Tasio Erkizia
Pensionista

Ánimo, pensionistas

Nuestros objetivos no son exclusivamente personales, miramos al futuro y a todos los trabajadores. Queremos recuperar la dignidad obrera. No pedimos limosnas sino lo que se nos adeuda por lo trabajado.

Me rejuvenezco y se me alegra el corazón cada lunes que nos juntamos centenares de jubiladas, viudas y pensionistas en las escalinatas del Ayuntamiento de Bilbao. Y todas con un sentimiento común: «esto es una vergüenza, nos están tomando el pelo, hay que rebelarse contra el fraude que están cometiendo con millones de personas que después de años de cotización, ahora en los últimos años de nuestra vida, se nos arrastra a la miseria y pobreza».

Y el comprobar que esta escena se repite en docenas de ayuntamientos de Euskal Herria, e incluso del Estado, me ilusiona y crea esperanza. Personas con muchos años a sus espaldas (65, 70, 80, 85 años), de muy distintos pensamientos políticos y también diversas condiciones sociales, pero unidos en un único objetivo: rebelarse, levantar la voz, mostrar nuestra indignación para evitar el progresivo desmantelamiento del sistema público de pensiones.

Es cierto que la gota que ha colmado el vaso ha sido el vergonzoso 0,25% desde hace varios años, junto con declaraciones mentirosas de Fátima Bañez diciendo que los pensionistas no hemos perdido poder adquisitivo y o el cinismo de Rajoy animándonos a ahorrar ahora que la economía va bien. Pero el problema es de fondo. Tiene su origen en las varias reformas laborales impulsadas por PP y el PSOE, que han puesto las bases para desmantelar el sistema de pensiones. Y tiene su apoyo en el gran negocio de los planes de seguros privados. Detrás de todo esto están las grandes multinacionales, con el apoyo de los partidos del sistema.

Por lo tanto, es un poco iluso pensar que es un tema de fácil solución, que Rajoy va a cambiar de política en pocos meses. Pero también desconoce la historia quien tira la toalla porque nada se consigue con la lucha. Lo conseguido hasta ahora ha sido gracias a nuestro tesón y lucha diaria y el futuro toca construir de la misma manera. Quien piense exclusivamente en su salida personal, está poniendo alfombra roja a la voracidad empresarial. Quien apoya la lucha solidaria pone las bases para una sociedad diferente, más justa y equitativa para nuestras hijas y nietas.

En las primeras concentraciones, ningún medio de comunicación se interesó por nosotros-as. Hoy no tienen más remedio que hacerse eco. Es un pequeño triunfo. A día de hoy todavía, los respectivos gobiernos ponen sordina, se hacen los no enterados. Si nos mantenemos firmes en nuestra actitud, no tardarán en hacer algunos movimientos. Seguramente, para intentar desmovilizar o crear división, pero lograremos que se preocupen. Unidad y firmeza son nuestras armas. Va a ser una lucha larga, pero esta batalla podemos ganarla y la vamos a ganar.

Resulta urgente terminar con las miserables pensiones de viudedad de 300 euros y las pensiones de pobreza inferiores de 700 euros, que sufren más de 200.000 personas del Sur de Euskal Herria. En un año en el que las diputaciones han recogido 1.200 millones más, hemos de lograr que las instituciones locales garanticen complementos que subsanen las miserias estatales. Es un objetivo realizable. La carta social Europea marca el mínimo en 1.080 Euros. ¿Es tan descabellado tomar como referencia dicha cantidad? A todos los gobiernos e instituciones que han sido tan solícitos para rescatar a la banca y las  autopistas... ¡Exigimos un plan urgente de rescate para las personas!

Hay que lograr que la mayoría de los diputados del Congreso del Estado español acuerden derogar las reformas laborales antiobreras aprobadas anteriormente y la elaboración de un plan que garantice el futuro de las pensiones públicas de manera rigurosa. Nuestros objetivos no son exclusivamente personales, miramos al futuro y a todos los trabajadores. Queremos recuperar la dignidad obrera. No pedimos limosnas sino lo que se nos adeuda por lo trabajado.

¿Ahora entendéis por qué reclamamos que la Seguridad Social sea plenamente gestionada por las instituciones vascas?¿No está clara la dimensión social del derecho a decidir? No es un capricho, es una exigencia lógica. Recuperar la plena soberanía política es la única manera de garantizar nuestro futuro económico. No falta dinero, sobran ladrones.

No nos van a regalar nada. Nuestras concentraciones encontrarán no pocas dificultades. No desfallezcamos. Mil batallas anteriores nos han traído hasta aquí. Y nuestra generación ha de rematar la faena. Amigos, está en juego nuestra dignidad y orgullo de trabajador. Ánimo pensionistas. ¡Hay que ganar esta batalla!

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