sonar el miércoles mientras, a plena luz del día, un grupo de fuerzas especiales entraba en la zona industrial de la ciudad y ejecutaba al palestino Nidal Ziad al-Amer, de 23 años, reconocido combatientes de la localidad.

Su cuerpo llegó al hospital, donde su madre y otros familiares lo esperaban, junto a un grupo de milicianos que aguardaba la entrega de su cuerpo para ser sepultado en uno de los cementerios del campo.

 

Muchas de las tumbas son nuevas y se mezclan con las fotografías de combatientes de años anteriores

 

El cortejo fúnebre, como es costumbre, recorrió las calles de Jenín, mientras combatientes armados disparaban al aire, gritaban consignas y coreaban cantos en homenaje a su compañero caído.
Momentos de silencio, cierre de comercios y habitantes de Jenín que salían a despedir a Nidal Ziad al-Amer al paso del cortejo. El silencio se rompía de nuevo con las ráfagas de fusiles de asalto.

El calor de la tarde en Jenín arreciaba sobre la marcha fúnebre. De pronto, desde una ventana de un cuarto piso, una mujer sacaba una manguera para rociar con agua a quienes acompañaban al cadáver del joven al que los militares israelíes habían matado unas horas antes. La sangre manchaba la sábana que cubría su cabeza. Nuevas ráfagas de fusil y una parada en la mezquita del campo de refugiados de Jenín, donde todo quedó en silencio.

El cadáver recorrió por última vez las calles del campo de refugiados donde, seguramente, hizo frente muchas veces a las incursiones armadas israelíes, hasta llegar a su última morada: uno de los cementerios del campo, ya que el primero, donde reposan los restos de muchos milicianos muertos en la ciudad, no tiene capacidad para acoger más cuerpos.

Muchas de las tumbas son nuevas y se mezclan con las fotografías de combatientes de años anteriores. Un niño lloraba frente a la tumba de un familiar, mientras una retroexcavadora con impactos de bala visibles cubría la sepultura.

Los combatientes armados que acompañaron al cortejo fúnebre de  Nidal Ziad al-Amer se dispersaron; los civiles volvieron a sus casas, algunos negocios permanecieron cerrados y otros reanudaron su actividad.

Como ya ocurrió en 1948, como sucedió también durante la primera y la segunda intifadas y como pasa en la actualidad entre incursión e incursión israelí, la vida sigue en Jenín. De algún modo, continúa y seguirá como lo ha hecho durante décadas de ocupación.

Siete funerales más
Dos días después del funeral de Nidal Ziad al-Amer, mientras algunos de los residentes de la ciudad se preparaban para la celebración del año nuevo islámico, el Ejército israelí llevó a cabo una nueva incursión en el barrio de Horsh Al-Saada.

Fuertes explosiones y ráfagas de fusil se escucharon por las desiertas calles de Jenín. Las fuerzas israelíes dispararon misiles energa (antitanque) contra dos viviendas y  mataron a cuatro jóvenes combatientes palestinos.

Las ambulancias del Hospital Jalil Suleiman, que se encuentra cerca del campo de refugiados de Jenín, transportaban personal sanitario equipado con chalecos antibalas de protección a la zona donde se desarrollaban los enfrentamientos. En muchas ocasiones las ambulancias son detenidas, bloqueadas y atacadas por fuerzas israelíes durante su trayecto para socorrer a heridos.

Los sanitarios lograron sacar de la zona de los combates a un hombre de 53 con una herida de bala en la cabeza. Fue alcanzado por un francotirador. El hombre llego sin vida al hospital, donde lo declararon muerto después de que los sanitarios intentaran reanimarlo sin éxito alguno.

Seis de los fallecidos pertenecían a la Brigada de Jenín, que opera en la zona desde hace dos años y aglutina a combatientes de todas las milicias y facciones.

La incursión continua y. de nuevo, la ciudad se prepara para el funeral de siete personas más.