Oskar Fernandez Garcia

Demoliendo fachadas

Así como el movimiento feminista, desde finales del siglo XVIII, comenzó lenta pero decididamente a hacerse con el espacio sociopolítico, que le correspondía por derecho, derribando los opacos y gruesos muros de la invisibilidad que, durante milenios, habían relegado a la mitad de la población mundial al ámbito exclusivo doméstico; la acción decidida de las diferentes fuerzas sociales: sindicatos, medios de comunicación, partidos políticos, la judicatura… han comenzado a derribar y demoler la falsa, obsoleta y cínica fachada donde se oculta y se sustenta el complejo y obscuro entramado de la formación política, más conocida por su acrónimo en castellano: PNV. Desde hace tiempo se tambalea y se pone en entredicho la transparente y paradigmática gestión pública del PNV en las diferentes instituciones en las que ha gobernado, desde hace décadas, en las tres provincias vascongadas, con auténtico celo de procónsul. Ladrillo a ladrillo el edificio se va desmoronando permitiendo visualizar e intuir cuál ha sido el modelo de gestión pública que han desarrollado los cuadros dirigentes de la citada formación autonomista. Seguramente la cascada de escándalos, que en todos los ámbitos se han producido no dejarán de fluir, ocupando las primeras portadas de los medios, mostrando el verdadero objetivo político del mencionado partido, que no es otro que el perpetuarse en ese feudo triprovincial, que gustosamente y con una sonrisa en los labios aceptó y acató en la llamada transición española. Feudo que gestionó y convirtió en su particular batzoki, haciendo del clientelismo su verdadera seña de identidad. Los escándalos estallan en Sabin Etxea, cuan fuegos de artificio, constante y rítmicamente: el caso Hiriko, ambicioso proyecto industrial y de investigación para la construcción de un coche eléctrico, que desde sus orígenes constituía un auténtico despropósito. La privatización de las cajas vascas, que constituían uno de los principales medios financieros de la CAPV en el ámbito público. El desaguisado e inaudito proceder de la Sociedad Foral de Carreteras Bidegi en el tramo de la AP-1, en todo lo relativo al ‘movimiento y traslado± de tierras sobrantes. El increíble y asombroso proceder de la Hacienda Foral de Bizkaia en el conocido caso del Sr. José María Iruarrizaga Artaraz, donde este ejerció su cargo de diputado de Hacienda con actividades en empresas privadas de la construcción y del sector sociosanitario. Durante esos meses en los que compaginaba ambas actividades, la Diputación concedió tres proyectos, por un importe de casi 30 millones de euros, a empresas de las que el responsable foral seguía siendo apoderado. El proyecto Epsilon Euskadi, otro desatino, que recibió del erario público unos 50 millones de euros en ayudas por parte del Gobierno, en este caso, del de Ibarretxe. El conocido, y muy actual, caso de Miguel – Alfredo de Miguel Agirre – con 26 imputados, entre ellos varios exdirigentes del PNV. Se les imputa la comisión de 11 delitos por una presunta trama de cobro de comisiones. La increíble actuación en todo lo que respecta al fracking. El empecinamiento en la construcción del TAV. Que en caso de seguir con esa obra desestructuradora y engullidora de la inmensa mayoría de los recursos económicos de la CAPV, supondría la más absoluta paranoia y esquizofrenia social, política y económica vista y padecida por estas latitudes; máxime tras el cúmulo de datos y declaraciones en contra de la obra en sí y de las falsas expectativas que habían generado, y tras la exposición del profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona, Sr. Germà Bel i Queralt, donde se evidenciaba de forma meridiana, objetiva y científica el fracaso de una obra multimillonaria. Los cuadros dirigentes del PNV y el Sr. Urkullu se hayan inmersos en una situación angustiosa y obscura, teniendo que soportar el dedo acusador y espectral de la corrupción, que les señala e inquiere desde todos los ángulos. Que no busquen las culpas de su prolongado y corrupto desatino en la izquierda abertzale, sino en su propia actuación a lo largo de dilatados lustros, que les ha generado sus propios fantasmas, más reales y acusadores que los que pudo imaginar y materializar en su obra el gran Bardo de Avon.

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