«No hagáis caso a todo lo que escucháis (en los medios) porque hay mucha gente interesada en que haya caos. Quieren eso», decía en voz fuerte este domingo por la tarde el rey español Felipe de Borbón ante unos ciudadanos indignados en Paiporta, epicentro de la tragedia humanitaria que vive estos días la comarca valenciana de l’Horta Sud. Era un momento de máxima tensión y el monarca tuvo un lapsus de honestidad brutal que en una democracia consolidada europea se le pediría explicar.
El ministro de Transporte, Oscar Puente, entronizado el año pasado por su estilo lenguaraz, dijo tras las imágenes de lanzamiento de barro, palos y piedras a los reyes españoles, a Pedro Sánchez y a Carlos Mazón que «probablemente no era el momento más oportuno» para esa visita y que «es posible que se haya errado en el cálculo».
Ambas frases son ilustrativas de unas últimas horas de zozobra y ‘shock’ entre los dirigentes de los grandes partidos por la envergadura de la tragedia y su impacto en una sociedad conmocionada por un enorme drama televisado en vivo, no solo por los canales habituales sino por las redes sociales. De hecho, los teléfonos móviles transmitieron y ayudaron a viralizar con crudeza lo ocurrido en Paiporta. Eso también permitió comprobar la participación de miembros de grupos neofascistas (se vio claramente a un joven con una camiseta de la organización División Azul hablando con Felipe VI).
La propia alcaldesa de Paiporta, Maribel Albalat, dijo en una entrevista en Antena 3: «La mayoría de la gente era de fuera, lo sé porque yo no los conocía y ellos tampoco a mí. Estaba preparado. Me refiero a la ultraderecha, han ido a atacar a los presidentes. Ha sido un atentado y espero que diriman responsabilidades».
Los bulos en las redes se han multiplicado estos días e impactan en el clima político: desde comunicadores con cientos de miles de seguidores informando de un presunto coche con Sánchez dentro siendo atacado (un ‘zoom’ a las placas demuestran que era falso) hasta la Generalitat valenciana diciendo que la Confederación Hidrográfica del Júcar había suprimido avisos por las crecidas. «Depende del Ministerio de Teresa Ribera», enfatizó un desbordado president Carlos Mazón. La Confederación salió a desmentirlo. Las noticias inexactas están a la orden y tienen su objetivo, como bien remarcó el Borbón.
La derecha mediática y política desea que el Gobierno «tenga su 11M» y se corroa por dentro, admiten algunos formadores de opinión que echan leña al fuego que son las redes sociales estos días. Los mensajes de ira ya tendrán su manifestación: grupos autodenominados espontáneos han convocado movilizaciones frente a los ayuntamientos de todo el Estado para el 15 de noviembre. Uno de los colectivos se llama Patriotas Revolucionarios y el lema será «El pueblo salva al pueblo». En Madrid la manifestación será frente a la sede del PSOE en la calle Ferraz.
Sin embargo, a pesar que este grupo dice en las redes ser «no partidista e independiente», grupos antifascistas no tardaron en descubrir y alertar que aquella organización está repleta de gente vinculada a Vox y Alvise Pérez.
La petición centralista del PP
Desde el mismo miércoles, el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, no ha cesado en sus críticas al Gobierno hasta este domingo, que ha moderado el tono. Tardó medio día en condenar la violencia física contra Sánchez pero lo ha hecho este lunes en una declaración leída y sin aceptar preguntas en Génova, tras mantener un encuentro con la plana mayor del Partido Popular, en la que han guardado un minuto de silencio por las víctimas.
Sorpresivamente, Feijóo ha pedido al Gobierno español que declare el estado de emergencia nacional y le ha ofrecido los votos del PP en el Congreso para aprobarlo. Esa decisión implicaría que el mando del operativo de rescate en València pasara a depender del ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, y no del president de la Generalitat valenciana.
No es un dato menor, más allá de que demuestre la tentación jacobina y centralista tradicional del PP, sobre todo por la efectividad de la ocurrencia: muchos especialistas en los últimos días han explicado por qué un mando desde Madrid iría a contramano de la eficacia de una cadena de mandos que conoce el terreno, y citan como ejemplo el resultado que tuvo seguir ese criterio en el desastre del Prestige en Galiza.
Feijóo ha llamado a la «unidad» y a «arrimar el hombro», a diferencia de Mazón, quien también ha criticado a la UME por no haber llegado a tiempo a la zona del desastre, algo desmentido por el general jefe de ese cuerpo especial. La aclaración fue luego del comité de crisis que encabezó Sánchez en Moncloa junto a las vicepresidentas María Jesús Montero y Yolanda Díaz, que también contó con la presencia de Felipe VI.
El ministro de Presidencia, Félix Bolaños, se ha reunido en el Congreso con todos los grupos parlamentarios para informar de la situación y las actuaciones llevadas a cabo por el Ejecutivo en la gestión de la tragedia. Lo ha podido hacer con todos menos con Vox, que se ha negado a verlo y le ha deseado a través de un portavoz un «juicio justo en la historia y en los tribunales» a Sánchez.
Desde la izquierda, portavoces de Sumar (Lara Hernández) y de Podemos (Pablo Fernández) han criticado la decisión de Sánchez y de la Casa Real de ir a Paiporta. «No era el momento», han coincidido ambas formaciones en ruedas de prensa de esta mañana. Sin embargo, los socios minoritarios del Gobierno no han aclarado si apoyan una declaración de emergencia nacional, en tanto los de Ione Belarra apoyan un estado de alarma para València como el hecho a Madrid en 2020. Por ahora en Moncloa eso no está sobre la mesa.