La tensión seguía creciendo este lunes en la frontera entre Israel y Líbano, donde esperaban la reacción del régimen sionista al ataque que el sábado dejó doce muertos en la localidad de Majdal Shams, en los ocupados y anexionados Altos del Golán sirios, y del que Tel Aviv ha responsabilizado al partido-milicia chií libanés Hizbulah.
Las autoridades libanesas apuraban los contactos diplomáticos para evitar la extensión de la ofensiva que Israel mantiene desde hace diez meses en la Franja de Gaza, mientras el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, recibía la autorización del gabinete de seguridad para que decida la respuesta «contra Hizbulah».
Netanyahu, que fue abucheado y tildado de «criminal de guerra» y «asesino» en su visita ayer a Majdal Shams, aseguró que «Israel no puede dejarlo pasar ni va a hacerlo», y amenazó con que «la respuesta llegará y será dura».
Israel lleva enzarzado en un continuo intercambio de fuego con Hizbulah desde el 8 de octubre. La milicia libanesa ataca constantemente posiciones al otro lado de la frontera con cohetes y drones en apoyo a la resistencia palestina, y las tropas sionistas responden con bombardeos en Líbano y Siria contra, aseguran, objetivos militares.
El fuego cruzado en la frontera se ha cobrado ya la vida de unas 565 personas, la mayoría en el lado libanés y en las filas de Hizbulah, que ha confirmado la muerte de unos 350 milicianos y comandantes, algunos de ellos en Siria, y un centenar de civiles.
En Israel han muerto 46 personas en el norte, 24 de ellos civiles, incluidos los doce menores del ataque del sábado, el más mortífero contra civiles al otro lado de la línea divisoria común, lo que hace temer que el intercambio de disparos se convierta en una guerra abierta que podría derivar en un conflicto regional. Potencias occidentales han alertado sobre sus eventuales consecuentas, mientras que Irán ha advertido al régimen de Tel Aviv que sería «un grave error» atacar Líbano.
Hizbulah negó categóricamente su responsabilidad en el ataque del sábado, aunque Israel -y, por supuesto, su incondicional aliado EEUU- ha difundido fotografías de esquirlas de un cohete que, dice, demuestran que es un Falaq-1 de fabricación iraní.
Ayer el Ejército israelí lanzó tres bombardeos selectivos contra vehículos en el sur libanés. Uno de ellos mató a dos combatientes de Hizbulah en la carretera que une Mays al-Jabal y Chaqra. En respuesta, el grupo chií lanzó decenas de cohetes, y evacuó varias posiciones en el sur y en el valle de la Bekaa que podrían ser un objetivo.
Mientras tanto, en la Franja de Gaza, las tropas israelíes continúan con su asalto a Jan Yunis, una semana después de su regreso a la zona y tras ordenar la evacuación de los barrios del este y del sur. El domingo, miles de palestinos empezaron a evacuar los campamentos de Bureij y se dirigieron a las ciudades de Deir al-Balah y Nuseirat, duramente castigadas también por las bombas sionistas. La Unrwa denunció ese mismo día que solo el 14% del territorio de Gaza no se encuentra bajo «órdenes de evacuación».
El Ministerio de Salud del enclave palestino asediado y devastado por el régimen sionista desde octubre lo declaró ayer «zona de epidemia de poliomelitis», diez días después de que la OMS confirmara su hallazgo de la enfermedad en las aguas residuales del centro y sur, una amenaza más para los gazatíes.
Además, según su último balance, desde el 7 de octubre, Israel ha matado ya a al menos 39.363 personas, a los que habría que sumar más de 10.000 palestinos que siguen desaparecidos bajos los escombros, y herido a más de 90.923.