Antonio Alvarez-Solís
Periodista

Son presos políticos

“El País”, que con la cuestión catalana ha perdido lo poco que le quedaba de seriedad informativa, titula el texto que quiero comentar con una frase que está entre la burla y la tradición española de concluir antes de analizar: «Por qué los ‘Jordis’ no son presos políticos».

Son torpes. Eso es lo más grave porque se trata de una tensión política extensa y profunda sobre la cual hay que proceder con una total asepsia informativa, dejando la opinión del medio –todo medio tiene su ideología al margen de los hechos informados– circunscrita al editorial correspondiente. “El País”, que con la cuestión catalana ha perdido lo poco que le quedaba de seriedad informativa, titula el texto que quiero comentar con una frase que está entre la burla y la tradición española de concluir antes de analizar: «Por qué los ‘Jordis’ no son presos políticos». Los «Jordis», que son aludidos en este caso mediante una denominación con intención circense, con gracia borrascosa de barriada madrileña, son Jordi Sánchez y Jordi Cuixart, presidentes de la Asamblea Nacional Catalana y Òmnium Cultural, dos instituciones cívicas con gran relieve social. Han sido encarcelados bajo la acusación muy grave de sedición por quien fue magistrada en la Audiencia Nacional –tribunal de existencia muy discutida por su acusado perfil político– y que además posee la Cruz al Mérito Policial, que no sé por qué va a parar a una magistrada que podía ser distinguida con otra suerte de distinciones más propias de su oficio. El delito de sedición fija que la pena tiene un límite que alcanza los veintisiete años de prisión, dimensión temporal que puede superar a un encarcelamiento por asesinato. El poder judicial ha pasado a ser un brazo poderoso del poder ejecutivo. Vuelven los tiempos de los jueces reales, de los que habla el Quijote, el gran libro político español. Lean, si no, el capítulo dedicado a la liberación de los galeotes, sobre todo cuando el inmortal autor se pregunta sobre ¿quién es el rey –o sea, el primer magistrado español– para disponer o permitir tales prisiones?

Pero lo que quiero decir a continuación se refiere a “El País” como órgano informativo muy apreciado por los autodenominados progresistas. El Kempis de los lectores entregados al absolutismo español que sigue teniendo diputados como los que firmaron la Carta de los Persas, falsarios de las Cortes de Cádiz, en solicitud del totalitarismo amparado por la Corona que ceñía la cabeza de Fernando VII.

Ante todo me ha sorprendido que en esta ocasión el comentario del periódico español sobre el proceso judicial abierto a dos honrados dirigentes del nacionalismo catalán, no lleve firma, según suele el periódico mencionado, ni siquiera justifique tal comentario informativo como editorial. En lo alto de la página aparece, eso sí, el nombre de una periodista, pero bajo la denominación genérica de coordinadora de la sección de “Hechos”, que la distancia de la responsabilidad directa de haber inventado el mencionado titular. O sea, que lo que escribe “El País” sobre el encarcelamiento de los dos ilustres catalanes conducidos a una de las celdas de que dispone el Partido Popular ni es información propiamente dicha, ni es juicio atribuible a ningún autor, ni aparece como editorial, ni tiene padre ni madre ni perrito que le ladre. Es como si el que lo ha escrito le hubiese dicho al director tras ponerse una careta de seguridad: «Está bien. Yo escribiré lo que me dices, pero a condición de que quede entre nosotros, ya que hay mucho cachondeo en el barrio con la forma de decir las cosas en “El País”». Tanto es así que para amparar el titular el propio diario finge una larga reflexión que parte de una pregunta socrática: «¿Son Jordi Sánchez y Jordi Cuixart presos políticos?». Más autoseveridad, imposible. Y “El País” concluye seriamente: «En octubre del 2012, por primera vez, un organismo internacional, la Asamblea Parlamentaria de Europa (PACE, en inglés) aprobó una serie de criterios para definir qué es un preso político. Según la PACE alguien es preso político si se dan en él uno de estos criterios: la detención que viola alguna de las garantías recogidas en la Convención Europea de Derechos Humanos (especialmente la libertad de pensamiento, religión, libertad de expresión e información y la libertad de asociación), la detención impuesta puramente por razones políticas, el tiempo y las condiciones de condena no son proporcionales al delito cometido, la detención es discriminatoria con respecto a otras personas o si es el resultado de un proceso judicial que es claramente injusto y motivado por razones políticas». Pues bien, según “El País” estos criterios no se cumplen en la detención de Sánchez y Cuixart. Se trata, pues, de cárcel a comunes. Además, como ha afirmado cínicamente el Sr. Rajoy, se trata de decisiones judiciales, aunque se le escapa esta coletilla que denuncia la tropelía del Gobierno: «Y seguirán haciéndolo».

-¿De verdad concluye eso, acerca del carácter de los detenidos, que publica el periódico madrileño?

-De verdad. Se lo juro por un divé.

Y añade “El País”: «Según el auto de su envío a prisión ambos son ‘los principales promotores de las protestas del 20 y el 21 de septiembre… El 20 de septiembre más de 40.000 personas se concentraron ante la consejería de economía de la Generalitat –alentadas por ANC y Ómnium– para protestar por la detención de once altos cargos arrestados por la organización del referéndum del 1 de octubre». Promotores de protestas… Los tiros que limpiaron el camino durante la transición vuelven a poblar mi memoria de anciano.

-¿De verdad hicieron eso? ¿Hubo protestas?

-De verdad. Acabarán con nuestra democracia, tan callada, tan prudente, tan contributiva…

No solamente se concentraron esas 40.000 personas para protestar pacíficamente sino que pretendían, según la juez Lamela,  proteger a sus gobernantes e instituciones.

-Hasta ahí podíamos llegar. Proteger a delincuentes… ¿No cree usted?

-Pues hasta ahí. Ya lo avisaba el Sr. Casado, el alto cargo que lleva las relaciones públicas del PP., que le dijo al Sr. Puigdemont que acabaría como el president Companys, al que Franco le pegó cuatro tiros en el fossar de Montjuïc. Los nacionalistas son terroristas, añadió la joven esperanza del PP.

-Pero eso no son relaciones públicas.

-Depende, depende. El Sr. Casado se irritó de tal manera que comparó a los Sres. Puigdemont y Junqueras con el general Armada y el teniente coronel de la Guardia Civil Sr. Tejero cuando dieron el golpe del 23 F. La verdad es que la estampa del Sr. Junqueras con tricornio no acaba de resultarme. Yo aconsejaría al Sr. Casado que deje en paz a la Guardia Civil, que bastantes miembros suyos fusiló Franco por defender la legalidad republicana para que ahora el Sr. Casado enrede con la mención del cuerpo, ya en otra situación.

El problema es que España está cabreada. Ni conversaciones ni leches. Y el periodismo españolista, porque no hay que ser español sino españolista, ha echado mano de su libertad de opinión para acabar con cualquiera otro pensamiento. La unidad española es inviolable.

-Quizá, más parece que los catalanes quieren su libertad.

-Pues les vulnerarán con el artículo 155 y siguientes como dicen los atestados fiscales.

Los principales dirigentes del «contubernio» de la Unión Europea, condenan esa libertad de reclamar la libertad. La Unión Europea vive en pleno Reich. Uno se pregunta si no existirá algún camino para no ser europeo ¡Visca la Norwege lliure!

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