El mito del español, su ideal de todo tiempo ha sido ser rico y famoso. Eso viene de una sociedad apaleada por amos y políticos sin conciencia que limitaban absolutamente la prosperidad general. No había lugar para la redención social, y los redentores que de vez en cuando surgían eran apaleados y proscritos. El español nunca fue ciudadano, más bien súbdito, reclutado a la fuerza para un ejército destinado a ejecutar felonías, y a perder la vida mandado por generalitos iluminados.

Así se manifestaba en guerras civiles, como las del siglo XIX, por causas indignas, que se dirimían en batallas de las que regresaban magullados e inútiles a sus pueblos sin futuro. De ahí procede el sustrato social de la tauromaquia, una mitología de héroes vengadores de tanto desafuero recibido. Así lo concibe Goya, este dibuja estupendamente la tauromaquia, de una enorme carga social, en la que el poder está representado por el toro, quien acaba sucumbiendo en cruenta batalla, ante el arte y la valentía del torero.

La muerte del toro representa una venganza simbólica de los tristes amos torturadores de este noble pueblo, ahí radica la causa y razón del entusiasmo que suscitaba este lance, creando una mitología social de la tauromaquia como una terrible revancha al sufrimiento social de los españoles, que el genio de Goya nos legó en su obra inmortal. Los antitaurinos, profesores de arte e incluso psicólogos no han llegado a comprender lo que este fenómeno representa de catarsis del sufrimiento social y sin esperanza de todo un pueblo a lo largo de toda su historia.

Metafóricamente, los antitaurinos están aplaudiendo la tiranía y al poder, que mataban la alegría y la libertad del pueblo español; todos los toreros de Goya procedían del bajo pueblo sin esperanza. Nadie hasta de ahora había comprendido el significado profundo de esos dibujos del artista aragonés, quien continúa siendo el pintor y psicólogo social único y más grande de España, porque no hay otros ni siquiera más pequeños. Y que suene la canción del "Gato Montés", para que Goya salga por la puerta grande y no se vaya en el silencio y perseguido a su exilio de Burdeos (Francia) donde los hijos de la Revolución Francesa lo acogieron con los brazos abiertos y le hicieron los honores que le hurtaron en su Patria.

(Soy antitaurino, mi madre ya lo era y ese sentimiento me lo transmitió al nacer)