Inclusión social del sinhogarismo
Para alcanzar una vida autónoma, las personas que hoy atraviesan la durísima situación del sinhogarismo en Navarra deben ser ayudadas con recursos habitacionales, atención social y apoyándoles con la Renta Garantizada.
Nuestra Renta Garantizada nació para eso, para superar las situaciones de pobreza y exclusión social, para ayudar a tener una sociedad lo más cohesionada posible. Garantizar la cobertura de las necesidades básicas de las personas sin hogar es política prioritaria porque no atenderles empeora su situación, se deterioran y cronifican, vivirán en los márgenes desvinculándose progresivamente de nuestra sociedad, serán carne de cañón de la cárcel y de las mafias y serán mucho más dificultosos sus procesos de inclusión social y el objetivo de cohesión social y de no dejar a nadie atrás será una quimera. En varios barrios de Pamplona-Iruña se está percibiendo esta realidad. El sinhogarismo es una de las expresiones mayores de exclusión residencial y pobreza extrema, tal y como lo demuestran diversos trabajos de ONG que operan con estas situaciones de jóvenes migrantes o familias migrantes con menores y sin hogar. Por ello, las personas en situación de sinhogarismo deben ser una de sus principales beneficiarias. Nuestra RG es una herramienta eficaz para avanzar en la lucha contra la pobreza y así se ha demostrado en los años anteriores donde ha favorecido la inclusión con padrón, habitación y estudios de castellano y diversos oficios como soldador, albañilería, fontanería, cocina, electricidad, cuidadoras, empleadas del hogar... de más de 200 chicos y chicas migrantes en la ciudad. Recientemente, un medio de comunicación estatal ha resaltado: «Vienen a... trabajar. El 89% de los jóvenes anteriormente conocidos como «menas» que han llegado ya a edad adulta en España están ahora mismo estudiando, trabajando o las dos cosas a la vez».
Navarra es una comunidad envejecida que necesita consolidar nichos de mercado y consumo, no podemos prescindir de las personas migrantes sin hacer tambalear el mundo de los cuidados, de los servicios y del campo, fundamentalmente. Nuestra economía sin estas personas se va a dañar, les necesitamos.
El perfil de las personas sin hogar se ha ido transformando: hay menos personas en itinerancia sin voluntad de arraigo, hay más población inmigrada y son más jóvenes, la mayoría de ellos con claros objetivos laborales. Sigue siendo una realidad muy dura, afecta severamente a su salud física y mental, representa además el paradigma extremo de la pobreza y la exclusión social. Lo sufren. En la actualidad el imaginario social todavía es muy estigmatizador y excluyente, pero deberíamos comprender que vienen aquí porque somos un referente en calidad de vida según aparece en todos los medios y según divulgamos sin sonrojo, aunque tengamos barrios con bolsas importantes de pobreza extrema.
Las condiciones de abandono en las que viven muchos de ellos afectan seriamente a su dignidad, a su seguridad, a su salud, a su intimidad, a los derechos humanos. Ninguno de ellos ha elegido vivir en la calle. Esta no es una opción. Si viven en la calle varios meses seguidos y son un núcleo grande de personas sin hogar, se debe a que la cartera de servicios sociales no se ajusta a las nuevas realidades y problemas de la alta exclusión social y de la exclusión residencial. Todas las personas necesitamos un hogar, pero el acceso a la vivienda está muy limitado y se discrimina por aporofobia, origen, racismo y género. No podemos mirar para otro lado, no debemos mirar para otro lado.
Mucho nos tememos que el Gobierno de Navarra no tenga un diagnóstico ajustado a esta nueva realidad, donde la acogida en Europa a personas migrantes, que buscan un futuro digno en sociedades de progreso como las nuestras, va a ser prioritaria. Los conflictos que existen en el mundo, la pobreza, el cambio climático..., expulsa a muchas personas de sus países de origen y les obliga a migrar. Lo más inteligente y humano es acogerles, es respetar su condición de ciudadanos, ciudadanas y su derecho a la vecindad. Una mirada inclusiva a medio plazo nos dibuja como totalmente positivo aplicar políticas de renta garantizada para sacarlos de calle a habitación (Barcelona ayudará a personas sin hogar a encontrar una habitación por su cuenta, en Madrid la ONG Hogar Sí solicita adaptar el IMV para sacar a las personas sin techo de la calle), activar programas de formación e inserción laboral que superaran su situación administrativa irregular en dos años, promover actuaciones comunitarias para hacer real el anteponer lo común e ir trabajando el ideario y las mentalidades. Nos preocupa, para todo ello, la saturación de los servicios sociales.
Contamos con experiencias recientes de acogida, llegaron de Ucrania y se pudo llevar a cabo un recibimiento organizado, ordenado. Con otras poblaciones que proceden de otras culturas y orígenes también debemos hacerlo.
Este es el reto, que los tratemos como iguales, con respeto. Si sufren rechazo, nos rechazarán. Si les respetamos, nos respetarán. Si reforzamos sus capacidades y autoestima serán procesos de éxito. El abandono a su suerte, además de insolidario e inmoral, es un fracaso social de nuestra sociedad que no podemos permitir.