El cambio climático hace distinciones cuando se trata de alterar los ecosistemas. De la misma forma que los territorios a nivel del mar se ven amenazados por el deshielo, el calentamiento global también afecta al clima y los recursos de alta montaña, en especial de los glaciares. Estas gigantescas masas de hielo han permanecido inalterables y avanzando a paso lento durante miles de años, pero en tan solo unas décadas han visto como su volumen descendía vertiginosamente debido al aumento de las temperaturas.
Sobre ello alertó el jueves el montañero y activista medioambiental Luis Alejos, en la charla ‘Impacto del cambio climático en la alta montaña’ organizada por Ekologistak Martxan en Ekoetxea de Bilbo, coincidiendo con el Día Internacional de las Montañas, que se conmemora el 11 de diciembre. A pesar de no ser «un experto», como él mismo aclaró, Alejos se basó en su amplia experiencia como montañero ascendiendo a montes de todo el mundo para constatar el gran retroceso que están sufriendo los cada vez menos glaciares existentes.
«La regresión de los glaciares es un factor relativamente reciente, pero que quienes andábamos por las montañas ya advertíamos, sin ser conscientes de los que significaba», confesaba Alejos al inicio de su exposición. Ejemplo de ello es el caso de los Pirineos, cordillera que en los dos últimos siglos ha perdido el 90% de sus glaciares. «Ya no se puede hablar de glaciares en los Pirineos. Quedan vestigios, pero ya no tienen vida. Están muertos», afirmaba.
Sin embargo, la relación de las personas y los glaciares era muy distinta esos 200 años atrás. De hecho, Alejos afirma que incluso existía el «miedo» a los glaciares, pues estos llegaban hasta los mismos pueblos, con el peligro que ello conllevaba. Esto todavía se puede observar en cuadros y postales de la época, especialmente en aquellos ubicados en los Alpes.
«Durante el Medievo y hasta el siglo XVIII se vivió lo que se conoce como “la Pequeña Edad del Hielo”, que terminó con el cambio climático asociado a la industrialización y el uso del carbón y el petróleo. Es decir, con el nacimiento del capitalismo», afirmó el activista. Con la lenta, pero constante disminución de las lenguas de hielo, el miedo pasó a convertirse en curiosidad, que dio pie al turismo de glaciares.
Las primeras excursiones a pie por los glaciares, a finales del siglo XIX y principios del XX, dieron paso a otro tipo de turismo en la actualidad. «En otra época, la gente iba a ver los glaciares como elementos vivos. Hoy en día, se va a ver cómo mueren», comentó. Según vaticinó, cada va a ser menos frecuente ver glaciares, o incluso pistas de esquí, a pie de pueblos, como todavía ocurre en los Alpes.
Precisamente en esta cordillera, bien conocida por Alejos fruto de sus numerosas expediciones, el glaciar Mer de Glace ha retrocedido 150 metros en tan solo un siglo y medio. «Es tanto como la Torre Iberdrola», apuntó el montañero, mientras enseñaba imágenes del teleférico que lo sobrevuela, cada vez a más altura.
Crítica a la Cumbre del Clima
En 2022, la UNESCO declaró el 2025 como Año Internacional de la Preservación de los Glaciares. Sin embargo, Alejos destacó la doble vara de medir de la ONU respecto al calentamiento global, ya que también es la organizadora de las Cumbres por el Cambio Climático. «En las cumbres celebradas no ha sido posible ni siquiera acabar con las ayudas al carbón, que es lo primerísimo que tendrían que hacer para combatir la emergencia climática», resaltó activista.
Finalmente, extendió la responsabilidad a los políticos, de quienes dijo no esperar ningún cambio si no es por la presión de los movimientos sociales. «El cambio climático ya es inevitable, pero sus consecuencias se pueden limitar», concluyó.