Karen Marón
Beirut

Fósforo blanco: el fantasma que quema hasta los huesos

La utilización del fósforo blanco, considerado un arma química cuando es usada contra los civiles, se intensifica en el país de los cedros y deja al sur de Líbano convertido en una zona devastada.

Bombardeos sobre localidades del sur de Líbano.
Bombardeos sobre localidades del sur de Líbano. (STRINGER | EUROPA PRESS)

Llego al barrio de Al-Bashoura caminando desde Hamra por la calle General Fouad Chehab, tras los ataques aéreos israelíes que sufrió este distrito, parte del corazón de la capital y donde se encuentran muy cerca la sede de Naciones Unidas, la oficina del primer ministro y el Parlamento.  

Llegan denuncias de utilización de municiones con fósforo blanco. «Nos han bombardeado con fósforo blanco», dice Ahmad sentado frente a la puerta de su casa, ubicada en la angosta calle Assad Khouchid, paralela a la carretera M51.

«El olor parece ácido y cierra la garganta y la nariz. Sentíamos que nos ahogábamos». Es que Ahmad y su familia –aunque no recibieron el impacto al estar a 500 metros del lugar bombardeado– viven detrás del cementerio islámico de Al-Bashoura que también fue atacado.

Las imágenes de sus tumbas destrozadas recuerdan a las escenas en Gaza cuando Israel ataca deliberadamente los camposantos. También los están destruyendo en Beirut.  

El cementerio de Al-Bashoura es el más antiguo que se conserva en la capital, pero el ataque también fue perpetrado de tal manera que los muertos tampoco son perdonados.

«Estabábamos tomando café en la terraza cuando vi una luz indescriptible pasar por encima de mi cabeza. Pensé que iba a caer sobre nosotros, pero golpeó el edificio de enfrente. La explosión me tiró al suelo», dice Ibrahim, otro vecino del lugar afectado física y emocionalmente,

«Todos estamos muy conmocionados porque hace muchos años que vivimos tranquilos. Pero ahora nos bombardean con químicos en plena ciudad. Ya lo habían hecho en la guerra anterior, quieren exterminarnos», asegura.

El ataque ha conmovido a toda la ciudad porque la sensación es que ya no hay lugar seguro en el que protegerse.

El sonido de aviones de reconocimiento y bombardeos

Durante todo el día se escuchan los aviones de reconocimiento israelíes que atormentan a la población con su ruido sin cesar, para hostigar psicológicamente a las personas. Es sabido que la noche seguirá con ataques más letales.

Pero esta ofensiva con fósforo blanco marca un antes y después, que en este conflicto son continuos. Israel utiliza permanentemente municiones de fósforo blanco, suministradas por Estados Unidos, especialmente el sur y este del país y en los suburbios de la capital.

La población, los médicos y el personal sanitario ya están familiarizados con este químico que quema hasta los huesos por la experiencia adquirida durante «la guerra de los 34 días».

¿Qué es el fósforo blanco?

¿Pero qué es el fósforo blanco? Es una sustancia química que se encuentra dispersa en los proyectiles de artillería, bombas y cohetes y que se inflama al entrar en contacto con el oxígeno. Su objetivo militar autorizado es generar una cortina de humo para ocultar el movimiento de las tropas en zonas abiertas y generar dispersión o distracción.

Pero su utilización está estrictamente prohibida en zonas densamente pobladas o contra personas. Según el Derecho internacional humanitario, el uso de fósforo blanco en forma de explosión aérea es ilegal.

Sus efectos incendiarios –de los que hemos sido testigos en numerosos conflictos– provocan la muerte o heridas crueles que provocan sufrimiento de por vida. Además, destruyen viviendas, zonas agrícolas y otros bienes civiles.

«El uso por parte de Israel de municiones de fósforo blanco en zonas pobladas daña indiscriminadamente a los civiles y ha obligado a muchos a abandonar sus hogares», dice Ramzi Kaiss, investigador de Human Rights Watch, con base en Beirut.

«Las fuerzas israelíes deberían dejar de usar inmediatamente municiones de fósforo blanco en zonas pobladas, especialmente cuando hay alternativas menos dañinas», añade.

Tras la devastadora experiencia de 2006, se identifican con facilidad los restos de proyectiles de artillería de 155 milímetros que se encuentran esparcidos por los suelos y que expulsan el llamado ‘Willy Pete’, como se llama al fósforo blanco en la jerga militar.

Los códigos de producción de los lotes encontrados en los proyectiles en 17 ciudades del sur coinciden con la nomenclatura utilizada por el Ejército estadounidense para clasificar las municiones de producción nacional, que muestran que fueron fabricadas en depósitos de municiones de Luisiana y Arkansas.

El color verde claro y otras marcas, como la palabra WP impresa en los proyectiles, son compatibles con las municiones de fósforo blanco y ya se contabilizan más de 200 incursiones contras los pueblos del sur.

Esta región es agrícola por excelencia y se están bombardeando y quemando especialmente cultivos de olivares y bosques, entre los que se encuentra el valle de Zebkin, uno de los lugares más ricos medioambientalmente del país de los cedros.

Sus efectos más graves

Este uso generalizado de este agente químico está poniendo a los civiles en grave riesgo y contribuyendo al desplazamiento de la población civil, incluidos cinco municipios en los que se utilizaron municiones de explosión aérea de forma ilegal, sobre zonas residenciales como Kafr Kila, Mays al-Jabal, Boustane, Markaba y Aita al-Chaab.

«Los efectos más graves del fósforo blanco son los daños que puede producir en la piel, desde quemaduras de segundo y tercer grado, hasta necrosis profundas y de espesor muy importantes», explica el doctor Tharwat Zahran, médico toxicólogo y profesor adjunto de medicina de urgencias en la Universidad Americana de Beirut.

«La exposición al humo de fósforo blanco podría también provocar daños agudos en las vías respiratorias superiores, como dificultad para respirar, respiración rápida y tos. Pero también podría tener efectos retardados, incluida neumonitis química, que podría requerir hospitalización y asistencia respiratoria a través de una máquina», resalta Zahran.

El Ministerio de Salud del Líbano ha registrado al menos 178 personas afectadas por «exposición química debido al fósforo blanco» desde octubre, una cifra que no distingue entre combatientes y civiles.

De comprobarse la utilización del considerado nuevo NAPALM –también utilizado durante la ofensiva militar en Falujah, ciudad del triángulo suní iraquí–, será utilizado como evidencia contra la demanda que emprenderá el Gobierno libanés contra Israel por violación del Derecho internacional y los derechos humanos.

Utilización reiterada

La utilización de armas químicas contra Líbano es reiterada. En 2006, el presidente libanés, Emile Lahoud, anunciaba oficialmente la iniciativa de acudir ante los organismos internacionales para exigir a Israel que parara sus agresiones con armas químicas. Han transcurrido 18 años y las denuncias no han prosperado.

Actualmente, la mayor parte de la destrucción ha tenido lugar dentro de un corredor de cinco kilómetros justo al norte de la Línea Azul, la frontera trazada por Naciones Unidas entre los dos países. Su objetivo es convertir la región en una zona muerta, hacerla inhabitable.

«Hay barrios que se parecen a Gaza», afirma Hassan Shayt, alcalde de Kfar Kilaque que vive actualmente en la capital libanesa.

Cabe recordar el testimonio de un exmarine de Estados Unidos en el documental de la Radio Televisión Italiana cuando se refería a la utilización de fósforo blanco en Irak: «Oí la orden de que estuviéramos atentos porque acababan de utilizar fósforo blanco sobre Falujah. En la jerga militar se le conoce como ‘Willy Pete’... el fósforo quema el cuerpo, derrite la carne hasta los huesos... he visto cuerpos quemados de mujeres y niños... Fue un genocidio, un homicidio masivo…».