Aritz Intxusta
Redactor de actualidad
Entrevue
Nahia Idoiaga
Profesora de Psicología Evolutiva de la UPV-EHU

«Entre el 11% y el 50% del tiempo que los padres miran el móvil lo hacen delante de sus hijos»

La profesora de Psicología Evolutiva de la UPV-EHU Nahia Idoiaga es una de las responsables de un estudio pionero sobre el uso del móvil que han impulsado madres y padres de Busturialdea. Los resultados completos del trabajo se darán a conocer en próximos meses.  

Nahia Idoiaga, una de las autoras del estudio.
Nahia Idoiaga, una de las autoras del estudio. (Monika del Valle | FOKU)

Más de 640 menores de Busturialdea, con 9,26 años de media, junto a sus familias han participado en un estudio guiado por la UPV-EHU sobre su relación con los dispositivos móviles. El trabajo ha sido coordinado por Nahia Idoiaga, Idoia Legorburu, Mirari Gaztañaga y Mari Dosil, investigadoras de esta universidad. A la espera de la presentación de los datos completos, Idoiaga de ellas accede a comentar algunos de sus resultados más relevantes con NAIZ.

Un 22% de los menores que tomaron parte de su estudio tenían ya un móvil y otro 65,3% usaba el de sus padres. 

Sí, como ves, en la muestra hay muy poquitos que no usan el móvil. El estudio abarca niños de distintas edades y el uso del móvil es exponencial conforme van cumpliendo años, pero sobre todo nos centramos en Primaria, porque ese era el interés de las familias. Y esto, para mí, es muy importante. Este estudio nace de la preocupación de las familias. En concreto, el 41% de los menores estaba en 6º de Primaria, el 21% Secundaria y otro 21% en 5º de Primaria. El resto, en 4º y 3º de Primaria. 

La edad crítica para dar o no el móvil, por tanto. 

Eso es lo que preocupaba a las familias: el debate sobre cuál es el momento idóneo para dar un móvil. Lo cierto es que es un tema relativamente poco estudiado. Hay muchos estudios sobre menores que ya tienen móvil, con los que están ya en la ESO, pero ¿qué pasa justo antes?

¿Y existe ese momento idóneo?

Eso se lo preguntamos en el estudio a los menores y a sus familias. Y la respuesta fue bastante realista. Los menores decían que a los 12 años, que es más o menos la edad a la que sabemos que se entregan estos dispositivos, en el salto de Primaria a Secundaria. Sus madres y padres opinaban que 14.

Entonces, ¿por qué los adultos acaban dando un móvil dos años antes de lo que ellos creen que es correcto. 

Destacan las razones que tienen que ver con la seguridad, que alega el 20% de los encuestados. La capacidad de moverse solos la cita  el 19% y la necesidad de comunicación constante, que argumenta otro 19%. Todo eso está muy relacionado. Aparte de ello, nos aparece otro 23% que cita como motivo la integración social del menor y un 16% que lo achacan a la presión social. Quizás la necesidad de control sobre nuestros hijos e hijas sea un tema a trabajar como sociedad. Estamos en un momento donde la parentalidad nos hace estar mucho más implicados en el control de nuestros hijos e hijas. Queremos saber siempre donde están o no. Si van de colonias demandamos información continua, etc. Es un tema para reflexionar. 

¿De verdad han sido honestas las familias? ¿No se están autojustificando un poco? Nadie reconoce motivaciones egoístas. Porque con un móvil, los menores molestan menos. 

Es cierto que un móvil no es la única manera de tener ese contacto permanente que las familias demandan. Existen otros dispositivos, como los relojes, que permiten hacerlo e incluso iniciativas concretas en pueblos y barrios para implicar al comercio. Hay que tener en cuenta que esta ha sido una encuesta respondida por menores y sus familias y es difícil que, de forma libre, expresen eso. Aunque, después, eso sí que lo ven en el ojo ajeno. Cuando les preguntamos sobre sus preocupaciones es que ven a un montón de niños y niñas pegados al móvil para no molestar. 

Vayamos a esa otra parte, al miedo a que esa hija o ese hijo se quede apartado por no tener móvil. 

La presión social, en mi opinión, es una realidad: está ahí. Hoy día, que un niño no esté en redes cuando el resto de amigas y amigas sí que está, supone dejarlo fuera de grupo. Esta experiencia es especialmente grave y doloroso justo en estas edades, donde el grupo tiene una gran importancia. Ese miedo de las familias a que el hijo quede marginado tiene razón de ser. De ahí la gran importancia de las decisiones colectiva. Probablemente, sea un error enfocarlo todo como una serie de decisiones personales, como un «yo decido dar el móvil o no porque es mi hijo y ya está». Colectivizar las decisiones debe ponerse encima de la mesa. Y también, regularlas.

¿Pero regularlas de qué manera?

Hay películas que no se pueden ver con determinada edad o aplicaciones que no se deberían usar. Probablemente, hoy día, una legislación de la entrada al móvil se ve lejos. Y, a pesar de ello, estamos asistiendo al nacimiento de múltiples iniciativas de familias organizadas, como Altxa Burua o Guk16, que empiezan a trabajar de forma colectiva. En otros aspectos de la vida sobre los que se ha legislado, la aparición de este tipo de grupos de presión de este estilo han sido el precedente de una regularización. No nos llamemos a engaño, la adopción de decisiones de forma colectiva es la única manera de evitar esa exclusión social para el menor en cuestión. 

Otro de los datos que llaman poderosamente la atención de su estudio es el uso que hacen padres y madres del móvil delante de los hijos. ¿Los puede explicar?

Los adultos, en muchas ocasiones, también usamos el móvil más de lo recomendado para nuestra edad. El estudio lo que nos dice es que entre el 11% y el 50% del uso diario del móvil de los padres se realiza delante de sus hijos e hijas. El tiempo real depende, por tanto, de cuánto dedique cada padre a ver el móvil. Pero este es un dato que reconocen los propios adultos, por lo que puede tener sesgo y probablemente sea mayor.

Los pediatras sí que han dado recomendaciones para evitar un uso temprano del móvil. 

Los pediatras están aportando sus estudios, sobre todo, sobre las pantallas, que es un concepto más general. La principal asociación de pediatras en el Estado español dice que no se recomienda el uso de pantallas antes de los 2 años y establece un máximo de una hora hasta los 5. Su homóloga en el Estado francés es un poco más restrictiva. Impulsa la norma 3-6-9-12. Nada de pantallas antes de los 3 años; ningún videojuego hasta cumplir 6; el uso de internet, como mínimo, a partir de los 9; y redes sociales vetadas hasta los 12. 

Y el alumnado que ha tomado parte en su estudio, ¿cuánto tiempo dedican en Bizkaia?

Los menores reconocen una media diaria de uso de móvil 42 minutos y 42 segundos cada día. Los fines de semana, el tiempo se eleva a 112 minutos. Aparentemente, no está lejos de lo que indican los pediatras españoles. Sin embargo, insisto en que hay un elemento clave que puede llevar a confusión. Ellos hablan de «pantallas», que incluye televisión, móvil, tablet... Y nuestro trabajo es únicamente sobre el móvil. 

¿Hay diferencia de tiempo de uso entre ese 22% con móvil propio y ese otro 65% que usa el de su padre o su madre?

Sí y además, considerable. Lo que nos aparece reflejado en la encuesta es que estos padres que han dado ya el móvil son los que más problemas tienen para controlar el tiempo de uso. Dejar el móvil a los niños desde edades tempranas puede parecer la vía fácil, pero al final no lo es. Esas familias reconocen tener después mayor número de conflictos. Eso hay que transmitirlo claramente, porque es algo acreditado. Ahora estás teniendo bronca por tener o no un móvil, pero si se lo das, llegará el conflicto por regular su uso del tiempo. En nuestro estudio, los niños y niñas con móvil también nos confiesan que discuten más con sus padres que los que no lo tienen. Y cuando responde el padre, esto se corrobora. La preocupación por las discusiones con los hijos es más alta en aquellas casas donde los menores tienen su móvil propio.