Alberto Nadal y Marcelino Fraile

Respeto y solidaridad con la resistencia del pueblo ucraniano a la invasión rusa. Las tropas rusas deben salir de Ucrania, inmediatamente, sin condiciones.

Pensamos que la solidaridad con el pueblo de Ucrania no debe quedar solo en manos de los gobiernos. Que la ciudadanía, en este caso la vasca, debe participar activamente y discutir cada paso que se dé

La heroica resistencia del pueblo ucraniano ha desmentido a quienes pronosticaban la inmediata caída de Ucrania en manos del ejército ruso. Dicha resistencia masiva, civil y militar, ha sido la demostración más clara de que Ucrania es una nación y el discurso imperialista de Putin sobre la nación ucraniana como invento bolchevique ha quedado refutado por los hechos. Ucrania es una nación que, como todas, tiene derecho a mantener su soberanía y su integridad territorial.  

La resistencia armada ucraniana contra la invasión es legítima tanto desde el punto de vista del derecho internacional como desde el punto de vista del derecho de los pueblos a disponer de su destino. Dicha resistencia, componente indispensable de la lucha para lograr la retirada rusa, debe ser apoyada material y políticamente. Lo fundamental de dicha resistencia han sido, son y serán los hombres y las mujeres ucranianas. Del frente y de la retaguardia.

A lo que estamos asistiendo es a una guerra desencadenada por el gobierno ruso contra un país, Ucrania. Se podrán hacer todas las especulaciones que se quieran, pero la guerra ante la que nos encontramos es una guerra de agresión de Rusia contra una Ucrania que se defiende. Esta es la realidad. Ni la OTAN ha invadido Rusia ni Rusia ha invadido ningún país de la OTAN. Resulta por lo menos chocante encontrar manifestaciones antiguerra en los que no se menciona al pueblo ucraniano. ¿Cómo se puede hacer solidaridad con un pueblo al que se ignora? ¿Qué paz se está demandando entonces? Negociaciones ¿entre quienes y con qué contenido?

Las y los ciudadanos europeos debemos apoyar la lucha del pueblo ucraniano. Una derrota de Ucrania sería catastrófica para la democracia y para los intereses de los pueblos de toda Europa y del mundo. Llevaría a la normalización de las conquistas territoriales y nuevas guerras de agresión en el mundo. Significaría la perpetuación del dominio de otros países postsoviéticos de la órbita del imperialismo ruso que plantearía reivindicaciones sobre países como los bálticos, Polonia, etc que un día fueron parte de un imperio ruso que el delirio de los actuales gobernantes rusos quiere reconstruir.  El enfrentamiento entre los bloques militares estaría entonces más cerca que nunca.

Al contrario de lo que propagan los servicios favorables al actual gobierno ruso, la sociedad ucraniana es una sociedad plural en la que, incluso en las muy desfavorables condiciones de una guerra, se siguen manteniendo organizaciones sociales, sindicales, feministas, etc. Zerenski no es ni menos democrático ni más neoliberal que la mayoría de los gobernantes europeos.

Aquí tenemos que intentar realizar una solidaridad activa con los movimientos sociales que actúan en Ucrania creando lazos con ellos, ayudándoles en lo posible teniendo en cuenta que una parte de sus activistas está en el frente defendiendo su país y que si en condiciones normales su actividad es difícil, la dificultades se multiplican en tiempos de guerra.  Esa solidaridad hay que intentar realizarla también con las organizaciones, movimientos y personas rusas, que enfrentadas a una terrible represión, están en contra de la política imperialista de su gobierno. Los movimientos sociales tienen una responsabilidad enorme en dar a conocer las actividades de sus pares rusos y ucranianos. La solidaridad tiene que seguir desarrollándose también en el plano material atendiendo a las enormes necesidades provocadas por los incesantes bombardeos sobre la población civil y las infraestructuras que garantizan sus condiciones de vida.

Los crímenes cometidos a raíz de la invasión rusa no pueden quedar impunes. Asesinatos, violaciones y torturas, el bombardeo sistemático de las infraestructuras que proporcionan bienes esenciales, son crímenes de guerra. Sus autores materiales, y sus responsables en los altos niveles, deben saber, lo mismo que quienes tienen planes similares en cualquier otro rincón del mundo, que en un momento u otro tendrán que rendir cuentas de ellos ante los tribunales que corresponda.

Pensamos que la solidaridad con el pueblo de Ucrania no debe quedar solo en manos de los gobiernos. Que la ciudadanía, en este caso la vasca, debe participar activamente y discutir cada paso que se dé. Y movilizarse en consecuencia. En una situación de este calibre hay gigantescos intereses en juego. Los pueblos deben estar debidamente informados y se les debe consultar cualquier decisión.

Quienes firmamos estas líneas, que estamos trabajando en la construcción de una Plataforma de solidaridad vasca con Ucrania, vamos a acudir a la manifestación convocada por la Asociación “Ucrania-Euskadi” para este 24 de febrero exigiendo respeto y solidaridad con la resistencia del pueblo ucraniano a la invasión rusa. Exigiendo también que las tropas rusas salgan de Ucrania, inmediatamente, sin condiciones. Demandando a nuestros gobiernos todos los derechos para todas las personas migrantes y refugiadas que han llegado a nuestro país. En este caso para las personas refugiadas ucranianas que deben poder quedarse entre nosotros y nosotras sin limitaciones de plazos ni de condiciones.

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