José Luis Orella Unzué
Catedrático senior de Universidad

La patria y el paisaje referentes identitarios del Pueblo vasco

Aclaración de términos   

La patria y el paisaje son los referentes  espacio-temporales de los miembros integrantes del Pueblo Vasco. Porque aunque se venga afirmando que el único sujeto de derechos es el singular, el ciudadano, sin embargo no hay sujeto de derechos desvinculado de una familia, una sociedad o una entidad humana que cobije y dé amparo a cada uno de los vivientes.

Entendemos por patria el grupo natal o adoptivo ordenado como sociedad, nación o país al que se pertenece por vínculos sanguíneos, afectivos, históricos o jurídicos. Como vemos el referente de patria conlleva una dimensión temporal en la que se aglutinan todas las generaciones que han conformado el Pueblo Vasco en su historia.

Partimos del supuesto de que el espacio y el tiempo son las categorías que posibilitan nuestra percepción e inserción en el mundo sensible. Y esto aun en un panorama de globalización. Las realidades espaciales son a un mismo tiempo universales y particulares, se reiteran en la sustancia, pero se diferencian en su presentación en cada país, región, lugar o paisaje.

El espacio es una realidad en transformación permanente porque es un producto de la sociedad en que se ha desarrollado, pero a la vez se inserta en un sistema global. Es un resultado en el que no sólo colaboraron los actuales actores sino también todos los que, a través de los tiempos, tuvieron posibilidades de decisión sobre ese mismo espacio. El espacio está compuesto de continuidades y de cambios, de transformaciones y de interrupciones, de correcciones y de creaciones. El espacio no es un producto inerte de la naturaleza, sino un elemento dinámico. El espacio, no es únicamente un escenario, sino una variable decisiva de transformación de las sociedades.

Con la globalización se produce una desintegración del espacio preexistente, que era el resultado de iniciativas con raíces culturales y políticas. A esta transformación se le ha denominado des-territorialización. Al mismo tiempo se produce en el espacio, un renovado despliegue del poder sobre las cosas y los procesos, que tiene principalmente un fundamento económico y que es calificado como re-territorialización. Los propios procesos de integración conllevan un cambio de las relaciones sociales y económicas en referencia al territorio. Por lo tanto controlar el territorio es una forma de control del poder.

Términos afines pero no sinónimos al espacio son los lugares, los territorios y los paisajes.

Cada uno de estos términos conlleva una serie de relaciones que los hacen complementarios de una visión total.

Lugar

Lugar es la interacción de espacios concretos, poblados por hombres concretos que hacen cosas concretas. Al resultado de estas concreciones se le denomina lugar.

El lugar es una construcción social, dada en condiciones históricas determinadas, las cuales se vinculan con lo antropológico, lo social, lo cultural y lo histórico.

El lugar es «un cotidiano compartido entre las más diversas personas, empresas e instituciones y afianzado sobre la base de cooperación y conflictos que dan fundamento a la vida en común».

Del lugar se extraen datos que conforman una identidad individual y colectiva. Estos datos pueden proceder tanto de las condiciones físicas como de aquellas incorporadas por aplicaciones tecnológicas, pero que presentan en común la carga de significado que le asignan las personas. 

Los lugares son el fundamento de la identificación de las personas, en cuanto éstas forman parte de los mismos por su conocimiento y sus comportamientos espaciales.

¿Están o no afectados los lugares por el proceso de globalización? ¿Pueden ellos defenderse de las influencias externas que amenazan homogeneizar usos y costumbres? En el día de hoy asistimos a una revalorización de los lugares, como reacción a la homogeneización cultural. Es cierto que todos los lugares están relacionados hoy con un tiempo del mundo, pero se diferencian entre sí porque están afectados de manera diferente.

Las empresas transnacionales los clasifican como lugares «luminosos» y lugares «opacos» en razón de sus prácticas de localización de inversiones financieras y productivas. Desde la óptica geográfica cada uno de los lugares del mundo posee cualidades intrínsecas para ser luminoso.  Al menos con relación a la propia gente que los habita. Los lugares son los intermediarios insustituibles entre el mundo y el individuo. Constituyen el ámbito donde la política y la economía se territorializan. Y esto es así porque sólo en los lugares es factible establecer normas jurídicas que regulen un estilo de desarrollo no impuesto por los mecanismos de poder internacional.

Se dan dos niveles conceptuales de lugar: a) el entorno inmediato, concreto, vivido cotidianamente por un grupo social que lo reconoce como tal y se reconoce en pertenencia; b) como sinónimo de cualquier porción territorial del planeta donde se produce un acontecimiento que provoca nuestra atención circunstancial. El primero forma parte de una extensión territorial apropiada por las personas que lo viven. El segundo participa del aluvión de información. El lugar vivido y apropiado forma parte de la identidad del grupo social, de tal forma que mantiene la voluntad de permanecer en el, aunque se le califique como de alto riesgo.

Territorio

Nos apartamos del espacio sólo como contenedor y no como una dimensión de la experiencia humana, como representación subjetiva y como objeto y materialidad social y, por lo tanto, como producto social, como objeto social, vinculado a la naturaleza espacial de la sociedad humana, esto es, vinculado a la producción, como espacio construido.

Y el espacio debe ser considerado en su integridad dentro de la globalidad territorial, del espacio público y del espacio privado. Es la suma del espacio existencial y vivido, el rescoldo de nuestra memoria y de nuestra historia, el ámbito sagrado de nuestros mayores y aun el lugar de nuestras materias primas y nuestras formas de producción.

El territorio no sólo es un escenario donde se suceden los acontecimientos, sino que es un todo que revela los movimientos de fondo de la sociedad, donde los actores sociales más poderosos se reservan los mejores pedazos y dejan el resto para los otros.

La división social del trabajo atribuye a un área la condición de territorio productivo. Las ciudades, los grandes centros de producción y consumo, se convierten también en los grandes centros de distribución y circulación. Esas funciones las colocan en un destacado lugar en el conjunto del territorio. Aunque las ciudades no sólo se explican por su manera de producir, sino también por los aspectos sociales, políticos y culturales. Desde el punto de vista espacial, lo más resaltable es el desarrollo de las grandes redes internacionales. La existencia de las redes no es una novedad. Sin embargo, en la actualidad, las empresas que más influyen en la economía mundial van extendiendo ese diseño espacial.

Paisaje

Se entiende por paisaje cualquier área de la  superficie terrestre producto de la interacción de los diferentes factores presentes en ella y que tienen un reflejo visual en el espacio. El paisaje es también el objeto material a crear o modificar. La sociedad debe reconocerle un significado histórico relacionado con su dilatado proceso de configuración. Es necesario, por tanto, sensibilizar e instruir a la sociedad acerca del valor del paisaje como elemento patrimonial. Ello requiere conocer la génesis, la interrelación entre estructuras que el mismo paisaje reclama y este proceso facilitará la protección real del mismo como elemento ambiental, pero también social, cultural y patrimonial.

El paisaje es el espacio que se corporaliza en territorio social y cultural del colectivo humano. Espacio que incluye dimensiones materiales, emocionales, estéticas, ecológicas, simbólicas, históricas, productivas, axiológicas y espirituales.

Los paisajes locales, regionales y nacionales se conciben como estructuras sociales y ecológicas. Los individuos reproducen estas estructuras o las transforman, a la vez que su acción está condicionada por ellas. Esto quiere decir que los paisajes en cuanto son espacios geográficos, no son inmutables, sino esencialmente son una construcción social que se transforma continuamente en sus características como son la organización demográfica, económica, social, el medio ecológico y construido etc.

Reflexiones conclusivas

La patria implica una adhesión tácita o explícita a una comunidad familiar, vecinal, nacional en la que adquirimos nuestros genes y nuestros derechos.

El espacio, el territorio y en fin el paisaje debe ser comprendido, protegido, conservado, preservado, planificado, recuperado, ordenado y mejorado.

Y si nos referimos a un grupo nacional su planteamiento de nacional conlleva la comprensión de los elementos integrantes del espacio, es decir del territorio, del ambiente social y del paisaje. Porque los elementos integrantes de la nacionalidad como son la lengua y la historia exigen para su comprensión una resituación del territorio geográfico, del ámbito social (con los ámbitos racionales, sensoriales, emocionales, estéticos, espirituales) y del paisaje.

Existe una serie de factores geográficos que condicionan o explican el nacimiento de las culturas, la conservación de las lenguas, el desarrollo de los sucesos históricos y también de la visión geo-histórica de las sociedades. Hay unos factores puramente naturales y otros reactivos o de capacidad del espíritu para hacer frente a los estímulos.

Factores naturales: son los factores emanados del medio ambiente geográfico tales como el clima, el relieve y el contraste de factores geográficos.

El clima: las sociedades humanas no se desarrollan igualmente bajo las distintas condiciones climatológicas. Cada especie vegetal y animal tiene una zona óptima biológica. La especie humana también tiene su zona óptima. La noción del óptimo climático válido para culturas preindustriales ha cambiado con la inclusión de los nuevos descubrimientos que optimizan el hábitat humano. Como conclusión se puede afirmar que el clima no imprime una marcha ni a la cultura ni a los pueblos. Sin embargo, en el estado actual de la cultura la supremacía política, técnica y espiritual corresponde a aquellos pueblos que se hallan situados en zonas de grandes contrastes climatológicos.

El relieve: desde antiguo se ha contrapuesto la mentalidad de los montañeses con la de los habitantes de la llanura. Aunque esto no sea generalizable, sin embargo, se puede examinar el influjo del relieve en la historia de los individuos y de los pueblos. Esto se podría enumerar en el divorcio entre montañeses y los que viven en el llano, en los estímulos especiales derivados de la situación y cantonalismo montañés y los originarios de la situación de meseta, la división histórica entre pueblos continentales y marítimos y la distinción entre los pueblos litorales e isleños.

Los romanos distinguieron a los vascones entre el «saltus vasconum» y el «ager vasconum» y vemos la diversidad de estas dos zonas geográficas tanto en la romanización, en la cristianización como en el desarrollo de las culturas tardo imperiales. Dentro del relieve se puede precisar el papel jugado por los ríos, los valles y los pasos y puertos de montaña.  Igualmente entre los factores geográficos naturales hay que contar con la contraposición entre el bosque y la estepa, que origina tradicionalmente una oposición entre las sociedades y las culturas esteparias y holo-húmedas.

La contraposición de factores geográficos naturales. En efecto, factores geográficos naturales influyen en el trazado de las comunicaciones y en el asentamiento e implantación de los centros del comercio. Toda ruta de tráfico crea nudos de comunicación de gran valor estratégico, cultural y político de un territorio. En general se puede hablar de que los factores geográficos naturales crean la situación geo-histórica, es decir la situación geográfica de un país respecto a las líneas de tráfico mercantil mundial prevalecientes en un período determinado. La situación geo-histórica de un territorio determina las grandes líneas de su evolución histórica, tales como las influencias culturales que recibe y las tendencias políticas que emite.

Además de los factores puramente naturales nos hemos referido a otros factores reactivos o de capacidad del espíritu para hacer frente a los estímulos. Entre estos queremos señalar la explotación de las materias primas del subsuelo, la utilización de los bosques y las cuevas como centros de hábitat y por fin la inclinación y atracción por el mar.

La Geo-historia como ciencia que estudia las identidades

Estos factores nos llevan a la conclusión de que la ocupación geográfica se constituye en herramienta de consolidación de la identidad del Pueblo Vasco. Y para el estudio de la consolidación de las identidades contamos con la geo-historia en cuanto que es la ciencia que describe los procesos de la consolidación de las mismas. Por eso nos dice Ramón Tovar López que «identificar ‘pueblos’ y ‘naciones’ es, entre otras, una tarea privativa de la Geo-historia».
La superficie terrestre, desde que se hizo patente la presencia del hombre en nuestro planeta y se convirtió en «noosfera», transformó la biosfera cambiando su carácter estrictamente natural para quedar reordenada bajo el influjo de la acción humana. Así con su presencia el hombre se ha construido su propio espacio para su conservación y reproducción y este espacio sujeto a condiciones históricas determinadas quedará especificado, dando carácter de identidad a los habitantes del mismo.

En un primer ciclo de miles de años, la humanidad se ha visto empujada por los acontecimientos naturales que han primado sobre las determinaciones socio-históricas. Pero desde la revolución industrial, en un segundo ciclo, asistimos a una situación inversa, en donde la acción del hombre está transformando, dominando y aun desvirtuando a los acontecimientos naturales.

La acción de los grupos humanos sobre su propio territorio ha desembocado en la creación de estructuras religiosas, económicas, sociales, legales y aun políticas que especifican su «tiempo geo-histórico» y aglutinan las diferentes identidades. A este respecto convendría aducir las palabras de Sófocles:

«Muchas cosas hay admirables, pero ninguna más admirable que el hombre. Él es quien se traslada llevado del impetuoso viento a través de las obras que braman en derredor, y a la tierra, incorruptible e incansable, esquilma con el arado, quedando vuelta sobre ella año tras año, la revuelve con ayuda de la raza caballar. Y de la raza ligera de las aves, tendiendo redes, se apodera; y también de las bestias salvajes y de los peces del mar con cuerdas tejidas en mallas la habilidad del hombre (se posesiona). Domeña con su ingenio a la fiera salvaje que en el monte vive; y al crinado caballo y al indómito toro montaraz, los hace amar al yugo que sujetan su cerviz. Y en el arte de la palabra y en el que dan leyes a la ciudad se amaestró; y en evitar las molestias de la lluvia, de la intemperie y del inhabitable invierno. Teniendo recursos para todo, no queda sin ellos ante lo que ha de venir, solamente contra la muerte no encuentra remedio».

De esta manera la superficie terrestre aceptó la coexistencia de regiones identitarias, identificables desde una dinámica geo-histórica (es decir espacial y temporalmente). Este arraigo en el espacio territorial y la evolución histórica en el mismo, aglutina la estructura de la propia identidad. Por eso la Geo-historia conduce a la formación de individuos con identidad y sentido de pertenencia hacia su patria y hacia su paisaje. Se trata de una comunidad estable, históricamente formada de lengua, de territorio y de vida económica, manifestada en la comunidad y en su cultura. La geografía condiciona la viabilidad o el fracaso de las sociedades políticas humanas y la geo-historia nos explica la conformación de las identidades.

El punto de partida de toda investigación geo-histórica aunque se trate de una biografía no es el individuo aislado, el agricultor o el ciudadano, sino el grupo social del que forma parte el individuo, ya sea la tribu, el clan, la casta, la identidad social, cultural, lingüística o religiosa. Este grupo social se ha creado en el tiempo y por esto tiene unas exigencias espacio-temporales para su realización que condicionan el desarrollo y la vida de cada uno de sus miembros.

En consecuencia el objetivo primario y principal de la geo-historia no es el desarrollo de unos referentes geográficos ni la evolución de unas coordenadas históricas, sino que el intento principal de la geo-historia es la descripción del grupo social en el que se desarrolla la vida de los individuos.

La complejidad del presente, en el contexto de un mundo globalizado y del imperio de la tecnología, exige del saber geográfico el que pueda diagnosticar, explicar y reflexionar para lograr la transformación y el restablecimiento del equilibrio sociedad-naturaleza. La geografía es fiel a la condición del pueblo que describe, como la solidaridad del grupo humano con su territorio, ya que el grupo social conforma una comunidad estable, históricamente integrada de lengua, de territorio y de vida económica, manifestados todos estos referentes en la cultura de esa comunidad.

A la geo-historia no le basta con marcar en un espacio y tiempo concretos los cambios del medio natural en función de la actuación tecnológica humana. Un análisis geo-histórico exigirá la combinación de los resultados que en un momento dado devienen de las opciones humanas y las determinaciones reales de la misma naturaleza. Es detectar que en cada época histórica existe un juego peculiar de opciones humanas y de determinismos naturales.

Por lo tanto si la geo-historia pretende hacer una historia total tiene que tener asumida la necesidad de una geografía total. Y esta geografía total echa mano de las técnicas arqueológicas, de la sucesión de hábitats, del perfil de las herramientas y de los utensilios de la época, de los cultivos y de las etapas de domesticación de las plantas, de los cambios de uso del suelo, de la relación del lugar de trabajo con el asentamiento de las unidades familiares y sociales, etc.  Es decir que asume la geografía como sostén en los diferentes momentos históricos, que influye en las sociedades pero no determinándolas, porque las mismas sociedades con su tecnología pueden llegar a cambiar la misma geografía en la que se asientan.

Sin embargo la geo-historia es algo más, es un estudio de la relación entre la geografía y la historia porque la geografía forma parte del proceso histórico y necesita de la historia para ser explicada socialmente. Más aún la geo-historia estudia puntualmente la relación entre una sociedad del pasado y la geografía en la que se desarrolló porque existe una mutua interacción entre la sociedad y la geografía que mutuamente se interfieren y se modifican. La geo-historia nos permite comprender, ordenar y sistematizar los sucesos del pasado que marcan el presente y no debe ser herramienta de justificación ni para políticos ni para diplomáticos. Trata de estudiar en cada época histórica el contraste de las opciones humanas y los determinismos naturales. La geo-historia parte de la base fundamental de que el espacio es una construcción social.

Y, como la sociedad está en permanente cambio y sólo se entiende con su perspectiva histórica y en su manifestación espacial, no queda más remedio que pensar geográficamente la historia y concebir históricamente la geografía y asumir el binomio espacio-tiempo como una unidad dialéctica.

La geo-historia supone que la geografía está inserta en el tiempo natural de las cosas y también en el tiempo de los hombres y sobre esta base pretende hacer una historia total asumiendo la necesidad de una geografía total. Y esta geografía total echa mano de las técnicas arqueológicas, de la sucesión de hábitats, del perfil de las herramientas y utensilios de la época, los cultivos y las etapas de domesticación de las plantas, los cambios de uso del suelo, la relación del lugar de trabajo con el asentamiento de las unidades familiares y sociales, etc.

Recherche