Eguzki Urteaga
Profesor de la UPV-EHU

Gure Esku Dago y el derecho a decidir

La cadena humana del pasado domingo representará un antes y un después. A partir de ese momento, el derecho a decidir formará parte de la agenda política y no podrá ser marginada bajo el pretexto de que existan otras prioridades tales como la crisis económica, el desempleo, que no tiene cauce legal en el ordenamiento jurídico actual, o que no es el momento, ya que se avecinan elecciones municipales y forales

El pasado domingo, la iniciativa ciudadana Gure Esku Dago reunió a 150.000 personas a lo largo de los 123 kilómetros que separan Durango de Pamplona para reivindicar el derecho a decidir. Se trata de la primera iniciativa de esta índole realizada en el País Vasco que se inspira en la cadena humana organizada en Cataluña el 11 de septiembre de 2013. Esta iniciativa encuentra su origen en el municipio de Idiazabal, antes de extenderse al conjunto del Goierri, donde un grupo de ciudadanos de diversas sensibilidades decidieron impulsar la iniciativa Nazioen Mundua. Mediante el folklore y el deporte rural, ese movimiento popular tenía como objetivo «impulsar el derecho básico que tienen todas las naciones a decidir». Mediante reivindicaciones coloridas, alegres y pacíficas, aspiraba a construir puentes y a crear lazos entre personas de diversas ideologías en torno a una reivindicación común.


La organización de esta cadena humana resulta básicamente de dos factores. Por una parte, la insatisfacción creciente de buena parte de la ciudadanía vasca con respecto a los partidos políticos tradicionales que se muestran incapaces de llegar a acuerdos y de llevar a cabo, vía las instituciones, iniciativas que permitan dotar el territorio vasco de un nuevo marco político-administrativo. El final definitivo de la actividad armada practicada por ETA y el inicio de un nuevo ciclo político donde las fuerzas favorables al derecho a decidir son mayoritarias, ya que las formaciones abertzales representan los dos-tercios de los sufragios, generó una gran ilusión y muchas expectativas entre la ciudadanía. No en vano, dos años después, los avances son escasos, tanto en materia de convivencia como en materia de autogobierno.


Por otra parte, esta iniciativa demuestra una voluntad creciente de la ciudadanía vasca de participar en la vida pública, como lo demuestran los 2.500 voluntarios involucrados en el proyecto, y su voluntad de decidir sobre su futuro. En un contexto de crisis económica y de recentralización política, donde las personas tienen la sensación creciente de que los centros de decisión se alejan y su capacidad de influir sobre sus vidas disminuye, expresan la voluntad de ser dueños de su porvenir y no dejar únicamente su futuro y el de sus hijos entre las manos de los mercados financieros y responsables políticos. En este caso, el derecho a decidir tiene una finalidad clara como lo indica el tema de esta manifestación: «somos una nación, tenemos derecho a decidir». En otros términos, se trata de reivindicar el derecho a decidir del pueblo vasco sobre su futuro político.


La cadena humana organizada por Gure Esku Dago y el trabajo previo realizado durante varios meses se distinguen por una serie de rasgos específicos, como pueden ser 1) el carácter ciudadano de la iniciativa, ya que se ha desarrollado independientemente de los partidos y actores políticos, 2) la organización descentralizada de la misma, dado que 160 comisiones locales se han constituido en función de las personas involucradas y teniendo en cuenta las especificidades locales, 3) la pluralidad de los participantes, en la medida en que personas de diversas sensibilidades políticas se han implicado en esta movilización, a pesar de la predominancia de sectores afines al nacionalismo vasco, y 4) la dimensión democrática de la misma, puesto que tanto en las comisiones como en la propia cadena humana, todas las personas se hallaban en el mismo nivel, independientemente de sus afiliaciones partidistas, profesiones, niveles de estudios, etc.


Al término de la cadena humana, los participantes entrevistados por los periodistas insistían una y otra vez sobre cuatro aspectos. En primer lugar, incidían sobre la emoción que les procuraba el hecho de participar en un evento de esta naturaleza donde 150.000 personas se habían dado la mano en un momento de unión e incluso de comunión. Hecho aún más reseñable en un país marcado por varias décadas de tensiones, rencores y odios como consecuencia del conflicto político y armado que ha afectado al País Vasco. En segundo lugar, el orgullo que sentían de pertenecer a una comunidad, a un pueblo, a una nación. En tercer lugar, la conciencia de la fortaleza que tiene la sociedad civil cuando consigue unirse, superando sus divisiones, y estructurarse, para llevar a cabo un acontecimiento de semejante índole que exige una amplia organización y logística. En cuarto lugar, la demanda dirigida a la clase política para que asuma sus responsabilidades y lleve a las instituciones la reivindicación formulada por la sociedad vasca.
En cualquier caso, la cadena humana del pasado domingo representará un antes y un después. A partir de ese momento, el derecho a decidir formará parte de la agenda política y no podrá ser marginada bajo el pretexto de que existan otras prioridades, tales como la crisis económica y el desempleo, que no tiene cauce legal en el ordenamiento jurídico actual, o que no es el momento, ya que se avecinan las elecciones municipales y forales. De la misma forma, esta cadena humana, y la movilización ciudadana que traduce, obligarán los partidos políticos a posicionarse con respecto al derecho a decidir. Más aún, forzarán las formaciones políticas vascas a actuar, a tomar medidas, a impulsar iniciativas y a llegar a acuerdos, entre partidos y sectores que comparten esa reivindicación que es democrática y no estrictamente nacionalista. En ese sentido, sería un error político infravalorar la importancia y el significado de esta manifestación.


De cara al futuro, Gure Esku Dago y el movimiento a favor del derecho a decidir se enfrentan a un triple reto. Por un lado, si quiere mantener e incluso incrementar su capacidad movilizadora, se ve obligado a estructurarse, ya que todos los estudios sociológicos realizados a nivel internacional demuestran que el éxito de la acción colectiva llevada a cabo por movimientos sociales implica un cierto nivel de organización interna que permita enfrentarse a los vaivenes de la movilización. Por otro lado, el avance de esta reivindicación dependerá de la capacidad de Gure Esku Dago a orientar el discurso, la actitud y la decisión de los partidos políticos, y sobre todo de las formaciones nacionalistas vascas. Por último, será importante encontrar un modus vivendi entre la iniciativa ciudadana, la acción partidista y la política institucional, de cara a conseguir cierta complementariedad, a semejanza de lo que se ha producido en Cataluña.


Asimismo, esa reivindicación y sus promotores deberán responder a cuatro preguntas esenciales. En primer lugar, ¿Quién decide? Es decir cuál es el sujeto que debe decidir: se trata de la Comunidad Autónoma Vasca, del País Vasco sur o del conjunto de las siete provincias vascas, lo que plantea el problema de la división político-administrativa ya que cada entidad goza de competencias propias. En segundo lugar, ¿Sobre qué se decide? Dicho de otra forma, cuál es el objeto de la decisión: es cuestión de la independencia, de un nuevo estatuto de autonomía, etc. En tercer lugar, ¿Cómo se decide? Esto implica determinar si se pretende decidir vía referendo consultivo o a través de elecciones plebiscitarias, sabiendo que esta última opción no existe como tal en la legislación vigente. En cuarto lugar, ¿Cuándo se decide? Plantea el problema de los plazos e incluso de las fechas en las que se produciría dicha consulta. Son sumamente importantes, ya que la coincidencia de esta consulta con otras, como las de Escocia y Cataluña, pueden incidir en los resultados al crear un contexto favorable o desfavorable.


De todas formas, la cadena humana del pasado domingo representa un desafío para los partidos políticos vascos ya que deberán ser capaces de comprender, asimilar y responder a esta movilización ciudadana en torno al derecho a decidir.

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