Aritz Intxusta
Redactor de actualidad

Cien años del primer muerto en el recorrido del encierro y algo de porno

Hasta 2002, Esteban Domeño fue considerado como la primera víctima mortal del encierro. El Archivo Municipal conserva fotografías del momento de la cogida. Aquel deceso conmocionó a la ciudad, aunque para algunos todavía era más grave que se vendieran libros subversivos y estampitas pornográficas. 

El momento en el que se produjo la cornada mortal hace cien años.
El momento en el que se produjo la cornada mortal hace cien años. (Jesús Cía | Archivo Municipal)

Este 14 de julio se cumplen cien años del que durante ocho décadas se consideró el primer fallecido en el recorrido del encierro. Un toro de la ganadería del conde de Santa Coloma le ensartó una cornada de 20 centímetros que le alcanzó el pulmón. Ocurrió en el vallado una vez superada la Estafeta.

La cogida tuvo lugar en un encierro rápido, en el que «sin dar tiempo a la mocina a que corriera y llegase a la plaza, los toros escapados de la compañía de los mansos llegaron como una flecha a la plaza», cuenta el narrado de ‘La Tradición Navarra’, un periódico que se reivindicaba como «católico-político».

Este medio logra precisar un poco más cómo se produjo la cornada letal. «En aquella aglomeración de muchachos que corrían y se veían alcanzados por las fieras, uno de ellos trató de tomar la valla cerca ya de la plaza, pero en aquel mismo momento llegaban los toros y uno de ellos acometió contra el joven».

 

Imagen de Jesús Cía, que recoge el momento de la cogida. (Jesús CÍA/Archivo Municipal)

Buceando en el Archivo Municipal de la ciudad incluso se puede encontrar una imagen del momento en el que el toro derrota hacia el vallado y embiste a un grupo de corredores que trepan por las tablas. Algunos medios, asegurando que tal fotografía pertenece a su archivo propio, ni siquiera informan de su autor.

El fotógrafo que tomó la instantánea fue Julio Cía. La imagen tiene una definición prodigiosa, habida cuenta de la velocidad de la carrera y de la precariedad de las máquinas de hace cien años. Cía hizo magia con los haluros de plata. Mucho debe la popularidad de los Sanfermines al talento de los fotógrafos de Iruñea.

Una pequeña «x» marca la zona en la que el toro qacabó con la vida de Esteban Domeño, natural de Zangoza y albañil, a los 21 años.

El fallecido era un albañil de 21 años, oriundo de Zangoza y llamado Esteban Domeño.

El joven fue intervenido por los cirujanos y practicantes de la plaza, los doctores Martínez de Ubago, Huder y Goñi. La cosa pintaba mal: «El asta del toro había penetrado hasta el pulmón, quejándose el herido de fuertes dolores en el vientre y pecho, pues fue oprimido contra la valla por el toro».

En ‘La Tradición Navarra’ mantenían esperanzas de que se salvara gracias a esta cirugía, pero lo cierto es que en la misma plaza le dieron la extrema unción y también se pasó a ver el herido el alcalde de la ciudad, Leandro Nagore, que fue también diputado por la Unión Patriótica, la formación de Primo de Rivera, el dictador en ese momento.

Conmoción en Iruñea

La noticia de la muerte al día siguiente conmocionó a la capital navarra. En el Archivo Municipal también se conservan dos fotografías del cortejo fúnebre en el que este humilde obrero está siendo paseado en un suntuoso coche de caballos negro por las mejores zonas de la capital, carruaje al que siguen cientos de personas, como se aprecia en la toma en las cercanías de San Lorenzo.

Funeral de Esteban Domeño, cerca de San Lorenzo. (Archivo Municipal)

Durante décadas se pensó que este zangozarra fue la primera víctima mortal del encierro, pero desde hace unos años se ha rescatado otra historia, si cabe, mucho más desgraciada que la de este.

Hoy por hoy, tras corregirse el listado en 2002, se considera a Francisco Gurrea como la primera víctima mortal de la carrera. Resultó herido en un montón que se formó en la entrada a la plaza de toros.

La de Gurrea fue, con mucho, la peor y más dolorosa de las muertes que se han registrado en el encierro, puesto que aunque resultó herido en el primero de los encierros de 1910 (el del 7 de julio, que protagonizaron astados de Villagodio) no falleció hasta el 21 de enero del año siguiente, a causa de la sepsis, siendo la tuberculosis su infección letal.

Este primer fallecido tiene, además, otro problema a la hora de ser recordado como se debe, pues aunque murió en un encierro, la carrera tenía un recorrido diferente.

La plaza de toros de Iruñea se inauguró en 1920, por lo que el montón en el que resultó herido este joven de 21 años se formó en el antiguo coso, ubicado donde hoy se encuentra el Teatro Gayarre.

Que se vendiera porno, todavía peor

Volviendo a la historia de Domeño de la que se cumplen cien años, ‘La Tradición Navarra’ –que detalló la cogida, los pormenores de la cirugía y los detalles del funeral, como que el coche de caballos era «de segunda»– ofrece unas pinceladas sobre la sociedad de la época que resultan difíciles de pasar por alto.

En su edición del 16 de julio, ‘La Tradición’ informa de hechos todavía más graves que la muerte de este mozo ocurrido ese año: la detección de «lecturas envenenadas» en manos de un grupo de jóvenes y que, nuevamente, se había difundido material pornográfico durante las fiestas.

«No es el primer año que, aprovechando las fiestas de San Fermín, suelen visitar nuestra ciudad individuos propagandistas de malas lecturas», denuncia el cronista de este periódico que se imprimía en la misma Estafeta.

«También este año se ha instalado en el real de la feria del nuevo ensanche un puesto de libros en cuya colección, según nuestras noticias, existen libros con lecturas indecorosas en extremo», prosiguen.

A modo de prueba, ‘La Tradición’ detalla que «ayer sorprendimos a un joven de 16 años leyendo uno de los libros de referencia en unión de otros amigos suyos, e interrogado sobre la procedencia de aquella lectura que estaba envenenándoles, nos manifestó que lo había adquirido en un puesto de libros instalado en el real de la feria».

Hoy parece broma que se ponga por delante la difusión de libros y que «otros ambulantes estos días recorren cafés, calles y plazas vendiendo postales y libros pornográficos» a la noticia de la muerte y el funeral del primer fallecido del encierro. Mas no lo fue.

Tras la Revolución Rusa, los medios de Nafarroa se conjuraron para perseguir no solo el porno, sino cualquier texto que defendiera la causa obrera.

Tras el éxito de la Revolución Rusa en 1917, los medios de derechas de Nafarroa se conjuraron en una organización que denominaron «la Buena Prensa» para perseguir no solo el porno, sino también cualquier texto que simpatizara con la causa obrera.

Esta censura y demonización no se puede desvincular de las matanzas que llegarían después, con el golpe del 36.

‘La Tradición Navarra’, como un escorpión que se picó a sí mismo, dejó de editarse antes de la guerra. Lo fulminaron en respuesta al fallido golpe de Estado de Sanjurjo.

Por suerte, ahora que como anticipó Ray Bradbury los periódicos de papel mueren como mariposas gigantes, todavía sobreviven para contar los Sanfermines medios de «mala prensa» como este, que se reivindican como orgullosos herederos del vendedor de libros del Ensanche y de los ambulantes defensores del amor libre de hace cien años.