Oskar Fernandez García
Lcdo. en Filosofía y CC de la Educación

La mesiánica postergación de un nuevo estatus

El programa electoral y de gobierno que presentaron los cuadros políticos del PNV, para las elecciones autonómicas en la CAPV del año 2012, llevaba como título –aglutinador de intenciones, deseos, acciones, pautas de gobierno… – ‘Compromiso Euskadi’.

 

Un extenso documento de 261 páginas, donde se hace hincapié de manera reiterativa en el vocablo compromiso y se pone énfasis en el número de personas que participaron de una u otra forma en su elaboración, «más de 3.500 personas». Un texto que, a buen seguro, se gestionaría tras arduos debates, profundas reflexiones, duras y dilatadas jornadas de trabajo… Como requiere, evidentemente, cualquier programa electoral que aspire a convertirse en base y modelo de gobierno.

Desde los prolegómenos del citado documento se enfatizaba que ese programa de gobierno era «participativo, comprometido, realista y con prioridades claras». Los compromisos que se adquirían iban más allá de la militancia o de los simpatizantes de la propia formación política, ya que implicaban a toda “«a ciudadanía vasca». El texto tenía 10 capítulos, siendo el décimo el objeto de este escrito.

Dicho apartado llevaba como título: ‘Una Euskadi dueña de su propio destino’, y se subdividía en cuatro subapartados. El último de ellos bajo el título de: ‘Euskadi, nación europea’. Y es bajo este epígrafe donde se van concretando las acciones que habría que desarrollar para alcanzar ese objetivo de Euskadi, nación europea. Por lo tanto se propone básica y fundamentalmente dotarse de un nuevo estatus, para lo cual las personas electas de la subsodicha formación, nuevamente, se comprometen «a incentivar, alimentar y promover tres grandes acuerdos nacionales». El último de ellos y con el que concluye el programa de intenciones, es ‘El establecimiento de un nuevo estatus político para Euskadi’ cuya materialización sucintamente sería la siguiente: creación por parte del Parlamento Vasco, a instancias del Gobierno, de una ponencia sobre el futuro del autogobierno. Ese texto sería remitido a la cámara para su aprobación. Paralelamente el Gobierno impulsaría un proceso abierto y participativo y unas jornadas internacionales. Finalmente, «El resultado del proceso - el año 2015 - será sometido a refrendo popular».

Sorprendentemente, o tal vez no exista tanto asombro, hace escasos días el Euskadi Buru Batzar del PNV, aprovechando la onomástica del fundador del partido, y a través de su presidente, Andoni Ortuzar, da a conocer su decisión de posponer la búsqueda de un pacto nacional, la elaboración de un nuevo estatus y consecuentemente llevar a cabo una consulta popular, hasta que se den, según el EBB, cuatro condiciones fundamentales:

1.- Desmilitarización de la organización armada. 2.- El reconocimiento del daño injusto causado. 3.- La resocialización de los presos. 4.- El fin reconocible de ETA. Y a renglón seguido añade: y de esta forma «poder abordar después, con garantías, un nuevo pacto nacional entre vascos que nos permita dar un salto en nuestro estatus político y en la recuperación de la soberanía originaria de nuestro pueblo».

Las cuatro condiciones expuestas, en enero de 2015, como sine qua non, tienen muy poca consistencia argumental, ya que para las elecciones al Parlamento Vasco del 2012, previamente ETA –el 20 del 10 del 2011– ya declaraba el cese definitivo de su actividad armada. El transcurso del tiempo no ha hecho otra cosa que corroborar aquella decisión unilateral.

El EBB y los electos de esa formación saben perfectamente que el Estado español no tiene ni la más mínima intención de variar, ni tan siquiera un milímetro su postura inmovilista, intransigente y vengativa. Por lo tanto mencionar el recorrido que habría de llevar acabo el colectivo de pres@s vasc@s, se convierte en un conjunto de excusas inconcebibles e inconsistentes.

Por consiguiente, ¿Que ha motivado a los cuadros dirigentes del PNV a dar un giro copernicano respecto al programa electoral del 2012, haciendo añicos la obligación contraída, la palabra dada, la responsabilidad adquirida … de una manera tan sistemática y reiterativa? ¿Cómo entender el desdecirse, de un plumazo, de un compromiso adquirido de una manera tan sólida, a través de un documento electoral, que asentaba las bases de actuación de un gobierno, en el que habían participado miles de personas, en el que se daba un compromiso explicito y reiterado con toda la ciudadanía vasca? ¿Dónde queda la palabra y compromiso adquirido por un vasco, orgullo de los burukides de esa formación política?

Y ahora se hace necesario inferir que dicho programa electoral no era, ni comprometido, ni realista y mucho menos con prioridades claras. Vamos, un auténtico fiasco. Pero, evidentemente, esto no es lo peor, ni mucho menos, sino la actuación sistemática de un partido que mantiene a su militancia sumida en una senda mesiánica, en la que intentan inculcarles la visión cuasi celestial de que habrán de llegar tiempos mejores en los que sacar a la luz las reivindicaciones nacionalistas. Algo profundamente contradictorio e inverosímil para un@s dirigentes… ¡Autonomistas hasta lo más profundo del ADN de su ideología!

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