Periodista, especializado en información cultural / Kazetaria, kulturan espezializatua
Entrevue
Mar Coll
Cineasta (‘Salve María’)

«Hasta ahora la maternidad formaba parte de un relato construido por el hombre»

Nacida en Barcelona, en 1981, su ópera prima, ‘Tres dies amb la família’, le valió el Goya a la mejor dirección novel. Ahora estrena ‘Salve María’, adaptación libre de la novela ‘Las madres no’ (‘Amek ez dute’) de la escritora alavesa Katixa Agirre.

La cineasta catalana Mar Coll, autora de ‘Salve María’.
La cineasta catalana Mar Coll, autora de ‘Salve María’. (Samuel DE ROMÁN | SEMINCI)

Protagonizada por Laura Weissmahr, quien la semana pasada se hizo con el premio a la mejor actriz en el Festival de Valladolid por su interpretación, ‘Salve María’ es un film construido bajo la égida del relato de terror donde se nos narra la paranoia de una joven incapaz de hablar del rechazo que le genera su reciente maternidad. El filme está basado en la novela

¿Cómo fue el proceso de adaptación de la novela de Katixa Agirre? Porque se trata de una aproximación a la obra bastante libre, ¿no?

Sí. La verdad es que a mí la novela de Katixa me llega a través de una amiga común que me dijo que ella quería mandarme su libro. Yo en aquel momento había sido madre y me acuerdo de que me lo mandó con una dedicatoria que ponía algo así como ‘para madres malvadas’. El caso es que conecté muchísimo con la novela, me sentí muy identificada con su punto de vista e incluso con el humor que maneja. Tanto es así que accedí a presentar la novela en Barcelona.

Todo aquello coincidió con las conversaciones que estaba teniendo entonces con Valentina, mi coguionista, acerca de cual podía ser el argumento de nuestra siguiente película y, sin pretenderlo, resultó inevitable no dirigir nuestra mirada hacia el tema de la maternidad. Yo acababa de tener un bebé, ella tenía dos niños pequeños y, al final, cuando eres madre todas tus conversaciones giran en torno a eso. Entonces, hablando sobre el tema, nos pareció oportuno hacer un trabajo de adaptación que nos sacase de nuestro universo de autoficción y nos llevase a otros lugares. Y buscando otros materiales, la novela de Katixa nos conducía a un punto de partida muy interesante, pues ese aire de thriller que tiene nos permitía contar la maternidad de una manera más interesante y menos discursiva.

«El viaje de la protagonista tiene que ver con su dificultad para nombrar lo que le pasa, ya que ahí hay un tabú, un estigma, al que le cuesta enfrentarse»

Además, se trata de un texto que presenta otras ventajas, como la imposibilidad de plantearse una adaptación fiel, dados los diferentes registros y géneros que maneja la autora. Eso en sí nos resultó estimulante y, a pesar de las diferencias, yo creo que hay elementos de ‘Las madres no’ que están muy presentes en ‘Salve María’, como ese juego de espejos que se establece entre la protagonista y la infanticida que le da un aire inquietante a la narración.

Quizá el espíritu de la película queda sintetizado en esa frase que aparece sobreimpresa en la pantalla donde se lee: ‘Las madres no escriben, son escritas’.

Aunque nuestra intención fue hacer una película narrativa donde no estuvieran tan presentes esas partes sobre el proceso de creación literario que tanto peso tienen en la novela, era inevitable reflejar esa parte en la medida en que el viaje de la protagonista tiene que ver con su dificultad para nombrar lo que le pasa, ya que ahí hay un tabú, un estigma, al que le cuesta enfrentarse. Y eso tiene mucho que ver con la escritura, porque la escritura es atreverse a nombrar las cosas, del mismo modo que hacer cine es atreverse a mostrarlas. Por eso quise conservar todas esas citas, no solo para conectar la trama de la película con el proceso de creación sino para vincular nuestro trabajo con todas esas mujeres que abrieron puertas con todos esos relatos disonantes sobre la maternidad y de las que nosotras hemos recogido el testigo con la idea, justamente, de que las madres no solo sean escritas sino de que sean ellas las que escriban sus experiencias.

(Samuel DE ROMÁN | SEMINCI)

Da la sensación de que cada vez son más las madres que se escriben, que cada vez hay más testimonios ya sea literarios o cinematográficos sobre la experiencia de la maternidad…

El tema de que las mujeres estemos llegando, de que cada vez haya más creadoras, más escritoras, más productoras y más directoras, tiene mucho que ver con eso. Actualmente ya no nos cuentan sino que podemos narrar la experiencia de la maternidad en primera persona y desde diversos puntos de vista, dando lugar a relatos diversos y muchas veces hasta incómodos. Hasta ahora la maternidad formaba parte de un relato construido por el hombre, al cual ya le iba muy bien pensando que las mujeres éramos muy felices teniendo hijos y que la maternidad constituía el punto culminante de nuestras vidas. Pero las maternidades también pueden ser complicadas, más aún tal cual está estructurada la sociedad, cuando los hijos se suelen tener a edades más avanzadas, lo que cambia las expectativas. Por otro lado, también estamos más solas, hoy en día hay menos tribu. Todo eso genera otro tipo de relatos sobre la maternidad.

Pero, ¿no tiene la sensación de que aún siguen vigentes ciertos tabúes? Por ejemplo, la protagonista de su película evita, en todo momento, decir lo infeliz que la hace ser madre, quizá por miedo a ser juzgada…

Totalmente. Ella se siente como un monstruo, porque además es un tema muy delicado. De todas las maternidades disonantes, el de la madre arrepentida, con esas pulsiones que además tiene ella, que son muy oscuras, es uno de los perfiles que más rechazo social genera. Si no asumes que es algo más común de lo que pensamos y que está lejos de ser una cosa residual, resulta muy difícil de gestionar. Porque además ocurre una cosa y es que antes de ser madres hemos sido hijas y a ninguna de nosotras nos entra en la cabeza que nuestra madre no nos haya podido querer, con lo cual ese sentimiento de auto rechazo se acentúa en el caso de nuestra protagonista.

Yo me acuerdo las primeras veces que leía sobre madres arrepentidas me generaba mucho rechazo, pero el caso es que es algo que dista de ser extraño, prueba de ello es que cuando eres madre, desde el hospital te hacen un seguimiento muy exhaustivo porque saben que cuando acabas de ser madre no estás muy allá, estás en un momento de gran fragilidad.

«Actualmente podemos narrar la maternidad en primera persona y desde diversos puntos de vista, dando lugar a relatos diversos y muchas veces incómodos»

Quizá esa fragilidad también tenga que ver con la sensación de invisibilidad, de hecho, en el caso de la protagonista de ‘Salve María’, llama la atención cómo para su pareja, después de ser madre, parece como si hubiera dejado de existir.

Bueno, esa es una sensación que tiene sobre todo el espectador, porque nuestra mirada acompaña a María en sus momentos de soledad. Pero dado que ella tampoco se ve capaz de hablar de lo que le pasa, es normal que su pareja piense que las cosas van bien, no tiene motivos para pensar lo contrario.

Yo creo que él está muy vendido. Todos los miedos y paranoias de ella se disparan cuando está sola. Cuando está con él, él es como una boya, lo cual le impide ser consciente de lo que le pasa a ella porque cuando él la ve ella está mejor y, cuando a veces le pregunta, ella tampoco dice nada. En este sentido, no estoy segura de que, en su situación, yo pudiera hacerlo mejor que él.

¿Cómo encaró la dirección de actores? Porque en sus interpretaciones hay algo muy orgánico que logra trascender el arquetipo.

A pesar de estar planteada como una película de género que juega con elementos del cine de terror, para mí era muy importante que las interpretaciones estuvieran en una línea naturalista, como en mis anteriores películas. De ahí que me esforzara en marcar a los actores una línea de contención para que en sus trabajos hubiera mucha verdad.

El reto de la película fue justamente ese, aunar esa línea naturalista con una puesta en escena donde hay cosas que están mucho más disparadas, como el uso de la música o los movimientos de cámara. Pero en lo que se refiere a los personajes, me gusta trazar perfiles imperfectos y disfuncionales en los que todos nos podamos reconocer.