Del agostazo al fracaso de Navarra Suma
Las extravagantes bravuconadas de la Comisión de Navarros en Madrid de hace unos años se quedan cortas comparadas con la desvergonzada intromisión en los asuntos de Navarra del individuo Albert.
El conocido como «agostazo» de 2007 ha dejado o va dejando de ser recordado como referencia política de Navarra. Pero aún no se han puesto de manifiesto las razones objetivas, que han llevado a tal situación. En política las cosas importantes no ocurren por casualidad y suelen estar motivadas –frecuentemente más que por razones ideológicas– por el peso de la fuerza social de determinados hechos.
La comparación de la metamorfosis del PSOE-PSN del 2007 a 2019, requiere recordar que en aquel momento UPN convocó la movida de marzo de 2007 con el lema de «Navarra no se vende». Pero la derecha española quería aprovechar el viaje para cazar –que lo cazó– la pieza del presidente del Gobierno de Madrid, nieto de fusilado, por lo que el grito más coreado fue aquel de «¡Zapatero vete con tu abuelo!» Lo paradójico fue que cinco meses después el infausto Pepiño Blanco y Rubalcaba obligaban al PSN a entregar el gobierno de Navarra a la derecha.
¿Cuál es ahora la diferencia objetiva? Hay varias diferencias trascendentales.
La primera es –en contra de lo que se quiere dar a entender– el fracaso de Navarra Suma. Esta coalición fue una llamada a rebato de todas las derechas –ya que incluso vació de votos a Vox– para unir fuerzas. Pero se quedaron por debajo de cotas que había alcanzado UPN en solitario, ya que no hace tanto tiempo que obtuvo 24 parlamentarios y el centro–derecha 28. Por ello no lograron su único y esencial objetivo, que era el Gobierno de Navarra.
La segunda diferencia objetiva entre 2007 Y 2019 es que los votos obtenidos por las fuerzas del ex cuatripartito –aunque no los parlamentarios– son más que los de Navarra Suma, lo cual no puede ser obviado en los análisis reservados de las maquinarias partidistas. Y ello, a pesar del descenso sustancial de Podemos e IE y de la diferencia entre los votos municipales y forales de EH Bildu.
En tercer lugar, la incapacidad de influencia del navarrismo encarnado en Navarra Suma está tocando fondo, no solo en Navarra, sino también Madrid y en todas partes. Las apocalípticas soflamas de Esparza y compañía solamente encuentran eco en la caverna mediática y eso es sinónimo de fracaso seguro. ¿Para qué sirve ahora Navarra Suma? ¿Para defender los fueros? ¿Contra quién, contra el centralismo? Pero si lo tiene dentro. En realidad, el gran déficit del Navarrismo es y ha sido su escoramiento no solo a la derecha, sino incluso a la extrema derecha, de la que actualmente se ha convertido en rehén.
La proclamación del fracaso de Navarra Suma la ha efectuado ahora Rivera, Don Albert, en su enésimo cambio de postura, motivado esta vez por el pavor, que tiene a unas nuevas elecciones. Resulta que ahora está dispuesto a abstenerse en el Congreso para que salga presidente Sanchez con tres condiciones, siendo la primera de ellas la implosión del Gobierno de Navarra –o algo así–. Las extravagantes bravuconadas de la Comisión de Navarros en Madrid de hace unos años se quedan cortas comparadas con la desvergonzada intromisión en los asuntos de Navarra del individuo Albert. ¿Hablaban los de UPN de vender Navarra y no se van a plantar ante semejante falta de respeto a la voluntad política de las navarras y navarros democráticamente –aunque sea con defectos– expresada?
El hecho de que Sánchez acceda a la presidencia del Gobierno de España sin garantizarse la aprobación de los presupuestos podría constituir una frivolidad, pero la insensata intromisión de Rivera en los asuntos internos de Navarra es un atentado a la democracia. Probablemente está aterrorizada entre la tenaza de la marca «España Suma», que blande el PP con base en una flagrante mentira, y las encuestas y presiones empresariales por otro; pero eso es problema suyo.
Y efectivamente «España Suma» se fundamenta en la mentira de que Navarra Suma haya sido un éxito, cuando en realidad ha sido un fracaso, que está llevando a UPN a la irrelevancia política. La parte de la sociedad navarra, que representa UPN –30 %– tiene que ser tenida en cuenta, pero la parte de la sociedad navarra, que representan los abertzales y que sustentaba el cuatripartito –otro 30%– no puede ser obviada.
Allá en el agostazo de 2007, sin haberse logrado aún el cese definitivo en la lucha armada, la dirección del PSOE cometió el grave error de no atender a la mayoría de las navarras y navarros, incluidas las bases del propio PSN. Ahora, si cayese en la trampa tendida por el desesperado Rivera, sería la definitiva. Afortunadamente parece que están escarmentados.