Muertos selectos
Lo que justifica con más vigor el separatismo catalán es la existencia de este obrerismo español que ha renunciado hace años a su entraña de clase y está dispuesto a servir al horror del capitalismo armado a cambio de un salario que sus dirigentes van administrando en una economía sin horizonte alguno
No hace mucho tiempo aún, creo que fue el 8 del pasado agosto, un misil de Arabia Saudita –la potencia musulmana que enriquece a lo más selecto del religioso capitalismo occidental– destruyó un autobús en Yemen. Sobre la pobre carretera de un pobre país quedaron cincuenta cuerpos deshechos, la mitad niños. La noticia ocupó cuatro líneas de la prensa democrática occidental ¿Eran los muertos musulmanes buenos o musulmanes malos? No lo sé. Lo que sé es que ahora España ha enviado a Riad –la Corte de los grandes amigos de la Corte española– 400 misiles de guiado láser y suma precisión que permanecían almacenados en los polvorines del Ejército español que los había adquirido a Norteamérica. En principio la ministra de Defensa del Gobierno de Madrid había denegado este envío en nombre del humanismo socialista, pero al final aceptó esta venta, seguramente convencida por la reflexión del engolado y ensoberbecido ministro de Asuntos Exteriores de la Moncloa, Sr. Josep Borrell, procedente del desleal socialismo catalán, que advirtió muy ufano que este armamento es de precisión y, por tanto, no provoca efectos colaterales, que siempre producen una mala impresión. «Con este tipo de armas no puede haber esos bombardeos producidos con armas menos sofisticadas un poco lanzadas al azar y que provocan esa clase de tragedias que todos hemos condenado», ha afirmado tan pancho este tapicero de muebles políticos comprados en una multinacional que lo garantiza todo durante tres meses, que es el margen de seguridad con que trabajan los ministros del actual gobierno. O sea, que Arabia Saudí entrará, gracias a España, en la era de los muertos selectos. De esos muertos que da gloria verlos, aparte del prestigio correspondiente. Ahora me explicó por qué el Partido Socialista de Catalunya se desprendió de este muchacho y se lo encajó en su momento a Felipe González.
Yo no he conocido gobierno más elástico que el del Sr. Sánchez, que ahora sigue conservando a la ministra de Defensa tras haberla dejado con el trasero al aire. Claro que, si bien se mira, el gobierno actual no anda sobrado de repuestos ministeriales tras los descubrimientos de que muchos cargos de este calibre habían falsificado las notas de sus estudios. Grave cuestión que impide a los sumos dirigentes dedicarse a la mejora de la sanidad, el refuerzo de las pensiones o la seguridad del empleo. En mi tiempo, de estas falsificaciones se ocupaban los padres, mas ahora han quedado en manos del parlamento y de una serie de periodistas que se saltan todas las vedas para llevarse algo a la boca.
Este sofisticado asunto de los misiles que matan tras haber comprobado el carnet de identidad de los bombardeados quizá desvíe la atención sobre una Universidad que por no comprobar nada de la ciencia que imparte no comprueba siquiera si los alumnos están en clase en el momento de la clase. Políticos absolutamente incapaces de lograr un solo avance social para los pueblos que gobiernan en nombre de parados que quieren trabajar; socialistas asentados en las nóminas oficiales de la gestión política, que es el único sector donde no hay paro. Por ejemplo, a mí me llamó poderosamente la atención que el vicepresidente de la Junta de Andalucía, socialista de toda la vida, celebrase con saltos de demonio en carnaval esta «noticia esperanzadora» de la venta de misiles que matan con tanta precisión, ya que ello evitará el despido de los trabajadores de Navantia, que estaban mano sobre mano en los astilleros por falta de «carga de trabajo» como dicen los de Cádiz. Al festival con que se ha regalado el Sr. Jiménez Barrios, vicepresidente de la Junta de Andalucía y consejero de la Presidencia, amén de responsable de Administración Local y Memoria Democrática, lo que ha de darle mucha «carga de trabajo», se ha unido nada menos que la presidenta de Andalucía, Sra.Díaz, que llamó reiteradamente a «garantizar y mantener», un contrato del que dependen seis mil empleos en Cádiz y Galicia. Quizá la Sra. Díaz tenga una información de «clase» sobre esos misiles que al parecer solamente van a acabar con banqueros y capitalistas del Yemen y otros enemigos de Riad, lo que hace recordar en cierta manera la Revolución de Octubre vista desde un ángulo muy saudí.
Yo me pregunto, una vez más, por qué Andalucía no ha logrado salir de la pobreza desde que dejó de ser al-Ándalus, la gran potencia del Mediterráneo, y se convirtió en una de las reservas más irrisorias del empobrecido populismo occidental, repleta de procesiones con arma presentada y agitación de faralaes. Conste que he tratado con trabajadores andaluces muy emprendedores y progresistas, pero esto me ha sucedido casi siempre en Catalunya, donde ha llegado a obtenerse un andalucismo «gran reserva», que no tiene nada que ver con el españolismo andaluz de la Sra. Arrimadas, por ejemplo, forjado en un hogar paterno donde privaba un espíritu policial que pertenece incrustado en el reloj parado de España, al que ahora quieren dar nuevamente cuerda unos socialistas que estrenan ADN militar.
Lo que justifica con más vigor el separatismo catalán es la existencia de este obrerismo español que ha renunciado hace años a su entraña de clase y está dispuesto a servir al horror del capitalismo armado a cambio de un salario que sus dirigentes van administrando en una economía sin horizonte alguno. Porque los astilleros de Cádiz volverán a quedarse «sin carga» de trabajo tras poner la quilla a la última corbeta con que el Madrid bancario y ministerial o ministerial y bancario, ha comprado cuatro días más de agonía a un pueblo que paga con papeletas electorales la limosna del gran «moro». Y en esta ocasión hablamos de bombas perfectamente guiadas para que las víctimas vuelvan a ser los ciudadanos apretujados en el autobús que transporte a los parados y a sus niños. Porque en definitiva el enemigo no serán los selectos que quiere eliminar ahora, según dice, el califica que vela su brillante destino celestial desde la Meca. Un cohete guiado nunca apunta a un banco ni al regimiento de la guardia. Esto me lo ha asegurado un empresario catalán que está pensando ya en la inevitable República que Catalunya viene elaborando más o menos conscientemente desde los tiempos de la guerra de los remensas del siglo XV. Pongamos por caso. Cuando llegue ese momento –¿ocho o diez años?– muchos andaluces emprenderán una nueva vida catalana en el Mediterráneo. Como antes, como siempre. Yo estaré cantando el “Rosa d’abril/ Morena de la Serra” en los Bruchs si queda algún sitio libre para comer después el pollo con langosta en Palamós, manjar de pacto entre agricultores y pecadores al que me aficionó Josep Pla, simplemente un pagés que adoraba París y escribía un castellano celestial.