El caso de Mario López se encamina a juicio de la Audiencia Provincial de Bizkaia, según ha avanzado esta mañana EiTB, y la Fiscalía pide para quien fuera entrenador y director deportivo del Lointek Gernika una pena de 14 años de prisión, así como la prohibición de acercarse al municipio donde reside la víctima durante 10 años y 20.000 euros de indemnización. López está acusado de «un delito continuado de agresión sexual» a una menor de 13 años mientras era su entrenador.
Asimismo, la Fiscalía ha solicitado que se dé comienzo al juicio oral, que se llevará a cabo en la Audiencia de Bizkaia y no en los Juzgados de Gernika. Se llevará a cabo del 14 al 16 de enero del próximo año.
Con ello, el caso pasa a una nueva fase. Se espera que en las próximas semanas la acusación particular y la defensa de López presenten sus escritos en la Audiencia de Bizkaia.
El escrito de la Fiscalía destaca que el acusado fue entrenador de baloncesto de la jugadora desde que esta pasó a formar parte del equipo del colegio entre los 10 y los 16 años. A partir de julio de 1998, según relata, comenzó a someter a tocamientos a la entonces menor.
De hecho, subraya que el exentrenador «buscaba y aprovechaba momentos para estar a solas» con ella «a fin de mantener relaciones sexuales», aprovechándose de la situación familiar de la víctima, «dada la ausencia de cuidado y control parentales».
La primera agresión sexual la habría cometido cuando invitó a la joven a ver un partido de baloncesto en una vivienda. Fue entonces cuando le introdujo la mano en el pecho y, al comenzar la menor a llorar, el encausado le aseguró que no volvería a pasar.
Sin embargo, tal como narra el ministerio público, estos «encuentros continuaron en el tiempo y subieron en intensidad». La jugadora se sometía a ellos «dado el temor que le infundía» su entrenador por su posición y la «gran diferencia de edad» que existía entre ambos.
Tal como indica el escrito de acusación, el «temor» que la víctima sentía hacia su agresor aumentó porque este conducía «de manera agresiva y temeraria» cuando viajaba con ella o si se mostraba «agresivo y desproporcionadamente exigente con ella en los entrenamientos». Además, le impuso hablar a diario por teléfono.
La Fiscalía afirma que, sin poderlo concretar en el tiempo, el acusado, «con excusas del entrenamiento y perfeccionamiento del baloncesto», llevaba a la jugadora a su domicilio o la llamaba para que ella fuera, y aprovechaba viajes o estancias que realizaban para jugar partidos para someterla a agresiones sexuales, como tocamientos, o la obligaba a practicarle felaciones o a masturbarle.
A partir de cierta fecha, precisa que «empezó a penetrarla analmente», y asegura que todas estas relaciones las mantuvo con la menor sin su consentimiento o que esta se sometió a ellas al sentirse intimidada por su entrenador. La víctima ha sido diagnosticada de trastorno por estrés postraumático y precisa de tratamiento psiquiátrico y psicológico.
Críticas al silencio del club
Los hechos se dieron a conocer en diciembre del año pasado, si bien tuvieron lugar en 1998. El movimiento feminista de Gernika se mostró crítico con la reacción del club, ya que, tal y como explicó Arlette Apraiz en NAIZ Irratia, tuvo conocimiento de las agresiones sexuales en verano, pero lo ocultó y no se posicionó en favor de la víctima. En ese momento, López era responsable de un campus de baloncesto para niñas y niños. El movimiento feminista se reunió con la directiva del Lointek Gernika, que ya conocía las acusaciones que pesaban sobre el ex director deportivo, y les pidieron que apartaran a López de cualquier espacio en el que hubiera menos, así como de la dirección del club.
Apraiz relató que se les dijo que el campus terminaba al día siguiente y que en cuanto a lo de apartarlo de la dirección, era difícil buscarle un sustituto. Tras varias reuniones en las que intentaron alcanzar un acuerdo, las feministas cortaron el diálogo a finales de agosto.
Los hechos comenzaron en 1998 y finalizaron en 2001, cuando la chica de 13 años era jugadora de baloncesto, primero en Allende Salazar y luego en Lointek Gernika, y López era su entrenador. La joven terminó abandonando el club, no así Mario López, que permaneció en el mismo en distintos cargos hasta revelarse públicamente lo ocurrido.