El eco de las reflexiones del personaje de cómic Mafalda sigue presente más de medio siglo después de su desaparición. Este mes de septiembre finaliza celebrando los 70 años de la primera tira de cómic de su autor y los 60 de Mafalda, además del fallecimiento hace cuatro otoños, a los 88 años, de su autor, el humorista gráfico e historietista argentino Quino. Para rememorar esos aniversarios se edita la recopilación ‘La vida según Mafalda’, que describe la filosofía vital de la divertida pequeña de seis años.
Aunque figura como nacido el 17 de agosto de 1932, Joaquín Salvador Lavado Tejón lo hizo un mes antes en la ciudad andina de Mendoza (Argentina). El baile de fechas parece su primera broma nada más abandonar el útero materno. Al niño lo llamaron Quino para distinguirlo de su tío Joaquín. Perdió a su madre con 13 años y quizás esa vivencia le aportó el aire melancólico de su mirada.
Parece que dibujó desde que tenía unos tres años y aunque en 1949 se inscribió en la Escuela de Bellas Artes de Mendoza, la abandonó pronto para dedicarse a las historietas y el humor. En 1950 vendió su primera tira en una tienda de sedería y, con 20 años, dio el salto a Buenos Aires para ofrecer su habilidad a revistas y diarios, con nulos resultados. Por fin, en 1954, publicó su primera historieta en el semanario ‘Esto es’.
Mafalda Mansfield
Corría el año 1963 cuando Quino creó el personaje Mafalda para publicitar el lanzamiento de la marca de electrodomésticos Mansfield. Pero la campaña no vio la luz y Joaquín Salvador guardó la tira, que se publicó un 29 de septiembre de 1964 en el semanario ‘Primera Plana’. En ese debut le pregunta a su padre si ‘¿sos el más más más más bueno de todos, todos, todos los papás del mundo?’. Él contesta, ‘bueno... no sé, a lo mejor hay otro papá más bueno que yo’ y Mafalda se va indignada con un ‘¡lo suponía!’. En otra tira de ese día, Mafalda dibuja una casa y al romperse la punta del lápiz exclama: ‘¡¡Estas cosas ocurren solamente en este país!!’.
La llegada de Mafalda en 1965 al diario ‘El Mundo’ abrió al dibujante argentino la puerta internacional a América del Sur y Europa. Un año después las tiras se editaron en formato libro como ‘Mafalda I’. Los 5.000 ejemplares publicados en Argentina se agotaron en dos días y fue difundida en Italia como ‘Mafalda la contestataria’ con prólogo del literato Umberto Eco, director de la colección. El influyente creador dejó escrito que «Mafalda es una heroína de nuestro tiempo».
Quino dejó de dibujar su personaje en 1973. Tres años después tuvo que exiliarse en Italia, tras el golpe de Estado en Argentina, a donde no regresaría hasta la vuelta de la democracia en 1983. Desde entonces Mafalda acumuló interés y acabó siendo un símbolo de proyección universal. Su autor recibió todo tipo de reconocimientos y falleció un día después de haberse cumplido 56 años de la primera publicación de su mundo ‘mafaldiano’.
¡Paren el mundo, que me quiero bajar!
En la estela del también personaje infantil, el norteamericano Charlie Brown, con particular sentido de la existencia, sus mensajes iban dirigidos a edades adultas y la niña del lacito ha cabalgado por encima de varias generaciones.
Su humor contestatario, saltando desde el costumbrismo porteño a enfoques universales, la convirtió en simpático símbolo de la resistencia contra el sistema capitalista. Y, como buena niña, también contra la sopa.
La lucidez de la pequeña, que se adelantó incluso a la preocupación sobre el cambio climático en irónicas conversaciones con un globo terráqueo, destruía el convencionalismo de clase media (‘mediaestúpida’, según la propia Mafalda) de sus progenitores. Como rezó alguna de sus tiras, ‘¿mandamos todos los días un padre para que esa oficina nos devuelva esto?’.
Su pandilla era un crisol de reflexiones sobre todo tipo de preocupaciones sociales y existenciales. Manolito, hijo de tenderos ‘gallegos’ que odia a los Beatles, ama a Rockefeller y sueña con ser de mayor dueño de una cadena de supermercados, pareció un retrato del emigrante sumiso y en consecuencia reaccionario. No en vano Quino venía de la emigración española. El romántico y angustiado Felipe. La egocéntrica Susanita que sueña con procrear una familia numerosa. La baja en estatura Libertad, que odia a la gente alta y cuyo carácter hace honor a su nombre. El pequeño e ingenuo Miguelito. Y Guille, entrañable y pillín hermano chiquito de Mafalda.
Pequeña filósofa humanista
La nueva recopilación de tiras resume las reflexiones de la pequeña filósofa humanista en interrogantes como ‘¿tiene la vida moderna más de moderna que de vida? ¿Uno va llevando su vida adelante o la vida se lo lleva por delante a uno? ¿Por qué esa vida que uno se gana tiene que desperdiciarse en trabajar para ganarse la vida? ¿Qué te gustaría ser si vivieras?’.
La editorial Lumen ha publicado por separado once tomos recopilatorios de viñetas, dos volúmenes globales y recopilaciones de tiras en torno al feminismo, la familia, amor, filosofía, política o infancia. Quino acumula además una veintena de libros con otro tipo de motivos humorísticos.
El año pasado la serie documental ‘Releyendo: Mafalda’ reunió un plural abanico de opiniones sobre la emblemática obra de Quino. Su directora, la bonaerense Lorena Muñoz, explicó que «es importante la relectura. Es un punto de vista diferente, audiovisual; no existían series sobre Mafalda y me parece que es muy interesante que esté sucediendo. Me gusta mucho la idea de que el historietista tiene relación con el cine».
La cineasta, «fanática» de Mafalda, opinó que su éxito «tiene que ver con que son personajes donde el espectador o el lector se sienten muy identificados, porque atraviesa problemáticas que son comunes a todos, problemáticas que tenemos los humanos, sobre todo en Latinoamérica». Muñoz incide en el «humor» y el poder «reírse de uno mismo» como claves del fenómeno Mafalda y la feliz idea de que «esa voz tan crítica esté puesta en una niña y en un grupo de niños, que son los que se cuestionan todo el tiempo todo. Es algo que de alguna manera podemos aceptar sin ofendernos». Como recomendaría “la heroína iracunda” (Umberto Eco, dixit), «¡sonríe! Es gratis y alivia el dolor de cabeza».