Novedades y desafíos en las departamentales
Las elecciones departamentales tendrán lugar los próximos 22 y 29 de marzo de 2015 en Francia. Dichas elecciones serán sinónimo de numerosos cambios, empezando por su propia denominación, dado que dejan de ser elecciones cantonales para convertirse en elecciones departamentales. El cambio no es puramente semántico ya que traduce un cambio del modo de escrutinio, del número y de la delimitación de las circunscripciones, de la composición de las candidaturas y de las competencias de los consejos departamentales.
En efecto, si anteriormente los consejeros cantonales eran elegidos para un periodo de seis años por una renovación del 50% cada tres años, a partir de ahora la práctica totalidad de los consejeros departamentales serán elegidos simultáneamente, con la excepción del municipio de París (cuyos cargos electos son elegidos en las elecciones municipales), de la nueva metrópoli de Lyon (donde el consejo metropolitano, proveniente de la comunidad de aglomeración del Gran Lyon, desempeña igualmente un rol de consejo municipal) y de los territorios de Guyana y Martinica, que votarán en diciembre de este año para designar sus representantes para la colectividad territorial única que sustituirá a los respectivos consejos generales y regionales.
A su vez, se producirá un cambio notable en la composición de las candidaturas, dado que cada una de ellas deberá estar formada por un binomio compuesto necesariamente por un hombre y una mujer, y sus suplentes deberán ser del mismo sexo. Ese binomio saldrá elegido en la primera vuelta si consigue más del 50% de los sufragios y más de la cuarta parte de los inscritos en el censo electoral. Si no es el caso, únicamente las candidaturas que hayan obtenido más del 12,5% de los inscritos podrán participar en la segunda vuelta, lo que posibilitará las triangulares. En esa configuración, la mayoría relativa, es decir un número de votos superior al de sus contrincantes, será suficiente para resultar elegido.
Ese cambio ha supuesto una disminución del número de cantones de cara a evitar una duplicación del número de consejeros departamentales. A ese propósito, conviene recordar que los consejeros departamentales son elegidos sobre la base de una unidad geográfica compuesta por el cantón, cuya creación se remonta a 1789. Hasta la fecha, ningún gobierno se había atrevido a reducir el número de cantones. Pero el cambio en la composición de las candidaturas ha obligado al gobierno actual a reducir el número de cantones a prácticamente la mitad, pasando de 4.035 a 2.054. Esa disminución se ha acompañado de una reconfiguración de las circunscripciones, ya que sus delimitaciones apenas habían variado a lo largo del tiempo a pesar de las profundas transformaciones acontecidas en la cantidad y el reparto de la población en el territorio galo, lo que provocaba notables sesgos. Las nuevas delimitaciones responden a un objetivo claro: que la disparidad de población de los diferentes cantones no supere el 20%.
No en vano, esta nueva delimitación de los cantones ha generado cierta polémica dado que partidos de la oposición han cuestionado su objetividad y han acusado al Gobierno socialista de diseñarlos en función de sus propios intereses. Prueba de ello es que la reforma fue debatida y posteriormente aprobada por el Parlamento francés entre enero y abril de 2013 con cierta dificultad. De hecho, tanto los partidos de centro-derecha y de derecha como las formaciones ecologistas, radicales-socialistas y comunistas la han criticado. En lectura definitiva en la Asamblea Nacional, el 17 de abril de 2013, el texto fue aprobado por 273 votos a favor y 247 votos en contra.
El último cambio alude a las competencias de los nuevos consejos departamentales. A ese propósito, cabe señalar un dato sorprendente y es que la aprobación definitiva del proyecto de ley sobre las competencias de los consejos departamentales se producirá después de la elección de los consejeros departamentales. En efecto, el proyecto de ley referente a la «nueva organización territorial de la República» francesa, que redefine las competencias de las colectividades locales, ha sido examinado en primera lectura el 17 de febrero, tras ser aprobado por el Senado el 27 de enero. Su aprobación definitiva solo se producirá después del escrutinio, de modo que los ciudadanos que elegirán a sus representantes no sabrán con claridad cuáles serán sus prerrogativas. A pesar de los cambios que puedan producirse, los consejos departamentales continuarán desempeñando sus misiones de solidaridad social (pequeña infancia, RSA, discapacidad, tercera edad) y territorial (ayuda de los municipios y de las mancomunidades, financiación de los programas de inversión, etc.).
En cualquier caso, estos cambios generarán transformaciones no desdeñables en la composición, funcionamiento y acción de los consejos departamentales.
Por una parte, la nueva composición de las candidaturas incrementará notablemente la presencia de las mujeres en estas asambleas, puesto que la proporción de mujeres pasará del 13,9% a la mitad. A ese propósito conviene subrayar que, hoy en día, existen notables diferencias entre los departamentos galos, ya que la tasa de representación femenina oscila entre el 2,9% en el departamento de Haute-Savoie y el 35,2% en el de Finistère.
Por otra, la nueva composición de las candidaturas y la reconfiguración de las circunscripciones provocará una renovación notable de la clase política departamental dado que numerosos cargos electos no podrán o no querrán presentarse a un nuevo mandato. Esa renovación concierne igualmente al País Vasco norte, en donde Jean Castaings en Labastide, Bernard Auroy en Ustaritz, Arnaud Villeneuve en Tardets y Frantxoa Maitia en Ispoure no se presentarán a su reelección.
Por último, dado que las elecciones departamentales tendrán lugar simultáneamente en prácticamente todo el territorio galo, tanto la campaña electoral como la interpretación de los resultados tendrán un fuerte componente estatal, de modo que los principales partidos no dudarán en extraer conclusiones más allá del ámbito puramente departamental. Esa elección constituirá un test para el Partido Socialista y el Gobierno de Manuel Valls, de cara a valorar su desgaste y el nivel de desafección de su electorado, pero también para determinar la capacidad de la UMP y su líder para encarnar una alternativa creíble.
En cuanto a los resultados esperados, los diferentes sondeos de opinión indican que la derecha podría arrebatar 19 departamentos a la izquierda y que la extrema derecha encarnada por el Frente Nacional (FN) podría hacerse con las riendas de 4 ejecutivos departamentales, concentrados en el norte y el sureste del país. Conviene añadir que, en otros 9 departamentos, el FN conocería una fuerte progresión.
Más cerca de nosotros, en el departamento de los Pirineos Atlánticos del que forma parte el País Vasco norte, la izquierda, que conquistó el Consejo General en 2011 bajo el liderazgo del socialista Georges Labazée, corre el riesgo que perder el control de dicha Asamblea. A ese respecto, el centro-derecha, afín al Modem de François Bayrou y liderado por Jean-Jacques Lasserre, jugará un papel relevante ya que en 2011 obtuvo 17 de los 52 escaños bajo la etiqueta Forces 64.
En cuanto a los nacionalistas vascos, más allá del reto de conservar el escaño de Alain Iriart y de conseguir un escaño adicional, se encuentra ante la obligación de repetir e incluso de mejorar el número de votos cosechados en las últimas elecciones municipales para influir en los principales partidos, que son el PS y la UMP, y, a la vez, incidir en el Estado francés en pleno debate sobre la institucionalización del País Vasco norte.