Iñaki Urdanibia

A vueltas con las pelotas de David

Por asociación me vienen a la mente mis años escolares en los que unos celosos frailes, uno en concreto, a pesar de que iban de modernos, nos hacían tapar con recortes de papel o con tinta ciertas partes de las figuras, reproducciones de obras de arte, que aparecían en el libro de Historia Sagrada.

Si digo a vueltas es debido a que no es la primera vez que la genial escultura de Miguel Ángel, que representa a David, desnudo, es motivo de escándalo o censura para evitar el escándalo de las almas sensibles a las que el desnudo puede originarles urticaria, ataques de pánico o vaya usted a saber. De ello hablé hace ya unos años, allá a comienzos de 2013, cuando a las partes dichas pudendas no tuvieron mejor idea que ponerle unos calzoncillos que tapase sus vergüenzas. Aquello fue en Japón.

Ahora leo en la publicación digital Artnet News fechada en 5 de octubre ("Exhibitors at a Fair in Dubai Have Covered Up the Private Parts of Michelangelo’s 'David,' Fearing It Might Offend Visitors", Artnet News) que en la Expo 2020 de Dubai, que se inauguró el 1 de octubre y que permanecerá hasta el 31 de marzo del año que viene, en el pabellón italiano a la copia de la obra de Miguel Ángel, reproducida en 3D, se le han oscurecido los genitales ya que la visión de tales supone –según dicen– un grave ofensa para los tradicionalistas islámicos. En las fotos que se reproducen se observa que diferentes entramados de madera hacen que únicamente puedan verse partes de la escultura, siendo hurtada a los visitantes el pene y los testículos del personaje bíblico.

Buena la liaron Adan y Eva, más la segunda que el primero, bastante pánfilo él, cuando probaron del árbol prohibido, el de la ciencia del bien y del mal según les anunció Yahvé; si antes en el jardín del Edén no había ropa, ni pudor y todos los seres que por allá correteaban andaban desnudos, tan campantes, a partir del acto de desobediencia de Eva, incitada a ello por la tentadora serpiente, que arrastró a su compañero de cuya costillas había salido, Yahvé expulsó a la pareja, condenándolos a ella, a parir con dolor y a ser dominada por el hombre, a él a currar; fue precisamente cuando Yahvé les visitó para recriminarles su acción, que ellos se taparon sus partes con la clásica hoja de parra, a continuación Yahvé les fabricó unas túnicas de piel con las que vestirse, dándose inicio al pudor hasta entonces desconocido. 

Las pelotas de David

De no creer, oye. Leo por ahí (conste que no en "El Jueves" ni en ninguna otra revista de humor sino en el diario "Libération" de 7 février de 2013) que en una población nipona ante una exposición, por lo que observo en la fotos, al aire libre –en un parque municipal para más datos– de algunas obras del artista italiano Miguel Ángel, la gente, alguna, se ha echado las manos a la cabeza y casi se las echa a la entrepierna del macizo representado en la escultura del escultor italiano. Algunos ciudadanos muy preocupados por el daño que la visión de las pelotas y el pene (desde luego, no erecto) puedan producir en los niños, y niñas, han propuesto, eso sí que es innovación y no la del retoque del Cristo de marras, que diga de Borja, poner unos gallumbos (¿abanderados?) al tiarrón, cinco metros de cuerpazo. «Estas estatuas representan personas desnudas, un estilo artístico muy raro en nuestra región. Hay gente que piensa que eso no es bueno para los niños» precisa un preocupado empleado municipal. Por asociación me vienen a la mente mis años escolares en los que unos celosos frailes, uno en concreto, a pesar de que iban de modernos, nos hacían tapar con recortes de papel o con tinta ciertas partes de las figuras, reproducciones de obras de arte, que aparecían en el libro de Historia Sagrada. La pureza ante todo, que si no uno se lanza al vicio y acaba con la columna desviada, o calvo, o... se pilla cualquier mal, además del moral... Tras la Virgen capitana, nuestra madre de el Pilar... ¡ay las tropas del padre Chaminade!

La representación de la desnudez, cosa natural donde las haya (en el arte y fuera de él), es una vez más motivo de escándalo... No es cosa de repetir la falaz cantinela de que estar desnudo no hace sino reflejar la manera en la que «dios no trajo al mundo»; algo más creciditos en la actualidad, con más formas y con más pelos, y si no que se lo pregunten a Óscar Tusquets ("Contra la desnudez". Anagrama, 2004); como tampoco es el caso de entrar en la exactitud o no de aquella frase repetida mil y una vez por el lehendakari Juan José Ibarretxe de que desnudos todos somos iguales, ya que en fin... unos más iguales que otros, pero a lo que vamos. Ver a alguien desnudo turba a los inocentes chicos y chicas nipones, o quizá más a sus progenitores que seguro que no se miran ni al espejo para no avergonzarse de sus atributos (¡qué expresión!) mientras se ponen a tono, dale que te pego, (h)ojeando mangas sin parar, cuyas chiquillas, modelo casi pre-adolescente con cuerpos muy desarrollados, sí que llevan unos tanguitas y evolucionan en unas sinuosas posturas, nada naturales por cierto, que no escandalizan ni a dios bendito, ni encandilan a nadie por supuesto.
Decía el bueno de Pablo de Tarso que nada hay impuro para los ojos de los puros, pues bien los defensores del gallumbeo escultórico, son además de timoratos perdidos, no-puros o quizá unos envidiosos acomplejados ante la visión de semejante maromo, y me refiero al de la foto, claro.

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