Mercado regulado y vivienda de alquiler, claves del éxito vienés
La directora de la Oficina de Viena en Bruselas, Michaela Kauer, explica el modelo de vivienda de la capital austríaca, que es referencia en toda Europa. Hablamos de una ciudad donde el 78% de habitantes vive de alquiler, de los cuales más de la mitad lo hacen en viviendas públicas o sociales.
Michaela Kauer, directora de la Oficina de Viena en Bruselas, fija con fuerza la base de su discurso: «Si quieres hacer algo por el bienestar de tu gente, tienes que ir a por un sistema que permita a la gente vivir con estabilidad en el asunto de la vivienda».
En su cargo va el difundir las bondades de la situación vienesa (y un poco también la austríaca) en materia de vivienda. No es una tarea especialmente difícil. Se trata de un modelo muy peculiar que conjuga intervención en el mercado con protección de los inquilinos y límites a los fondos de inversión, y que está de moda, al menos mencionarlo, en los foros y ponencias europeos sobre el asunto. No en vano, es la única gran capital europea capaz de presentar una hoja de servicios de éxito en la difícil tarea de mantener el equilibrio en el triángulo negocios-turismo-vivienda.
Poblada por 1,9 millones de habitantes, y por casi tres en su área metropolitana, ha sufrido un incremento poblacional del 21% desde 2005, debido principalmente a la migración. Cuatro de cada diez de sus residentes no son austríacos.
Este es el contexto. Su «embajadora» en Bruselas, que comanda una oficina clave para muchas metrópolis («Es una forma de tener relación con las instituciones allí, es bueno para influenciar en políticas y conocer sobre otras»), explica que ella no tiene una representación político-partidista, aunque comenta que en sus «tiempos libres» milita en el Partido Socialdemócrata Austríaco. «Mi actividad en el SPD va por otro lado, somos funcionarios, soy empleada de la administración pública vienesa», señala.
En entrevista para GARA, esta especialista en políticas urbanas y servicios públicos, además de ex teniente de alcalde de Viena, responde a la pregunta que muchos se hacen: ¿Por qué allí sí se puede?
Protección al inquilino
El 78% de los residentes en la capital de Austria viven de alquiler, y de ellos, casi seis de cada diez lo hacen en viviendas públicas y sociales. «Tenemos una Ley de Alquileres que cuida mucho a los inquilinos, no limita el tiempo y regula el precio. En promedio, los austríacos dedican solamente el 18 por ciento de su ingreso a la vivienda, que no es mucho en comparación con el resto de Europa», señala, para empezar a abordar el asunto.
Puede decirse que en este marco regulatorio que propicia la estabilidad hay una agencia clave: la Wiener Wohnen (‘Vivir en Viena’), una empresa pública municipal que cuenta con 4.000 empleados y gestiona más de 223.000 pisos y medio centenar de cooperativas de lucro limitado de las que dependen, a su vez, otras 182.000 residencias de carácter social.
«La Wiener Wohen es la compañía municipal, enteramente propiedad de la ciudad, y los pisos que gestiona involucran a más de medio millón de personas. Tenemos a través de ella otros miles de pisos que están siendo construidos con ese fin», explica Kauer. Ante la pregunta, recalca: «Sí, de hecho es un casero. Un gran casero, con 4.000 empleados que mantienen los pisos, dan los contratos, revisan que sea renovado algo que esté en mal estado, que se provean los servicios sociales, etcétera».
La representante de la ciudad comenta que las asociaciones de ganancia limitada son actualmente 58 y «son privadas». Hay una «ley especial» que las enmarca en el negocio y se dedican a construcciones de casas sin búsqueda de lucro. «La ley dice claramente que puedes tener una ganancia limitada y lo que ganes debes invertirlo. No es un negocio extractivo, el de la vivienda, lo que se gane debe ser reinvertido. Además, tiene en cuenta los criterios de la crisis climática en su construcción», explica.
«Si quieres hacer algo para que las familias crezcan en paz, en libertad y en dignidad y hacer algo para que tus mayores no estén preocupados cuando se retiren o para que los jóvenes no quieran quedarse a vivir siempre con sus padres; si quieres en definitiva hacer algo por el bienestar de tu gente, tienes que ir a por un sistema que permita a la gente vivir con estabilidad en la vivienda», enfatiza, consciente de que lanza una verdad como un puño.
Sin embargo, en la conversación pública sobre este tema no es tan fácil hallar este tipo de miradas y proponer soluciones. Cuando se le dice que en Madrid ella sería tachada de «comunista» con sus propuestas, sonríe y responde: «A ver, ¿quién es el mercado? Deconstruyamos un poco eso. Los que están criticando son los grandes inversores, claro, pero si vas a la economía real, en realidad se beneficia de la estabilidad, porque las personas no tienen que luchar por la vivienda en su día a día, tienen posibilidad de consumir otras cosas, y esto ayuda a la economía».
Kauer comenta que el 0,5 por ciento de la renta nacional de su país tiene como destino el presupuesto para vivienda en las nueve provincias austríacas, y asegura que todo este marco «tiene consenso político» en el sistema de partidos, en un país en el que el 25% de la población vive en viviendas hechas o administradas por diferentes cooperativas.
Efectos en la salud emocional
«El impacto social es evidente si tienes seguridad en materia de vivienda. Por ejemplo, en nuestra normativa no hay fin de los contratos, la renovación es ilimitada. Es casi imposible que te desahucien, tendría que tratarse de un caso con muchos motivos, ser un muy mal inquilino, que moleste a vecinos o genere problemas. Otra cosa: en invierno está prohibido ser desahuciado. Y además Viena tiene un programa de política pública específico para evitar los desahucios», relata.
La estabilidad del sistema también ofrece beneficios en cuanto a la cohesión social y Kauer afirma que «sí, se puede decir que trae estabilidad emocional». Cita estudios en los que científicos están observando una «reinfantilización» del segmento de jóvenes que deben volver a vivir con sus padres debido a la dificultad de acceder a una vivienda. «Hay mucha evidencia que señala que la inestabilidad en este asunto causa daño a la salud mental, es un efecto obvio», añade.
¿Es Viena un islote anticapitalista en un océano de neoliberalismo con fondos buitres involucrados en la vivienda? No, simplemente hay límites. «Tenemos mecanismos para prevenir el impacto de los fondos de inversión. De hecho, cuando hay desarrollos inmobiliarios nuevos, la ley dice que dos tercios de esos pisos deben ser proyectos públicos, es decir, para viviendas sociales o para el mercado de cooperativas, y tan solo un tercio para los privados. Entonces, tendremos dos tercios para el bien común, y hechos con criterios precisos sobre el cuidado del espacio público, la arquitectura, los materiales utilizados, los espacios verdes y criterios ambientales», comenta.
Cultura de décadas
Un dato que no resulta baladí para entender la «excepción vienesa» es que, desde que acabara la ocupación nazi, hace ocho décadas, siempre ha gobernado el Partido Socialdemócrata, con mayoría absoluta o en coalición, ininterrumpidamente.
«Al acabar la guerra, hubo mucha visión de futuro al respecto. Se la llamaba ‘Viena la roja’, querían que la gente se emancipara, pudiera tener salud y educación y una vivienda asequible y decente, con buena infraestructura. ‘El palacio de los proletarios’, la llamaban», comenta sobre la cultura política que forjó este modelo hace ochenta años. También destaca que cuando los conservadores o liberales han estado a cargo del Gobierno federal, este esquema no ha sido modificado en sustancia.
Además, las cooperativas «tienen muchos mecanismos de control, se autorregulan mucho» y este es uno de los elementos claves, según Kauer, que hacen que la OCDE incluso recomiende el modelo austríaco «porque apuntalar el tercer sector en este tema parece una buena forma de tener lo mejor de los dos mundos».
Los efectos del turismo
La disputa en el Estado español sobre la vivienda está en su momento más álgido. En un lugar en el que centenares de miles de puestos de trabajo dependen de la llegada de miles de turistas es aún más difícil encarar debates que limiten la ganancia en el mercado de la vivienda o la disposición de pisos para alquiler estacional. «Es una cuestión de tener coraje y defender un determinado modelo de negocios, y no acabar como la costa croata o lo que sucede en Lisboa, donde hay bloques gigantes de edificios que son solamente para AirBnb», recuerda.
«Hay varias formas de ocuparse del asunto, hay nuevas legislaciones, se puede exigir que las plataformas, por ejemplo, compartan la información, exigir transparencia. Muchas ciudades empezaron a unir fuerzas y hacer algo al respecto», recuerda.
Kauer advierte que «la gente normal ya no puede vivir en algunas ciudades, que parecen el mundo de Mickey Mouse». Y concluye con un ejemplo elocuente: «En Viena dentro del mismo casco histórico, junto a la catedral, hay un edificio de vivienda social. La gente tiene que vivir de manera justa y en su propia ciudad».