Iulen Lizaso Aldalur

Stop fluoruro

Hemos quedado como único territorio europeo que además de seguir usando derivados del cloro (tóxicos e irritantes) como agente potabilizador, aún se añade fluoruro a nuestra agua potable

Era el título del documento que se trabajó entre otros seis temas vivos, en el segundo encuentro celebrado en el entorno de la Universidad de Oñati el 13 de agosto, por quienes tratamos de darle expansión universal, extensión temática y nueva forma de comprender la educación... para modelar nuevos paradigmas.

Cambios desde esta situación de incertidumbre y sospecha permanente que vivimos-sufrimos quienes no logramos encajar en nuestro razonamiento, los sucesos que se naturalizan, en cuanto a las razones y soluciones médicas, versiones políticas, datos estadísticos, exagerada alarma y censura mediática.

Buscamos soluciones de vida, salud y formación humana, desde una nueva pedagogía para la mejora de la relación social y para con las instituciones gobernantes: menos intelectualizada, burocratizada y tecnificada. No se trataría de ningún experimento social; sí en principio, de una propuesta para la reflexión compartida entre las partes, a favor de un cambio de actitud, que nos llevaran a disfrutar de unas relaciones mas humanizadas, y que ya se dan con éxito en otros ámbitos y culturas, pero para nada experimentada hasta hoy en nuestro territorio principalmente en ámbitos de la docencia y sanidad públicas.

Con el ánimo de hacerlas llegar a toda la ciudadanía que anhele la renovación social y acercamiento a las cuestiones primordiales de la vida, como son la salud y la educación, se hicieron aportaciones llenas de ilusión y conocimiento, para que, en base a estudios previos, se plasmaran en conclusiones de equipo.

El Gobierno vasco sin mayor demora debe hacer públicas las razones por las cuales después de 30 años sigue añadiendo fluoruro al agua del grifo en Euskadi (solo ingerimos el 3% del total). Máxime cuando todos los países que lo hacían, hace décadas que lo prohibieron por perjuicios graves a la salud, avalados por informes de la Universidad de Harvard, siendo el más restrictivo Bélgica, al prohibir también en chicles, pastas dentríficas y medicamentos y envases de pizzas y comidas rápidas. Hoy, el 97% de europeos no ingieren agua con fluoruro, y fuera de Europa, Israel lo prohibió en 2014.

Sorprendido con la actitud enmudecida por parte de la izquierda abertzale también con el tema del fluoruro, a pesar de un año escribiendo en la prensa. Así, a Maddalen Iriarte, como portavoz de esa formación política, le ruego que salga a la «plaza», si no a darnos explicaciones del porqué de su silencio, sí para escuchar a quienes desde un sentir y hacer proactivo por la salud; un sufrir solidario con quienes ante tanta grosería e iniquidad política, médica, mediática y «espiritual», no se animan a despertar y gritar: ¡basta ya!. Trabajo en auzolan, en torno a lo que tratamos de expandir como Mizelio Universal y hacer escuchar voces y programas (ratios de alumnos homologados a la media europea, objeción de conciencia para el ejercicio de la docencia en función de los protocolos del Gobierno vasco, etc), destacando y coincidiendo en lo calificado como prioritario en el grupo de trabajo de Educadores por la Verdad.

Un ruego extensible a todos los miembros de su equipo político, para que sin demora, registren preguntas parlamentarias antes del comienzo del nuevo curso escolar con los protocolos que ya tendrá previsto el Gobierno vasco y quedaron recogidas en escritos míos anteriores.

Temática preferente que tiene que ver con la salud integral, principalmente de nuestros niños, y que en este de hoy la hago extensible al fluoruro que añaden al agua potable, sin ninguna justificación de mejora para la salud, mas bien lo contrario, como lo demuestra el caso del incremento de hipotiroidismo juvenil.

El consumo de agua del grifo se da en familias de bajo poder económico y/o personas con sensibilidad ecológica y amantes de la economía circular, pues el agua envasada supone un plus de gasto familiar y agresión medioambiental al generar mucho residuo no degradable como el plástico… y gasto innecesario.

La seguridad que nos da el agua del grifo, a los menos que aún la bebemos, es responsabilidad del Gobierno vasco. Hemos quedado como único territorio europeo que además de seguir usando derivados del cloro (tóxicos e irritantes) como agente potabilizador, aún se añade fluoruro a nuestra agua potable.

Hasta la primera mitad del siglo pasado la fluoración era práctica exclusivo en la industria, pero en la segunda mitad y debido a su uso en humanos, por su indudable neurotoxicidad incluso en dosis bajas y debilitamiento del sistema óseo, se mantiene vivo el debate hasta hoy por sus efectos sobre la salud y la economía pública… excepto en Euskadi porque no lo demanda la oposición.

El Gobierno vasco impone «salud» a través de añadir fluoruro a un producto indispensable y el de mayor consumo, con «justificación» de prevención contra las caries. Mayor cinismo no cabe cuando promueven el consumo de azúcar para todo desde yogures, bebidas y productos de consumo infantil y juvenil.

Aunque hoy prohibido, según Ian E. Stephen, especialista investigador en las implicaciones del flúor para la salud, durante el mandato de Margaret Thatcher se triplicaron los presupuestos para la fluoración del agua en Irlanda del norte. Hoy lo añaden con naturalidad, a psicofármacos antidepresivos, hipnóticos y ansiolíticos, y en forma de gas neurotóxico en el campo militar. ¿Por qué se sigue añadiendo en Euskadi si en esas temáticas todo ya se ha normalizado?

En la actual coyuntura del SARS-Cov-2, por imposición del uso de mascarilla, y posible obligatoriedad de vacunación total para acceder a centros escolares, el Gobierno vasco, ante el silencio de la comunidad médico-científica, docente-universitaria y política-sindical, será el único gobierno autónomo del Estado español, en imponer «salud» de manera sistémica en tres cuestiones básicas.

Esta medicación compulsiva es un atentado al derecho internacional recogido en Convenio Europeo de Derechos Humanos y Biomedicina, que en la normativa referida a la salud global de la ciudadanía dice: «Una intervención en el ámbito de la Sanidad sólo podrá efectuarse después de que la persona afectada haya dado su libre e informado consentimiento. Dicha persona deberá haber recibido previamente una información adecuada acerca de la finalidad y la naturaleza de la intervención, así como de sus riesgos y consecuencias».

Japón es por excelencia el país que se aplica con exquisitez saludable en el tratamiento del agua en la red domiciliaria, fuentes públicas y hosteleras, con estandares de control de calidad superiores a los de plantas embotelladoras. «Yo no compro ni bebo agua embotellada, porque se que el agua corriente que tenemos por todas partes es segura y deliciosa» declaraba orgulloso el director del Departamento de Aguas de Tokyo, desvelando que: «El tratamiento de nuestra agua lo hacemos con ozono; siendo que es un fuerte oxidante (O3) desintegrador de patógenos y sustancias nocivas, los temidos trihalometanos».

De los biocidas oxidantes, el dioxido de cloro es el oxidante más selectivo, ante el ozono y el cloro (hipoclorito-lejía), mucho más reactivos que el dioxido de cloro, y serán consumidos por compuestos muy organicos. En toda la península potabilizan con hipoclorito sódico (lejía-lavandina) de bajo poder oxidativo, excepto en Córdoba y Andorra (han dado los menores índices de contagio del SARS-Cov-2 de la península) que lo hacen con dióxido de cloro con poder oxidativo superior, siendo que cuanto menor sea este valor en el componente potabilizador, es más barato y exige mayores dosis.

Según el Premio Nóbel de Medicina del año 2.000 Robert Carlton: «La fluoración de aguas es el mayor fraude científico del siglo que acaba» y añade: «En una sociedad donde los productos conteniendo asbesto, plomo, berilio y muchos otros carcinógenos han sido retirados del mercado, es sorprendente que el fluoruro sea aceptado tan a fondo y ciegamente. Parece absurdo que estemos dispuestos a pagar a la industria química para que desechen sus residuos tóxicos y que los agreguen a nuestro suministro de agua».

Como bien dice el periodista y aventurero Alberto Vazquez-Figueroa: «Cuando tengas un invento revolucionario, antes de mirar a quién beneficia, permanece atento al poder que tiene aquel a quien perjudica». Es lo que no tuvo en cuenta el bueno de Nikola Tesla, al anunciar sus descubrimientos sobre la energía libre para la conducción de energía eléctrica, sin cables ni contador. ..siendo este simple aparato medidor, el quid del negocio de la energía que se disputan la jauría sistémica, para llevarnos hasta ese embudo que mide el consumo, siendo el principal móvil de las últimas guerras del petróleo, crisis energéticas y burbujas y quiebras económicas desde la segunda década del siglo pasado. Tampoco se tuvo en cuenta con el plástico como material versatil-multiuso enriqueciendo a los mismos, que aunque separados tienen el poder del beneficio.... y lo pagamos, quienes tendríamos la fuerza si nos unieramos en resonancia con la Biosfera, a favor de la fauna marina, mares y acuiferos terrestres... inundados por esa siembra venenosa de microplásticos.

En las ruedas de presentación de las personas que acudimos a Oñati, lo que se expresó de manera mas generalizada era la indignación ante semejante atropello a todo la humanidad e impotencia ante la sensación de abandono institucional, desprecio a la verdad y falta de respuesta y visibilidad por parte de los agentes sociales políticos y sindicales que tradicionalmente se han significado al lado de colectivos reprimidos. Hoy se les intuye alineados con la tésis médicas, científicas, mediáticas y estratégicas de quienes ostentan el poder, que no la Fuerza, pues en Oñati, en ilusión y optimismo... nos envolvió.

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