Patxi Zabaleta
Coordinador de Aralar y portavoz de NaBai

De cuando Carrillo rompió la ruptura

«Solo Carrillo podría haber disputado a ETA la primacía en la deslegitimación del franquismo, pero perdió su oportunidad al sustentar el franquismo».

Santiago Carrillo ha sido un político importante y de gran influencia en la evolución de la izquierda, no solo en el Estado español, sino también en Europa, y quizá también en términos socio-políticos más amplios. De joven intervino en la ruptura de la rama española de la «internacional» socialista y en la creación del partido comunista. Más adelante formó parte muy activa de la resistencia contra la sublevación franquista y después fue una de las referencias más importantes de la resistencia contra el franquismo durante 38 años de destierro, marcando con otros la pauta del «eurocomunismo», y luego protagonizó una activa intervención en la llamada «transición». Luego, una vez fuera del PCE, ha tenido largos años de lúcida intervención social como comenta- rista. Es la imagen más representativa del trayecto político y de la evolución del PCE.

De todos esos aspectos, quizá el que más se ha recordado con ocasión de su muerte ha sido el de su intervención en la transición como reforma democrática. Ese es también precisamente el aspecto,al que se refiere este artículo.

Franco murió ejerciendo de dictador y hasta su fallecimiento no hubo más que movimientos más o menos tolerados y más ó menos disimulados. Era la forma en que los poderes fácticos, es decir las fuerzas del búnker franquista y las económico-sociales, que estaban íntimamente conexas, preparaban su perduración.

Dos fueron las referencias fundamentales de oposición, es decir de «ruptura democrática» y, por lo tanto, de deslegitimación del franquismo. Una era la Junta Democrática y otra era la Plataforma democrática. En la Junta estaba el PCE de Carrillo junto con una parte de la Democracia Cristiana, algunos de los partidos socialistas, como el PSP de Tierno Galván, etc. La Plataforma fue creada como reacción del PSOE (r) de Suresnes de Felipe González, Guerra, Múgica, Nicolás Redondo, etc. Había otras fuerzas políticas que pendulaban como de costumbre.

Hubo unos enormes y profundos intereses y una fecha clave. Los intereses eran económicos de las clases altas, sociales de los aposentados y aledaños del poder, ideológicos del españolismo y del imperio occidental, pero también estratégicos como, por ejemplo, del PSOE (r) de González y cía., que no habían estado en la lucha antifranquista, salvo honrosas excepciones. La fecha clave es la de 15 de diciembre de 1976, en que la reforma democrática de la autoinmolación de las Cortes franquistas del 8 de noviembre de 1976 venció con gran holgura, a pesar del boicot de PSOE, PCE, PSP, CIU, PNV, etc. También junto con la izquierda abertzale y muchos otros.

A los partidos «estándar» les entró el vértigo. Corrían el riesgo de quedar marginados de las elecciones que ya se anunciaban para 1977, y se cambiaron la chaqueta. Se habían unido en la «Platajunta», se pasaron de la ruptura a la reforma y gestionaron la legalización del PCE como una cuestión propagandística y de medios. Santiago Carrillo dejó al margen los principios del republicanismo, del progresismo y de la izquierda y luego firmó los pactos económicos y sociales de la Moncloa y legitimó la reforma.

Se argumentó que «las cesiones» de Carrillo habían sido por la estabilidad política, por hacer posible la transición mediante la reforma, de la que los que seguimos siendo rupturistas creemos que fue un fraude político.

No era así. No tenía por qué haber sido así. La izquierda abertzale se mantuvo en la reclamación de la ruptura... En eso que era la deslegitimación del franquismo, y ¿qué estabilidad aporta el renunciar al republicanismo? La única evolución digna y coherente hacia la democracia habría sido mantener cada cual sus referencias ideológicas en su integridad, exigir la igualdad radical de las personas y de las víctimas del franquismo, vindicar el diálogo sin excepciones como derecho básico y establecer la inderogabilidad de los derechos humanos...

Solo Carrillo podría haber disputado a ETA la primacía en la deslegitimación del franquismo, pero perdió su oportunidad al sustentar el franquismo. Luego la reforma devoró la imagen y el mensaje del propio Carrillo.

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