Transgénicos no! Por precaución y justicia
“Transgénicos, ¿por qué no?” es el título de la lección inaugural que la doctora Mertxe de Renobales Scheifler va a impartir con motivo de la apertura del curso académico 2015/2016 en el Aula Magna de la Facultad de Letras de la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea.
Se trata de un acto solemne por lo tanto con poco o ningún espacio y tiempo para el debate y la discusión sobre un tema tan controvertido en el seno de la sociedad europea. De ahí que pensemos que nuestro equipo rectoral ha realizado una apuesta equivocada. Nos explicamos.
La introducción de cultivos transgénicos en la agricultura y su consiguiente paso a la dieta animal y humana es una práctica llevada a cabo por unas pocas empresas agro-farmaceúticas, como Monsanto, que ha sido criticada y denunciada por campesinos y ecologistas, sindicatos agricultores y científicos que corroboran las amenazas de los organismos modificados genéticamente para la salud y el medio ambiente.
La posición de la profesora Mertxe de Renovales es de sobra conocida en la sociedad vasca y se basa en que “los cultivos transgénicos son tan seguros como los convencionales, o más en algunos casos y no hay ninguna razón científica para que la agricultura ecológica y convencional no utilicen los cultivos transgénicos resistentes a insectos, a virus y enfermedades, los tolerantes a la sequía y los que aportan mejoras nutricionales, para aumentar su productividad…”. Según sus propias palabras “lo que no se puede hacer es juzgar a los cultivos transgénicos por ideología, no por evidencias científicas. Además de estudiar los riesgos, es necesario evaluar los beneficios que dispensan este tipo de cultivos” (eldiario.es/norte/euskadi/peligrosos-cultivostransgenicos_0_367464189.html).
Nuestra pregunta es beneficios ¿para quién? Millones de campesin@s y agricultor@s en todo el mundo llevan dos décadas luchando contra los cultivos transgénicos de maíz, soja, colza o arroz. Y no lo hacen solos. Cuentan con el apoyo ecologista, de asociaciones de consumidores y del sindicalismo agrario así como de una parte de la comunidad científica y académica.
El debate científico en el tema de los cultivos transgénicos es un ejemplo paradigmático de la presión que ejercen los lobbies empresariales para poner sus intereses comerciales por encima del saber científico, de la salud y del medioambiente. Las ocho mayores compañías farmacéuticas son las ocho mayores compañías de pesticidas y de producción de OGM (Organismo Genéticamente Modificados). Todo va en el mismo paquete y Monsanto tiene el 80% de la biotecnología del mundo. Como dice el experto de la Comisión Europea en Transgénicos, Dr. Gilles-Eric Séralini, biólogo molecular y director del Comité de Investigación e Información sobre Ingeniería Genética (Criigen): “El problema con los transgénicos y la razón de que no sea un mal menor es que el salto que se ha dado del laboratorio al supermercado se ha hecho sin los plazos ni las pruebas adecuadas…Las patentes de las semillas sólo llevarán hambre al mundo. En primer lugar, los transgénicos no alimentan a los pobres, sino el estómago de los cerdos. Segundo, las semillas patentadas pertenecen a compañías que ya, hoy, no dejan sus patentes para luchar contra la malaria o el sida en los países pobres. ¿Por qué iban a cederlas para alimentarlos si no las dejan para algo que los está matando? Son farmacéuticas reconvertidas en industria alimentaria” (semillasysalud.wordpress.com/entrevista-dr-gilles-eric-seralini-experto-de-la-comision-europea-en-transgenicos/).
Existen voces científicas que denuncian la presión continua de las grandes empresas agro-farmaceúticas para introducir sus productos transgénicos en nuestra dieta. Elena Álvarez-Buylla, Doctora en Genética Molecular y coordinadora del laboratorio de Genética Molecular del Desarrollo de la Universidad Autónoma de México es otra voz autorizada posicionada contra el pretendido consenso internacional científico sobre los transgénicos: “Es totalmente falso que los transgénicos sean iguales a los silvestres. Hay evidencias que indican que, por ejemplo, la soja transgénica es nutricionalmente distinta, además de que la mayoría se rocía con grandes cantidades de glifosato –un agrotóxico– que penetra en las células y es nocivo para la salud. Y nos lo estamos comiendo. Estamos siendo sujetos de un experimento global sin controles y sin consentimiento, el experimento de una tecnología incipiente y a la vez obsoleta que, por razones científicas, tendría que ser suspendida” (eldiario.es/sociedad/transgencios-cientifica-critica-Alvarez-Buylla_0_263173824.html).
Son muchas esta y otras muchas las razones que nos impulsan a criticar la forma en que la universidad pública trata un tema tan importante y polémico como este. Recordamos como hace cerca de 10 años los tres rectores de Deusto, Mondragón y UPV-EHU salieron de la mano a defender la construcción del TAV, cuando estudios e investigadores de nuestra universidad advertían del fiasco económico y social de tal empresa. Algo que hoy está suficientemente demostrado. Hace años se trató de ningunear y ridiculizar esta posición crítica y se nos llegó acusar de hacer el juego al terrorismo.
Pensamos que la Universidad es un lugar privilegiado para investigar y debatir sobre temas discutibles y controvertibles como los cultivos y alimentos transgénicos. Dar la voz a una persona en una lectura magistral sin posibilidad de contraste ni de discrepancia es a nuestro juicio un error que en la UPV-EHU no se debiera de repetir. Cultivos transgénicos no!! Por precaución y por justicia ecosocial.