Descansa en paz Andoni
El 1 de junio falleció en Iruña Andoni Esparza, una de las personas más importantes de mi vida. Nos conocimos gracias a Eguzki Irratia. Nos escuchaba desde su cama de enfermo, y suponíamos para él una ventana al mundo: Le informábamos de lo que no informaba nadie, alimentaba su esperanza por el cambio social.
Nos llamaba, nos animaba. Su voz nos indicaba que no se trataba del oyente tipo. Al equipo de Eguzkiero nos daba mucha ilusión sus llamadas. Era mi oyente favorito. De esta manera, nos conocimos y comenzamos una relación de la que he disfrutado hasta su muerte. Formábamos una extraña pareja de locos malditos, unidos por una manera parecida de entender la acción social. Nos separaban 40 años, pero nunca fue una frontera entre nosotros, porque Andoni era un ser abierto a lo nuevo, movido por una curiosidad infantil que le hacía joven, hasta el mismo momento de su muerte. El depositó en mí su confianza a pesar de no conocerme. Pero igual me la otorgó. Y en ese acto, consiguió algo mágico, que yo misma construyera una confianza en mí misma que siempre me acompañará: Hizo de mi, escritora. Y gano todo mi amor de hija “política”, él, padre de cinco buenos hijos varones. Me mostró en primera persona hechos de la Historia Contemporánea Baska que vivió, constituyendo para mí uno de los testimonios directos más apasionantes de los que he disfrutado. Fue testigo del nacimiento de ETA, compartiendo mucho de los Principios de 1962 que la Organización elaboró y que dormitan en papeles olvidados por nuestra sociedad. Estuvo en el Congreso Europeo de Munich del mismo año, y fue de los pocos que se opuso a sus acuerdos. El predijo y denunció lo que llevamos años sufriendo. Participo en hechos culturales de primer orden, tales como la producción de la histórica Amalur, película de obligado conocimiento, o la producción de algunas de las películas de Buñuel. Conoció al lehendakari Aguirre, al artista Jorge Oteiza, al dictador Marcos, en diferentes momentos y situaciones de su fructífera carrera profesional. Pero la obra cumbre de su vida y por la que dio su salud, su familia, amistades y felicidad fue el proyecto cooperativo que inicio con la cooperativa Funcor, contemporánea del embrión de la MCC. De la mano de su padre, gran mentor de su vida, adquirió un espíritu de solidaridad social por el que intentó transformar la realidad económica de obreros de su Elorrio natal, teniendo en mente la transformación para toda Euskal Herria. Por esta idea, siempre buscó la unión con otros proyectos cooperativos, entre ellos el auspiciado por José María Arizmendiarrieta. La hagiografía del “beato” considera Caja Laboral Popular como un sueño de este cura. Pero el que gestó la idea fue Andoni, quién, al no ser escuchado por ningún otro compañero cooperativista, y buscando incansablemente aliados para crear una caja que atendiera las necesidades de las Cooperativas Baskas, topó con este otro personaje. Arizmendiarrieta consiguió los permisos en Madrid por sus contactos dentro del régimen franquista. Iniciaron así una relación gracias a la cual el mitificado cura muestra su verdadera cara. A pesar de que Andoni confió en él, el “padrecito” del capitalismo cooperativo basko del XX no tuvo ningún reparo en que el proyecto auspiciado por la gerencia de Andoni fuera ahogado con armas financieras, su persona perseguida, encarcelada y linchada, y su figura maldecida entre muchos colegas de su generación, e ignorada por los que nacimos después. Desde ese momento Andoni luchó para que la sociedad conociera lo que ocurrió con Funcor, no por su persona, sino por las consecuencias sociales que ha tenido y por el referente que todavía representa. El me enseño la palabra “TRANSACCIÓN”, para denominar lo que todos los historiadores denominan “Transición”. Con él enriquecí la simbología de Likiniano del Bietan Jarrai, convirtiendo la Serpiente y el Hacha en un Ying Yang basko. Sobre esta metáfora, en nuestras charlas de atardecer en su terraza, donde Iruña enseñaba su mejor cara, encontrábamos explicaciones nuevas a lo que había sucedido en los últimos 50 años de Historia de Euskal Herria. Estábamos de acuerdo que había habido mucha hacha y poca serpiente, y que para avanzar, necesitábamos un hacha que construyera conforme lo que la serpiente susurrara. Una serpiente que simbolizaba todo lo femenino basko, eso que admiraba con su mente y amaba con su corazón. Considerábamos la lucha económica como la parte femenina de la lucha de nuestro Pueblo. Indirectamente gracias a él tuve el gusto de conocer a otra figura histórica, uno de los fundadores de ETA, Julen Madariaga. Y escuchándole contar su versión de sí mismo y su experiencia, el símbolo se hacía personas, Julen, el hacha, Andoni, la serpiente. Y mi corazón, llorando de nostalgia, no puede evitar pensar que hubiera sido de mi propia vida y de la de tantos si estas dos figuras, como representantes de dos realidades de nuestro pueblo, uno abogado, el otro gerente, hubieran acompasado sus anhelos y estrategias en una dirección común. No puedo evitar pensar que una República Baska, hubiera podido ser realidad: El momento histórico que ambos vivieron fue propicio para ello, la unión de lo que ambos representaban, muy potente. Ahora que Andoni ha muerto no me quedo con estos logros, a pesar de su gran importancia. Tuve el honor de conocerlo, y lo que me acompañará será su mirada limpia de niño, su delicadeza conmigo y mi familia, su existencia tortuosa pero honrada, de la que fui en una pequeña parte testigo, su curiosidad, su energía nuclear, su amor por Euskal Herria. Lo considero un Personaje del futuro. Murió en el atardecer del primer día veraniego del 2012, justo en Junio, justo a los 500 años de la conquista. En el cielo había una luna vestida de fiesta para su despedida, esa noche la empañaba una lágrima en su honor, por todos sus logros y dolores. Ahora sus cenizas vuelan en el Amboto, pero el sábado también estuvo en Iruña. Por el efecto mariposa, desde la montaña mágica, su espíritu llego convertido en un fresco viento del Norte que todos sentimos, sin saber que era él y el resto de antepasados que como él, nos desean lo mejor. Ahora, la mejor manera de devolver la confianza que me regaló es vivir de esa forma que le hacía reír. Y en ello voy a estar, formando parte de mi pueblo, intentando el amor incondicional a cualquier ser humano, acompasando mis ritmos a los de Amalurra, elaborando una lucha social con la energía de mi alegría. Lo que él intentó, con toda su humildad, y que en gran medida consiguió. Y como él, me equivocaré. Porque no somos dioses, sino humanos ensayando vidas. Descansa en paz hasta que llegue la hora de los pueblos, y puedas celebrarlo, allí donde estés. Te quiero. Julia