Entre la subordinación al Reino de España o la soberanía de una república vasca
El debate sobre el nuevo Estatus en Euskadi, que se volvió a abordar en la jornada de reflexión el pasado mes de octubre en Gasteiz, se desarrolló en un contexto en el que se vuelve a cuestionar la relación con el Estado español y el grado de autonomía. Como explica Mario Zubiaga, la cuestión no es solo reformar el Estatuto de Gernika, que ha sufrido una erosión significativa desde los años 90, sino redefinir la soberanía de la nación y dotar a la comunidad de una herramienta adecuada para enfrentar los retos del siglo XXI.
La idea que vertebra el debate no trata simplemente de completar un Estatuto, sino de reconceptualizar el autogobierno y redefinir la relación con el Estado español por medio de un nuevo marco político. Se plantea una cuestión de soberanía funcional: quién decide sobre qué, en qué territorio y con qué autonomía.
En el contexto actual, la nación vasca enfrenta una encrucijada histórica que requiere de un replanteamiento estratégico del proyecto nacional. La renovación del pacto estatutario no solo debe corregir los incumplimientos del pasado, sino también ofrecer un marco que permita afrontar los retos del futuro, consolidando la comunidad vasca como sujeto político. Se trata sobre la eficiencia y la democracia en la toma de decisiones.
En opinión de los expertos, la clave está en un «Concierto Político», similar al Concierto Económico, que garantizaría una relación bilateral efectiva y una mayor autonomía competencial, blindada y acordada con el Estado. Además, proponen un sistema paritario de resolución de conflictos y el reconocimiento del derecho de la ciudadanía vasca a decidir sus relaciones, incluyendo el derecho de autodeterminación.
Este enfoque, que podríamos definir como «autonomismo cívico», se basa en un acuerdo de bases alcanzado en el año 2019 entre el PNV, EH-Bildu y Podemos, que refleja una mayoría social y parlamentaria en Euskadi a favor de una mayor autonomía. El objetivo sería lograr un acuerdo lo más amplio posible en el ámbito vasco antes de negociar con la metrópoli. En esta coyuntura, se espera que el Estado español pueda aceptar la realidad plurinacional y abrirse a una negociación.
Dado el historial de España con propuestas similares, como ocurrió con el Plan Ibarretxe o el Estatut de Catalunya, el reto es el diálogo. Aun así, hay quien cree en una apertura discursiva que podría convertirse en una ventana de oportunidad si se abordan propuestas sensatas y con un respaldo mayoritario en Euskadi. El éxito de esta fórmula depende en gran medida de la disposición de España para aceptar un cambio de modelo territorial.
Un debate impulsado tanto por nacionalistas vascos, progresistas o federalistas españoles que confluyan en la búsqueda de un mayor autogobierno y reconocimiento nacional; pero con matices importantes, según las fuerzas involucradas. Es el preámbulo del debate constituyente sobre el que el independentismo vasco debe reflexionar estratégicamente si desea construir la república vasca.
Nos encontramos en una encrucijada histórica, donde la experiencia nos dice que los límites de los acuerdos bilaterales los marca el Estado español a través de una infinidad de herramientas de poder; pero, la nueva realidad sociopolítica del país nos exige reafirmar la soberanía popular, no solo como el núcleo del poder político, sino también como un modelo democrático que prioriza la participación ciudadana en la toma de decisiones.
Hay que garantizar que la gente se sienta parte activa con capacidad de decidir sin limitaciones. Este hecho puede representar el futuro marco jurídico-político, en el que la ciudadanía vasca se constituirá en el sujeto político y fuente de legitimidad.
Únicamente decidiendo nuestro destino, por medio del ejercicio democrático que respete la legalidad con el reconocimiento de la nueva realidad política y social del país, conseguiremos superar los incumplimientos históricos del Estatuto de Gernika. Es el primer paso para articular nuevos derechos, competencias y mecanismos de gobernanza que respondan a las aspiraciones de la sociedad en pleno siglo XXI.