Con el lanzamiento del Green Deal (Pacto Verde) Europeo a finales de 2019, la Comisión Europea se comprometió a que la UE alcance un nivel cero de emisiones de CO2 para 2050. Para lograrlo, pretende movilizar importantes recursos fiscales y financieros y crear una industria de tecnología verde «líder en el mundo» a través del Plan Industrial Green Deal (GDIP). Esta misma semana la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se reafirmaba en esos compromisos. Sin embargo, no son pocas las voces que han expresado su temor de que esta agenda verde sirva igualmente de tapadera para abastecer de materias primas a sectores que emiten mucho carbono, como la automoción, u otro doblemente nocivo como el militar.
Recientemente, un informe del TNI (Transnational Institute) ha analizado si esta percepción es correcta, haciendo un seguimiento de la cadena de suministro del niobio –que se utiliza para aumentar la resistencia, flexibilidad y ligereza de los productos de acero– desde su extracción hasta su uso final, concluyendo que aunque la UE subraya su uso en la tecnología verde, su gestión está realmente dominada por los sectores de la automoción, el aeroespacial y el de fabricación de armas.
La Ley de Materias Primas Críticas
Los autores comienzan explicando que el GDIP, anunciado por von der Leyen en 2023, que está respaldado por una inversión de 45.000 millones de euros del Banco Europeo de Inversiones, pretende «asegurar el liderazgo industrial de la UE en el sector de tecnología neta cero de rápido crecimiento». A tal efecto, le acompañan dos propuestas legislativas a punto de entrar en vigor: la Ley de Industria Neta Cero (NZIA), que está a la espera de ser adoptada por el Consejo Europeo tras el acuerdo alcanzado en febrero, y la Ley de Materias Primas Críticas (CRMA), que «tiene como objetivo garantizar un suministro diverso, seguro y sostenible de materias primas críticas para la industria de la UE». Adoptado por el Consejo el pasado 18 de marzo, la CRMA es, destaca el informe, parte central del Plan Industrial del Pacto Verde.
El TNI recuerda la «total dependencia» de la UE de las importaciones de materias primas críticas (CRM) necesarias para construir una economía industrial verde, como el cobre y el litio para la movilidad eléctrica y la electrificación, de modo que la Ley trataría de asegurar su suministro. En este sentido, incluye una lista de 34 materias primas críticas para las que la UE pretende mejorar y asegurar su acceso.
El TNI cree que en el próximo ciclo quinquenal se seguirá priorizándo la producción de armamento, que depende de los CRM, y lamenta que materiales necesarios para la transición ecológica sirvan como insumos clave para esta y otras industrias contaminantes
No es una lista nueva, sino la actualización de otra de 2008 cuyo objetivo nada tenía que ver con la transición verde, sino con garantizar «la competitividad de la UE», y el informe llama la atención sobre que mientras que el Plan Industrial Green Deal no menciona el sector aeroespacial o de defensa, la CRMA identifica las materias primas necesarias para las «tecnologías estratégicas», categoría que sí incluye las industrias aeroespacial y de defensa. De hecho, esa ley propone explícitamente «identificar las materias primas necesarias para alcanzar el doble objetivo de transición y defensa y aeroespacial de la UE». Toda una declaración de intenciones.
El TNI señala que la lista de materiales y minerales considerados críticos dependerá en gran medida de la demanda, y que ésta vendrá determinada por la agenda estratégica de la UE para 2024-2029, «que da prioridad al gasto militar y las políticas de seguridad militarizadas, mientras que la transición ecológica pasa a un segundo plano». «En menos de cinco años, la UE ha desplazado sus prioridades del Pacto Verde hacia la necesidad de reforzar las industrias armamentística y militar, que a su vez requieren grandes cantidades de materias primas críticas», expone, y lamenta que «la CRMA no especifica objetivos sobre las cantidades o el valor de los materiales que deben asegurarse, ni para qué fines se utilizarán».
El niobio y su cadena de suministro
Fijado el contexto, el instituto se centra en el niobio, una de las materias primas críticas incluidas en la lista de la CRMA, que se utiliza principalmente en el transporte, en oleoductos y gasoductos, en la construcción y en automoción, donde está creciendo mucho, y cuya producción prácticamente acapara Brasil (92% del total).
Admite que el niobio tiene varios usos ligados a la transición ecológica. Por un lado, reduce el contenido de carbono del acero, haciéndolo más resistente y, por tanto, haciendo necesaria menos producción. También tiene usos probados para la producción de combustible solar, células solares y electrodos para baterías. Asimismo, la NZIA lo identifica como materia prima clave en la producción de armazones para turbinas eólicas y también se baraja como complemento o sustituto de las baterías de iones de litio, para la producción de pilas de combustible de hidrógeno, como revestimiento de baterías avanzadas y en la impresión 3D. Por ello, «tratar el niobio como CRM para la tran- sición verde puede parecer justificado», apunta, pero añade que aun con ese potencial uso, hoy ese material «se utiliza de forma abrumadora para fines que tienen poca relación con la transición ecológica».
El instituto cree que su informe respalda el análisis expuesto en ‘Blood on the Green New Deal’, un documento que muestra el «amplio cabildeo empresarial» a favor de la ampliación de la lista CRM de la UE llevado a cabo por empresas de combustibles fósiles y armamentísticas
Al respecto, el informe expone que más allá de la «dudosa inclusión» en la lista del Green Deal de un material que se utiliza ampliamente en el transporte, que emite grandes cantidades de CO2, «existe un intenso y creciente interés por sus aplicaciones militares». De hecho, el niobio es mucho más «crítico» para el sector aeroes- pacial y militar que en otras industrias, ya que es indispensable para la fabricación de productos como los álabes de las turbinas de los motores, los fuselajes de los aviones, los drones y, particularmente, los misiles hipersónicos. «En general, parece que la afirmación de que el niobio es fundamental para las energías renovables y la movilidad eléctrica oculta su uso predominante en la producción de acero y su uso especializado en la fabricación de armas», afirma.
Para probarlo, traza, por primera vez, la cadena de suministro del niobio, conectando al principal productor mundial, la Companhia Brasileira de Metalurgia e Mineração (representa nada menos que el 80%), con clientes corporativos y usuarios finales. Un concienzudo trabajo que, aunque muestra la presencia de algunas empresas de «energía limpia» que probablemente usen ese material para sistemas energéticos (como First Solar y Siemens Energy), revela que los principales agentes de la cadena de suministro de niobio «están parcial o directamente en desacuerdo con los objetivos del Pacto Verde de la UE».
Cita, en este sentido, grandes fabricantes de automóviles de combustión como BMW, Mercedes Benz, Volkswagen y Tata, y petroleras como Shell, BP y Exxonmobil. Y junto a ellos, un nutrido grupo de usuarios militares, suministradores del Ministerio británico de Defensa, las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) y la Agencia Logística de Defensa de EEUU, como ThyssenKrupp, RTX Corp, ZF Friedrichhafen y Airbus.
Estos datos, según los autores, plantean «cuestiones preocupantes sobre la dirección de la política ecológica de la UE que los responsables políticos deberían investigar más a fondo a medida que la agenda legislativa ecológica sigue desarrollándose».
A modo de conclusión, el TNI critica que los análisis de los esfuerzos de la UE por asegurarse materias primas críticas sugieren que sus planes de industrialización verde «están cada vez más enredados con los intereses industriales y de defensa», sectores intensivos en carbono «que perpetúan la degradación medioambiental y agravan las tensiones geopolíticas, en vez de impulsar la industrialización verde».
Frente a ello, el instituto plantea una serie de medidas para «garantizar que las iniciativas ecológicas cumplan su propósito declarado». Por un lado, considera que el Plan Industrial Green Deal de la UE «debería crear una nueva lista de materias primas críticas, especificando claramente su necesidad para la transición ecológica», una lista «transparente» y basada «en los usos finales reales de estos materiales».
Además, propone «implantar sistemas de seguimiento exhaustivos» de estas materias primas a lo largo de la cadena de suministro, garantizando que su uso se ajusta a los objetivos de la transición ecológica. Junto a ello, plantea «aumentar la transparencia y la rendición de cuentas», y garantizar que «se utilicen exclusivamente para las transiciones socioecológicas, apoyando las energías renovables y las tecnologías sostenibles y no las industrias armamentísticas y de uso intensivo de combustibles fósiles que agravan la crisis climática», estableciendo normativas que impidan su desvío a aplicaciones militares».