Antxon Lafont Mendizabal
Peatón

Los nuevos agotes

Los agotes, comunidad discriminada desde el S. XII, estaban presentes en particular en el Norte de la Alta Navarra y en Gipuzkoa. «Al agote, garrotazo en el cogote», afirmaban en el Baztán. Las autoridades navarras condenaron, posteriormente, la persecución de los agotes y curiosamente las Juntas de Gipuzkoa no lo hicieron.

Las recientes elecciones han revelado síntomas de discriminación de principio de miles de votantes a los que se les niega la opción de participar en el debate político, castigándoles por su voto. Ese cordón sanitario que bordea a Bildu se establece por partidos cuyos representantes afirman, sin rubor, que «se necesitan sumas de acuerdo» y que «el futuro necesita de todos sin ir contra nadie» o que hay que «huir de trincheras». Para J. Soler «estamos en la era del cálculo cínico en el político y de la abulia en el ciudadano».

La difusión de mendacidades por medios de comunicación, contratados a título precario, sigue haciendo su efecto. Si en plena crisis el partido ganador en Gipuzkoa concentró su acción política en la condena del puerta a puerta, en el mantenimiento del tren de alta velocidad y en la gestión de Donostia 2016, leemos, cuando lo publican, que la tasa de reciclaje obtenida mediante el puerta a puerta está ensalzada por organismos especializados de la UE y por Greenpeace. En cuanto al TAV, se habla en Francia de la supresión de su línea entre Burdeos y Hendaia. En ese caso, ¿de qué servirá el TAV español cuya extensión hasta Madrid el Gobierno español mismo pone en duda? La gestión de Donostia 2016 recibe felicitaciones de la Unión Europea. La base de los argumentos electorales esgrimidos por los adversarios de los agotes ha sido mentira propagada voluntariamente por medios de comunicación que no admitían artículos contradictorios. Algunos reflejos del franquismo son difíciles de borrar incluso en la CAV.

Cuando reprochaban a Bildu su ausencia de apertura a otras sensibilidades políticas, los hechos demostraban lo contrario. El voto de los presupuestos es la clave de todo Gobierno responsable. En 2012 el primer presupuesto de la nueva alcaldía lo sacó Bildu con los votos del PNV, los de 2013 con el PSE, los de 2014 con el PNV de nuevo. Para los de 2015 la artillería pesada estaba preparada para «agotizar» a Bildu. Formaba parte del batallón un presidente de patronal que afirmó la monstruosidad de declarar a Gipuzkoa como tierra hostil a las inversiones en plena crisis de obtención de créditos para las pequeñas y medianas empresas. Todavía me tengo que pellizcar para creer que así lo leí. Se pretendía que Gipuzkoa era un territorio en ruina económica, intento de intoxicación que los testarudos hechos desmentían. En materia de empleo, de crecimiento industrial, de exportación, de consumo, ponía y pone a Gipuzkoa en cabeza del podio de la CAV. Con la ayuda de medios duchos en el tratamiento de títulos de artículos publicados en páginas par cuando eran favorables a Gipuzkoa, se preparaba a aquellos lectores cuya disponibilidad se limita a la lectura de titulares y esquelas. El director del ‘Washington Post’ ha declarado estos días que los periodistas «deben adquirir la responsabilidad de crear sus propias audiencias». Si escriben lo que piensan es obligación nuestra permitir que lo hagan aunque sus escritos no nos plazcan; si escriben por encargo es responsabilidad ética del articulista. En materia de comunicación, componendas groseras nos desculturalizan.

Es un tópico afirmar que en los detalles está el diablo. Me permito citar el siguiente detalle significativo: si los partidos acuerdan respetar el día del escrutinio sin publicitarse me pareció escandaloso que el periódico alquilado a título precario publicara ese día comunicaciones individuales de lectores, algunos anónimos, virulentamente dirigidas exclusivamente contra el equipo gestionario del Municipio de Donostia.

Todas estas observaciones no nos deben alejar de las conclusiones que se deben extraer del voto. El meollo de los resultados del último escrutinio en Gipuzkoa no es ni más ni menos que el tropiezo aritmético de Bildu pero no su derrota política. Su análisis debe generar opciones destinadas a mejorar el bienestar de los peatones. Si el modelo de gestión propuesto corresponde a una rígida y paralizante objetividad de principio, hay que actuar con subjetividad ética. Kierkegaard sostenía que la subjetividad es la realidad.

Hoy nos escriben la crónica de un acuerdo ya anunciado semanas antes del escrutinio. No podemos criticar los contratos de mayoría, ya que son la solución para conciliar multipartidismos si no son excluyentes, pero es necesario comunicar a los electores, a todos, los términos del contrato que comprometa a sus firmantes. Pacta sunt servanda o Hitza hitz son criterios promulgados por iglesias, por el Corán y por ideales laicos respetuosos del fondo de la transacción. La forma se respeta igual de bien o de mal en esos diferentes arquetipos.

El respeto del conjunto de los votantes pasa por una consideración olvidada, la diferencia entre adversario y enemigo. Es así como concebí la intención del alcalde donostiarra saliente que proponía «otra forma de hacer política». Desgraciadamente, el Frente de oposición, implacablemente acaudillado por un personaje del tipo Dr. Jekyll y Mr. Hyde de la política abertzale, impedía cualquier matiz. Bildu delenda est era su único programa. Deseo que Bildu no genere ese tipo de figura y que, sin franquear líneas de base, contribuya a tratar positivamente temas presentados por sus anteriores opositores que beneficien a Donostia y a Gipuzkoa, así como, sobre todo, a re-unir a los abertzales. Madrid considera ya al PNV como un aliado objetivo, tanto en cuanto siga dividiendo al mundo abertzale.

Una vez más, la mayoría donostiarra no es soberanista y sigue siendo más isabelina que carlista, lo que desesperaba a Pío Baroja. No afirmaré lo mismo para la guipuzcoana. Esta observación exigiría una pedagogía paciente sabiendo que el efecto no se manifestará ni a corto ni a medio plazo. Es también el caso de Bizkaia y de Bilbo. Eso lo sabe el PNV, que emitió reservas de todo tipo cuando el lehendakari Ibarretxe tuvo la valentía de defender su opción soberanista enfrentándose al Congreso de los Diputados de España; el presidente del PNV de la época no tardó en corregirle acuñando la fórmula ambigua, como de costumbre, de la soberanía compartida. La justificación de la ambigüedad sigue siendo la intención de preservar el Concierto Económico. Con ese tipo de tácticas se acaba perdiendo todo… y aún más. No sería bueno para Euskal Herria que por su esquizofrenia política el partido «hegemonista» acabara siendo un partido español con txapela. Como a la Naturaleza le espanta el vacío, otro colectivo más fiable surgirá, entonces, de una derecha vasca realmente soberanista.

Por ahora la alianza PNV-PSE se anuncia con trompetas y tambores, pero se desconoce el contenido del programa propuesto. ¿Lo hay? Los proyectos políticos sin presupuesto afectado y sin plazos de realización son papel mojado y abren la puerta a los populismos de corto plazo. Mientras tanto el PSE, muy hábilmente, se hace querer.

Si los recientes comicios tienen una importancia local, deberíamos centrarnos en las próximas elecciones al Parlamento de la CAV. ¿Qué será del acuerdo PNV-PSE con la afirmación constante de este último partido de no aceptar ni que se hable del derecho a decidir?
    
Son tiempos de convulsión necesaria a nuestra apremiante culturización. «Despertad ya, tormentas deseadas».

PD: Me niego a tratar el caso de Bidegi, que está ya en vía judicial; tiene que haber una sentencia o bien contra los acusados de corrupción o contra los acusadores por calumnia.

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