Patxi Zabaleta
Coordinador general de Aralar

Aquella Federación Vasco-Navarra de Cajas

La afirmación de Mario Fernández de que Kutxabank no es una entidad pública sino privada es la misma falsedad que han utilizado en Nafarroa durante años y años Miguel Sanz, Enrique Goñi y todos los demás cómplices que han vaciado y arruinado la Caja de Ahorros de Navarra.

Hemos soportado durante decenios esa falsa y ridícula monserga hasta que han destruido la CAN. ¿De quién es entonces la CAN? ¿A quién pertenece? ¿Por qué era Sanz su presidente y es presidente de Kutxabank el Sr. Fernández desde que «abdicó» en su favor Xabier de Irala?

Todo les daba igual, porque la CAN es una entidad privada –decían. Añadían luego contradictoriamente para mayor burla que la CAN tenía naturaleza «foral» y para sostener esta afirmación aducían una cláusula transitoria de los estatutos de Caja de Ahorros de Navarra de 1976, en que se condicionaba la modificación de dichos estatutos a un acuerdo del Gobierno de Madrid con el de Navarra. En virtud de esa cláusula evadieron la primera y limitada democratización de los órganos de las cajas, auspiciada por Fuentes Quintana, el vicepresidente económico de Suárez, y se burlaron también de todas las siguientes democratizaciones, inspecciones y controles. De paso dificultaban por un lado la presencia de los abertzales en niveles de dignidad y creaban las condiciones de oscurantismo para el favoritismo, los chanchullos y las superdietas. El régimen de exclusión patentado y sostenido en Nafarroa durante más de 35 años por UPN y PSN tenía una de sus bases precisamente en el clientelismo de CAN. Su estructura se mantuvo en los parámetros caciquiles del franquismo, sin siquiera dar cauce al control autonómico.

¿Cuál habría sido la alternativa lógica? Tanto desde el punto de vista social como del económico e incluso desde el institucional, la salida y solución más lógica y más viable habría sido darle a la Federación Vasco-Navarra la virtualidad de marco y estructura de la unión de cajas. Es decir, elevar a nivel de unión lo que era la coordinación de la federación de cajas de ahorros, que incluso llegaron a tener hasta convenio colectivo que afectaba a siete de las ocho existentes en un principio.

Desgraciadamente, la idea de la posible unión de las cajas vasco-navarras tuvo decisorios enemigos y adversarios. Fue enemigo visceral UPN; prefería que la CAN acabase en manos de cualquiera antes que en las de las otras cajas vascas, y por ello impulsó operaciones comercial y empresarialmente alocadas, como fueron las expansiones en la CAV, Catalunya, Madrid, etc. y luego las ruinosas fusiones de Banca Cívica y la salida en bolsa que sería calificable de alucinante si no hubiese ocasionado la ruina de tantas familias humildes. También PP y PSE mantuvieron posicionamientos provincialistas. Pero el mayor hándicap proviene objetivamente de que la BBK tiene en la fusión de Kutxabank un peso superior a la suma de Vital y Kutxa; la presencia de CAN en otra hipotética fusión habría dado otro resultado. Paradojas de la simbiosis entre antagonistas del bizkaitarrismo y del navarrismo.

Actualmente el debate de Kutxabank vuelve a estar viciado. La historia tan reciente y tan antigua de la extinción fulminante de la secular Federación Vasco-Navarra de Cajas de Ahorro pone de manifiesto la necesidad de la perspectiva de pueblo o nación en esta materia. El futuro próximo de esta nuestra nación tan vieja y tan joven como es Euskal Herria requiere y requerirá un instrumento financiero propio y por lo tanto público, que no puede ser otro que Kutxabank. Desde una perspectiva nacional o de pueblo, mantener el carácter público de Kutxabank es una exigencia, igual que lo entienden los países europeos al norte de los Pirineos.

Está sonando el picaporte de un porvenir en el que las sinergias y la colaboración de Nafarroa y la CAV van a dar pasos cualitativos, precisamos un instrumento financiero público. Si no hay razones legales que impidan la subsistencia de las cajas en Francia o en Alemania,  tampoco puede haberlas aquí, en que son competencia autonómica. Los argumentos sociales y económico-financieros a favor de la naturaleza pública de Kutxabank son irrebatibles. Cuando el pasivo financiero del Banco Central Europeo tiene las tasas actuales y las previsibles, no tiene rigor el recurso a la privatización, salvo para negocios clientelares.

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