El concepto que se tiene por parte de los partidos políticos tanto conservadores como progresistas de la sanidad pública, la realidad es que prácticamente no difiere mucho entre ellos, otra cosa, es como se gestiona dicha sanidad, con qué recursos, cuantos se dotan y si se gobierna para esa sanidad pública y no, para la privada, circunstancia que hoy en día prácticamente no difiere mucho en la política actual.

Los políticos están acostumbrados, a hacer gestión, eximiéndose de responsabilidad alguna y huyendo de cualquier tipo de explicación a los ciudadanos, y, lo podemos verificar claramente con temas como lo propuesto por la anterior Consejera de Sanidad, la señora Gotzone Sagardui con la aprobación del exlehendakari, señor Iñigo Urkullu con la cardiología de Basurto, o con la falta de recursos humanos y materiales en la atención primaria, circunstancia que parece que según el nuevo lehendakari, y el Consejero de Sanidad actual, con la presentación del pacto vasco por la Salud y la Sanidad, nos dicen a las claras que esas decisiones del anterior ejecutivo eran equivocadas. ¿Nos han comunicado algo a los ciudadanos los anteriores gestores sobre estas equivocaciones? ¿Han asumido responsabilidad alguna?

En otros sectores, no objeto del escrito, ha ocurrido lo mismo, como ha sido la diatriba de por donde debe pasar el TAV, cuando la estación de Ezkio (Gipuzkoa) ya está construida, siendo iniciada por el Gobierno Vasco en época del señor Ignacio María Arriola, consejero de Transportes (PSE). ¿Nos dará explicaciones si no se elige el paso por la estación de Ezkio? Todos sabemos la respuesta, al igual que con el tema de Sanidad, harán la callada por respuesta. Qué barato sale gestionar y gobernar mal.

Igualmente, y, esto, refiriéndome a todos los partidos políticos del Parlamento Vasco, todavía estamos esperando los ciudadanos un estudio con datos sobre lo acontecido con la pandemia y, si las medidas tomadas fueron proporcionadas a la consecución de proteger verdaderamente a la población. Con sus propios datos parece que no solo no ha sido proporcionada, sino que ha sido perjudicial, con más fallecidos por/con covid en 2022, con cinco inoculaciones, y eso sin entrar en la comparativa estadística de efectos adversos graves antes de las vacunaciones y después de las mismas. ¿No tenemos derecho los ciudadanos a saber con total transparencia lo ocurrido realmente?

Es evidente, que las reivindicaciones, por parte de sindicatos y profesionales sanitarios, en lo que al fortalecimiento de la sanidad pública se refiere, en estos momentos, solo se ciñe a las reivindicaciones salariales y a la dotación del aumento de recursos humanos, pero, en ningún caso a trabajar por lo que yo considero que debe ser una verdadera sanidad pública, como sería el cambio de paradigma de una sanidad que, hoy en día está hipotecada a las multinacionales farmacéuticas, siendo una sanidad totalmente protocolizada, donde los profesionales sanitarios están perdiendo el elemento más esencial como es el verdadero conocimiento del paciente, rescatando la medicina como se ha practicado toda la vida, donde lo realmente importante tendría que ser el criterio del profesional sanitario y no el protocolo.

Para llegar a tener una verdadera Sanidad Pública se debe dar una revolución dentro de esta profesión, en los parámetros antes mencionados, donde el estudio del paciente sea más integrativo y se contemplen, además, otro tipo de tratamientos relacionados con otras técnicas y con lo que siempre se ha llamado medicina natural.

Acabamos de ver con la pandemia que no solo los políticos, los mismos profesionales sanitarios no han impulsado verdaderos estudios con los datos que tienen encima de la mesa para ver cuál ha sido lo ocurrido realmente.

Creo que una verdadera Sanidad Pública no va solo de las típicas reivindicaciones económicas y de recursos como se dan en cualquier sector de actividad; una verdadera sanidad pública va de un cambio total de paradigma dentro de la profesión sanitaria, ya que si este cambio no se da, seguiremos con una Sanidad que al estar hipotecada a las multinacionales farmacéuticas seguirá siendo, en definitiva, privada.

Por ello, es necesario una revolución dentro de la profesión sanitaria para tener una verdadera sanidad pública.