Más de un mes después de la dimisión del Ejecutivo tras las elecciones legislativas, y en una situación de interinidad insólita, el Estado francés sigue sin conformar un nuevo Gobierno ni adjudicar el cargo de primer ministro, y la secuencia de los últimos días no permite albergar muchas esperanzas de que ese nudo se vaya a desatar pronto. Sobre todo, porque Emmanuel Macron confirmó ayer que ni él ni su partido están dispuestos a asumir un Ejecutivo nítidamente de izquierdas.
«El presidente de la República constató que un Gobierno basado únicamente en el programa y los partidos propuestos por la alianza con más diputados, el Nuevo Frente Popular, sería inmediatamente censurado por todos los demás grupos representados en la Asamblea Nacional», indicó el Elíseo en un comunicado, al concluir la ronda de consultas entre el jefe de Estado y los bloques políticos.
«La estabilidad institucional de nuestro país aconseja que no se adopte esta opción», alegó la Presidencia gala, quien insistió en que «mi responsabilidad es que el país no se bloquee ni se debilite», y anunció que abre hoy mismo un nuevo ciclo de consultas con «responsables de partidos y personalidades que se distinguen por la experiencia al servicio del Estado». Está por ver qué pueden dar esas nuevas consultas, pero las posiciones parecen enconadas.
Busca agrietar la coalición
De hecho, nada más conocerse el posicionamiento de Macron, el líder de La France Insoumise (LFI), el grupo más fuerte del NFP, Manuel Bompard denunció «un golpe antidemocrático inaceptable».
Es destacable, en este sentido, que el mandatario instara al PS, al PCF y a los ecologistas a «cooperar con otras fuerzas políticas», sin nombrar deliberadamente a LFI, una maniobra tras la que se aprecia un intento de agrietar la coalición de izquierda y el deseo de que algunos de sus integrantes, sobre todo el Partido Socialista, se avengan a un Ejecutivo de coalición con los macronistas.
Ayer, en un comunicado conjunto, el Nuevo Frente Popular anunció que regresaría al Elíseo únicamente para discutir con Macron «las modalidades de convivencia» con un Gobierno dirigido por Lucie Castets, la persona elegida por la coalición para liderar el Ejecutivo. Pero ese comunicado fue redactado antes de que el jefe de Estado descartara la opción de un Gobierno del NFP.
Está por ver si esa unidad se mantiene, aunque en una primera valoración el responsable del PCF Fabien Roussel pidió «una gran movilización popular» en respuesta al rechazo de Macron. «Hago un llamamiento; en los próximos días tendremos que movilizarnos frente a las prefecturas, en los centros de las ciudades. Será necesaria una gran movilización popular», dijo Fabien Roussel al canal BFMTV, insistiendo en que no acudirá al Elíseo para nuevas consultas, «si se nos quiere pedir que formemos un Gobierno que continúe la política del Gobierno saliente».
En parecidos términos y en la misma cadena, Manuel Bompard, de LFI, calificó lo ocurrido ayer de «golpe antidemocrático completamente inaceptable que se lleva a cabo sobre la base de un argumento que no tiene sentido», mientras que el líder de su partido, Jean-Luc Mélenchon, habló en las redes de una «situación de excepcional gravedad» y pidió «una respuesta popular rápida y firme».
El problema es el programa
En el comunicado remitido antes de conocerse la posición del jefe de Estado, los grupos de izquierda también lamentaban que no habían recibido respuesta a la pregunta formulada a los partidos que sostienen a Macron, «que han utilizado la presencia de La France Insoumise como pretexto para justificar la censura de un Gobierno del NFP».
Y es que el sábado, Mélenchon les emplazó a responder si censurarían un Gobierno liderado por Lucie Castets en caso de que no contara con un ministro del su grupo, una línea roja expuesta por los macronistas.
La respuesta llegó poco después de ese comunicado, cuando el primer ministro en funciones, Gabriel Attal, puso de relieve que no es tanto el partido de Mélenchon como el programa del NFP lo que no parecen estar dispuestos a admitir.
En una carta enviada a los diputados del macronista EPR, Attal sostuvo que la oferta expuesta por Mélenchon no es más que una «farsa» e incluso un «intento de golpe». «Junto al secretario general del Renaissance, Stéphane Séjourné, le he dicho al Presidente que seguiremos oponiéndonos con todas nuestras fuerzas a la aplicación unilateral del proyecto de LFI y del NFP», dijo tajante.
Sobre el programa NFP, que prevé entre otras medidas un aumento del salario mínimo, nuevos impuestos para los más ricos y, sobre todo, reabrir el debate sobre la reforma de las pensiones, el proyecto emblemático del segundo mandato de Macron, Attal declaró que «su aplicación unilateral conduciría a una ola de impuestos sin precedentes, a un empobrecimiento generalizado de los franceses, a un colapso económico de nuestro país y al peligroso cuestionamiento de algunos de nuestros valores más fundamentales».
Plante a nueva nueva ronda
Este martes se inicia con la confirmación de que varios partidos de izquierda no contemplan participar en una nueva ronda de contactos de Macron.
Socialistas y ecologistas destacan su rechazo a participar en las consultas, lo que se une al plan del Elíseo a no convocar al más radical La Francia Insumisa (LFI).
«Rechazo ser cómplice de una parodia de la democracia», ha dicho esta mañana el primer secretario del Partido Socialista, Olivier Faure, en una entrevista en el canal France 2.
«Lo que pasa en realidad (.,.) es que (Macron) lo que no quiere que se aplique el programa del Nuevo Frente Popular, que deroguemos la reforma de las pensiones» del año pasado, ha dicho.
Faure considera que el rechazo de Macron de nombrar una primera ministra del bloque político que logró más escaños en las recientes elecciones legislativas supone «un problema democrático».
La secretaria general del partido ecologista EELV, Marine Tondelier, acusa a Macron de emprender «una deriva iliberal» por rechazar dar las llaves del Gobierno al bloque político con más escaños en la Asamblea Nacional.
Tondelier anuncia que convocarán movilizaciones de protesta, recalcando que serán «pacíficas», ha dicho a la radio pública FranceInfo.
La propia Castets reconoce un sentimiento de «enfado», porque el presidente convocó elecciones anticipadas «sin consultar, algo que nadie comprendió», y más de un mes después «dice a los franceses que que no sirvió para nada, que han votado mal», ha apuntado en la emisora FranceInter.