Recordando a Oteiza e Isturiz
El caso de 1979, en el que hicimos alcalde a Balduz y lo que está ocurriendo en Pamplona en las dos últimas legislaturas no son situaciones iguales. Eran otras circunstancias y hubo otros condicionamientos.
En 1979 se negoció efectiva y directamente entre el PSOE y Herri Batasuna, pero no se llegó a un acuerdo y hubo que tomar unas decisiones políticas como consecuencia de ello. Esas decisiones fueron las ya conocidas, tanto en el Ayuntamiento como en el Parlamento.
Conviene recordar que, en 1979 en Iruña, la más urgente preocupación era la de recuperar los sanfermines, destrozados por la criminal intervención policial de 1978. Dicha recuperación de los sanfermines se logró, pero no por cierto presumiendo de la locura de tener más policías que nadie por habitante, ni tampoco sin dejar pelos en la gatera. Hay que añadir que en aquella legislatura del 79 y también en la siguiente se aprobaron los presupuestos y se asentaron muchas de las bases estructurales futuras por la mayoría progresista. Habría que recordar los inicios de la ikastola municipal, las escuelas infantiles con oferta bilingüe y Andraize que, por cierto, ya habían sido impulsadas por corporaciones precedentes.
En la mayoría de aquella primera corporación democráticamente elegida, sin embargo, no estábamos solo los cinco de PSOE (como ahora) y siete de HB (uno menos que los ocho de EH Bildu), sino que también estaban dos concejales del PNV, Julio Oteiza y Pedro Isturiz, que luego fueron de EA y que siempre actuaron de forma digna, coordinada y muchas veces discreta con la mayoría progresista.
En la legislatura siguiente el PSOE obtuvo los mejores resultados de su historia con once concejales, beneficiándose directamente de toda aquella historia en la que estaban, por supuesto, los acuerdos presupuestarios. En esta segunda legislatura, el PNV obtuvo un concejal, Oteiza; y los grupos de la derecha municipal se confabularon para ofrecerle la alcaldía. Según ellos, bastaba que HB se votase a sí mismo y que Oteiza presentase su candidatura.
Yo no fui concejal en aquella segunda legislatura, pero me buscaron para sondear las posibilidades de aquella operación bastante maquiavélica y tuve una conversación con Julio. No hizo falta más. No estaba dispuesto a ser monigote de nadie.
Ahora la señora Ibarrola se ha convertido en censora de la cultura, al puro estilo de Rajoy con la memoria histórica. La censura no la han inventado los retrógrados de Vox, sino que ya la practicaban nuestros propios cavernícolas –ellas y ellos tan ultraprocesionistas– persiguiendo con saña al Olentzero en tiempos de Barcina y utilizando las excavadoras contra las barracas políticas en tiempos anteriores.
El culpable de que Iruña y un significativo número de municipios de la zona media de Navarra no tengan alcalde progresista es el PSN. Esa falta de coherencia democrática, amasada con engreimiento y cobardía, es la responsable de alcaldías como las de Barcina y Maya y, como se barrunta, la de Ibarrola.
El miserable papel de quien, en vez de denunciar la falta de sentido democrático del PSN se decide a hacerles el trabajo sucio está en la antítesis de ejemplos como los indicados. Igual que lo que están las actitudes de los actuales dirigentes de la derecha de Navarra, porque cabría recordar también que en uno de los dos sabotajes –o sea, atentados violentos de motivación política–, efectuados contra concejales de HB, hubo solidaridad de todos los grupos políticos. ¿Ahora qué?
El problema de la convivencia en la diversidad es político y no es reducible al caso de Pamplona-Iruña. Se tiene que solucionar con parámetros políticos en casos como Barañain, Egües, Estella-Lizarra, etc. El caso de la señora Ibarrola y sus censuras (que estoy seguro que acabarán no compartiendo muchos de sus propios votantes) es la anécdota.
Dentro del ámbito abertzale de la sociedad navarra y vasca hay y tiene que haber y habrá derecha e izquierda; y están condenadas a entenderse en unas cosas y a debatir en otras. Igual que ocurre y ocurrirá dentro del sector españolista de la sociedad. El peligro está en confundirse de alianzas y ese es el error del PSN.
El escándalo farisaico y retrógrado por las listas de EH Bildu, con la que empezó la campaña de municipales y autonómicas, perjudicó al PSOE por su cobardía, que es lo que ahora Sánchez ha intentado corregir. Lo mismo le ocurre ahora en Navarra con las alcaldías entregadas a la derecha de cuyos desmanes es responsable.
Las reprobables y vomitivas declaraciones de Belloch, igual que anteriormente las de otros exlíderes del PSOE, ponen en evidencia que, si hubiera que poner en el balance responsabilidades por corrupción y guerra sucia, no sería precisamente el PSOE el menos apestado.
Con el solo objetivo e intención de superar estas rayas de lápiz en el suelo tan difíciles de saltar para el PSN por su debilidad ante la Brunete mediática, merece la pena recordar algunos ejemplos. Quedan también otros, que espero que tengan su ocasión.