Yolanda Formoso y Aitziber Uriarte
Cocineras del Departamento de Educación del Gobierno Vasco

Precariedad o carbón

Se acerca el final de 2024 y con ello, como anuncian las distintas administraciones, termina la precariedad en el sector público. Los distintos procesos puestos en marcha para fijar el personal interino deben de estar resueltos a 31 de diciembre. Se espera cumplir con la ley, rebajando el porcentaje de temporales al 8%. En algunos casos la situación es urgente.

Concretamente en el Departamento de Educación del Gobierno Vasco, en nuestro colectivo de cocina y limpieza. Colectivo feminizado de 756 plazas fijas de las cuales solo el 37% somos personal fijo. Las demás personas vienen sufriendo la temporalidad durante años. Existe personal interino con más antigüedad que una fija. Pero lo vienen diciendo: el 2025 será el año nuevo y positivo para todas nosotras. Seguramente veremos anuncios triunfales sobre creación de empleo cuando se trata de cumplir con la ley.

El concepto de precariedad dejará de estar. Aunque según nuestro análisis, el concepto abarca mucho más aspectos y factores y de estos queremos hablar ahora.

Diremos que nuestro colectivo es pequeño, que entendemos no es el más complejo de gestionar si existe voluntad. Pero tristemente no parece el caso. Somos un colectivo feminizado, elaboramos a diario más de 30.000 menús, de estos tenemos cerca de un 20% de dietas para intolerancias y alergias. Trabajamos en instalaciones obsoletas, con material escaso. Sufrimos ritmos de trabajo estresantes, con unas condiciones dificultosas a la hora de adaptar nuestro puesto, que no existe.

Se produce un alto número de bajas debido a todo ello. No es absentismo, son malas condiciones de trabajo. No recibimos ningún tipo de formación continua, nuestra guía son las fichas técnicas de las empresas que nos traen los alimentos, las cuales son nuestras lecturas de mesilla, que nos acompañan día a día. La carga de trabajo es alta tanto física como mentalmente, aunque nuestra categoría es cocinera, realizamos tareas de administrativo, de gestión de pedidos, de optimización de género, de peón de limpieza y todo ello con el sueldo más bajo de la escala pública.

La negociación colectiva no nos deja tampoco un mejor panorama, tenemos un convenio que data de 2009, es cierto que se va llegando a acuerdos parciales, pero su puesta en práctica se dilata sobremanera. Pondremos como ejemplo el acuerdo para reducción de jornada para mayores de 60 años, existente ya en otros colectivos. Firmado hace un año y que se empieza a gestionar ahora.

Con los puntos del convenio ya existentes es aún más preocupante: se incumplen de manera habitual, como ejemplo: el concurso de traslados. Concurso anual que se incumple ya desde hace 3 años. Diremos también que se incumple el acuerdo de atender de forma directa y pública cualquier nueva cocina, pasando al ámbito privado de facto, lo que nos hace sospechar de las intenciones del departamento de educación.

Recordemos que los servicios públicos se sustentan de nuestros impuestos y que el modelo público-privado ha quedado demostrado, sale más caro, llegando a provocar incluso fraude en algunos casos, como con las empresas de comedores.

Nos hemos centrado en nuestro pequeño colectivo, estamos seguras, sin embargo, de que todo esto se repite en las distintas áreas: salud, cultura, etc. Queda, por tanto, en evidencia que en el año nuevo la precariedad seguirá siendo una particularidad de este departamento.

El único instrumento para eliminarla es voluntad política de volver a la senda de lo público. El presupuesto existe, simplemente hay que gestionar mejor para todas.

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